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Clientes Modernos

Fotografía: Valentin Lacoste

Me gustaría compartir una pequeña reflexión sobre estos dos últimos años y de cómo ha evolucionado el consumidor de vino, nuestros clientes modernos.

Puesto que es la primera vez que escribo sobre mis experiencias y opiniones lo primero que voy a hacer es presentarme, mi nombre es Rocío Yagüe, me dedico a la sumillería en servicio de restaurante. A pesar de estar ya en la treintena, y haber tenido la oportunidad de trabajar en las mejores salas de España, me considero una recién llegada a este mundo, y cuanta más gente conozco en este sector más cuenta me doy del camino que me queda por recorrer. Hechas las presentaciones me gustaría compartir una pequeña reflexión sobre estos dos últimos años y de cómo ha evolucionado el cliente a la hora de consumir vino.

Ser sumiller en un restaurante es un trabajo glamuroso, aún que en ciertos momentos muy desagradecido.

El consumo de vino en casa es por todos sabido que aumentó durante la cuarentena y sus meses posteriores. Desde el momento en el que se abren las terrazas, después de meses encerrados, se genera un sentimiento de ahora o nunca. Se acabó el guardar vino para ocasiones especiales porque nunca sabemos que nos podrá volver a pasar, esto se tradujo en que las mejores etiquetas eran las primeras en salir de esas bodegas cerradas. Clientes que habitualmente consumía vinos que, en restaurantes de media solían estar en torno a los 30€, se acostumbraron a disfrutar de sus vinos, que en las webs podían encontrar fácilmente y a un precio mucho menor, subieron su listón de manera notable.

Después de quemar las mejores referencias de las mejores bodegas había que seguir bebiendo y ese consumo hogareño generó en los clientes curiosidad por descubrir nuevos vinos, nuevos sabores y nuevas bodegas que no solo se bebían por el disfrute en sí mismo, si no que daban lugar a conversaciones con más gente, generadas por esos descubrimientos y todo lo que surgía alrededor.

Esos clientes ávidos de nuevos vinos han desplazado las grandes denominaciones y han dejado paso en las cartas de los restaurantes a denominaciones más pequeñas, productores desconocidos y elaboraciones distintas a la norma habitual. Gracias a ellos, ahora el trabajo del sumiller es más entretenido, nos obligan a mantenernos actualizados, a buscar lo diferente y cosas cada vez más interesantes.

Como conclusión está pandemia nos ha dejado consumidores inquietos, cartas donde se abren paso proyectos interesantes con historias que tienen que ser contadas y lo mejor que nos ha dejado es cada vez más clientes dispuestos a escucharlas y ser recomendados.

En el mundo del vino hay espacio para todos y el cliente final comienza a tomar consciencia.

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