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Gran Colegiata Original 2014, la modernidad de Toro que comenzó en los años 70

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Gran colegiata original

Gran Colegiata, el vino más icónico de Bodegas Fariña y la marca con la que empezaron a elaborar vino embotellado en Toro con un corte más moderno, presenta su nueva añada con un cambio de imagen que hace un guiño a sus orígenes.

Desde la galería de arte que bodegas Fariña tiene en sus instalaciones de Toro, donde se exponen las obras ganadoras de “El primero de Fariña”, Manu Fariña, director técnico de la bodega y la tercera generación de esta familia de viticultores, presentaba de forma virtual la nueva añada 2014 de su vino Gran Colegiata Original. Para este vino se emplean viñedos en pie franco que superan los 60 años, llegando en ciertos casos a los cien años, y que pertenecen a los mismos viticultores con los que la bodega trabaja desde los años 80. El resultado es una tinta de Toro 100% con 18 meses en barrica de la que se elaboran alrededor de 27.000 botellas.

La añada 2014 es fresca, con una fruta muy marcada y donde la madera es muy sutil, el perfil que perseguía este vino desde su primera añada, hace más de 40 años.

Con esta referencia que sale ahora al mercado, han querido volver a esos orígenes, optando de nuevo por la botella borgoña, tal y como lucía en los años 70. En su etiqueta se sigue representando la Colegiata de Santa María la Mayor, el monumento histórico más destacado de Toro que además da nombre al vino. Sin embargo, para esta nueva edición han querido darle un toque más contemporáneo, a este edificio del siglo XII, en la línea de otras etiquetas de la línea Colegiata. Además, se ha eliminado la palabra “reserva” de la etiqueta, aunque sí luce en su contraetiqueta, y se ha optado por el apelativo de Gran Colegiata Original: “Queremos que Gran Colegiata Original sea nuestro emblema porque fue el origen de lo que somos ahora” explica Manu Fariña.

Gran Colegiata fue uno de los puntos de inflexión en los vinos de Toro. Manuel Fariña, director general de la bodega y padre de Manu Fariña, fue quien, tras terminar sus estudios en Requena, volvió a la bodega familiar con la intención de mejorar y ampliar las instalaciones, para comenzar a elaborar vino embotellado, ya que, hasta la fecha, estaban centrados en el granel. Así nació, en los años 70, Gran Colegiata Reserva.

El objetivo era la calidad, cambiar la imagen del vino de Toro, con vinos más elegantes y con menos graduación: “no tenía sentido seguir haciendo vino tal y como se hacía hace cinco siglos, esos vinos rudos y con altas graduaciones tenía su sentido para conservarlos y transportarlos sin problemas, al igual que en otros sitios se encabezaban” explica Manuel.

Manu y Manuel Fariña,en la Colegiata de Toro.

Sin embargo, Gran Colegiata dista mucho de ese perfil rudo, pues la fruta y la facilidad para ser bebido marcan este vino de Toro. Se intentó desde su primera añada no pasar de ciertas graduaciones, mejora la acidez, hacer vinos bebibles; un concepto que ahora es fácil de transmitir, porque está muy extendido y se cuenta con un mercado donde se han superado ciertos prejuicios sobre los vinos de Toro, pero antes había que explicarlo. Es más, en su etiqueta rezaba: “Está ante el nuevo vino de Toro. Este vino ha roto con lo tradicional negativo, manteniendo lo básico” y hacía alusión a la armonía entre los “delicados aromas y sabores” de la tinta de Toro, y los derivados de “una delicada crianza en roble”.

Comenzaron a principios de los 70 con este vino, pero no sería hasta 1982 cuando empezó a ser reconocido en el extranjero. Esa añada marcaría un antes y un después no sólo en la bodega, sino en Toro, porque tuvo muy buenas calificaciones en el extranjero. “En ese momento exportábamos más del 80%, era imposible vender ese perfil de vino en España. Y con esa puntuación, empezaron a hablar bien de Toro en el extranjero”, explica Fariña “padre”, algo que acabó repercutiendo también en el mercado español: “fue un empujón necesario para la zona”, puntualiza.

Justo cinco años después se creó la D.O. Toro, en 1987, un hito en el que Manuel Fariña participó con empeño, siendo el primer presidente de la denominación. Estos vinos fueron fundamentales en los primeros pasos para sacar todo el provecho a una región donde grandes marcas en los últimos años han apostado para elaborar sus vinos, debido a sus posibilidades vitivinícolas.

Desde que comenzaron a elaborar vino embotellado, la obsesión ha sido siempre hacer vinos muy bebibles, asequibles y con gran volumen, puntos que consideran clave no sólo para posicionarse en el mercado, sino para conservar el patrimonio vitivinícola con el que cuenta Toro.

Fotos: Bodegas Fariña

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