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Finca la Emperatriz: evolución de una bodega a través de sus vinos

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Es sabido que sin duda las añadas marcan la diferencia entre los vinos que llevan la misma elaboración años tras año sin apenas cambios. Para demostrar estos cambios no hay otra que realizar una cata vertical, ésta siempre se realizará con la misma marca y con diferentes añadas – en este caso catamos la primera añada del 2016 hasta la última del 2019, que saldrá al mercado en enero del 2024-.   

La Bodega Finca La Emperatriz ha reunido a un elenco de periodistas y escritores del vino para poder realizar la cata y comprobar la evolución de la bodega a través de sus vinos top, tanto blancos como tintos. Antes de describir los vinos quisiera hablaros de esta fantástica bodega de D.O.Ca Rioja, que ya desde su comienzo marcó distancias significativas en su zona de producción.  

La historia de Finca La Emperatriz y sus orígenes se remontan a Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III y última Emperatriz de Francia, título al que la finca debe su nombre. En 1878 la Emperatriz, en aquel entonces propietaria de la finca, presentó a concurso en la Exposición Universal de París un vino que fue premiado.  Estaba elaborado a partir de estos viñedos, en Baños de Rioja (D.O.Ca. Rioja Alta), con el reconocimiento en aquel entonces del potencial y la singularidad de la finca. Con el paso de los siglos la propiedad fue cambiando de manos hasta que en 1996 la adquiere la familia Hernáiz, desconociendo entonces la historia y el potencial de la propiedad.  

Cuatro años después Eduardo y Víctor Hernáiz toman las riendas del proyecto con el claro propósito de elaborar vinos de calidad de este histórico viñedo. La finca cuenta con 101 hectáreas se encuentra entre las sierras Cantabria y Demanda, a 570 metros de altitud, una de las mesetas más elevadas de la Rioja Alta, le confiere un clima más continental con influencia atlántica. viñedos en vaso de entre 50 y 65 años, plantados en suelos de canto rodado, a 570 metros de altitud. 

Finca la Emperatriz Tinto y Blanco nacían con la añada 2016 y ahora los Hernáiz presentan la que será la cuarta, Finca la Emperatriz 2019 en ambas versiones. Eduardo y Víctor, al frente de Finca la Emperatriz -su proyecto más reconocido-, presentaban las cuatro añadas para poder evaluar su evolución y comprobar si realmente cumplen con la idea inicial, vinos con capacidad de guarda gracias a una acentuada acidez que con el paso del tiempo se convierte en frescura y un paso elegante. 

Claro el objetivo, nacían estas dos elaboraciones top de la bodega. Finca la Emperatriz Tinto es una combinación de tempranillo, con un 20% de garnacha y un pequeño porcentaje de viura, seleccionados de las viñas más viejas de la finca. Finca la Emperatriz Blanco, se trata de un monovarietal de viura la mitad del vino fermenta en depósito de hormigón y la otra parte en barricas de roble francés de 225 litros.  

Cata de blancos de Finca La Emperatriz 2016, 2017, 2018 y 2019 

La intensidad aromática de las cuatro añadas es alta y super expresiva, quizás la diferencia la encontremos lógicamente en la edad que tiene cada vino y en lo fresca o calurosa que fuese la cosecha en cada uno de los años. Los cuatro vinos tienen un dominio de la variedad fusionados con finos de aromas que le aportan el roble francés y americano – notas especiadas, ligeros ahumados y pequeños toques de tostados-, nos transporta al interior del bosque con notas de sabinas, resinas agradables, propios del paraje donde se encuentra el singular viñedo con el que se elaboran estos vinos.  

 Sin duda la añada que mejor expresa la idea de larga guarda, elegante y fresco con gran acidez es la del 2016, obviamente la edad ha desarrollado aromas de fruta muy madura, asada en el caso de la manzana y super interesantes los frutos de hueso secos como el melocotón, albaricoque, ciruela claudia, el vino va abriendo y expresa aromas de piel de naranja confitada, caramelo de limón. La tensión que encontramos en la boca es extraordinaria fruto de una acidez alta perfectamente integrada con el resto del vino.   

 En cambio, 2017 y 2018 fueron añadas muy inestables de heladas tempranas, lluvias, granizo y calor esto aporta características muy diferentes a los vinos, la cosecha del 17 tiene aromas más florales, con hierbas aromáticas, hay fruta de hueso madura como el níspero, albaricoque. En boca es seco, sabroso, menos expresivo, más tímido, le falta la tensión y el nervio que tiene el 2016, sigue siendo excelente. La añada del 18, cuenta con los mismos aromas pero se unen a las hierbas como la lemon grass. La boca vuelve a ser muy sabrosa, con cuerpo, la tensión y el nervio provocada por la acidez super integrada, se agradece, es largo y muy profundo, este vino está de lujo.  

 Por fin llegamos a la del 2019, que como he comentado no saldrá al mercado hasta enero, por lo que tengo en mis manos una primicia, es una suerte porque rara vez sucede. Aromas frescos de hierbabuena, manzana ácida, jengibre, especias dulces y picantes que aporta el roble francés, es muy elegante en nariz a la par que expresivo. La boca está marcada por la sapidez, con cuerpo, la acidez alta muy integrada de nuevo nos provoca tensión, este vino es ancho, largo y con volumen. Por todo esto quizás sea el que más recorrido pueda tener, aunque esto se verá en la evolución que tome a través de los años. Podría asegurar que este es el más parecido a la añada 2016. 

 Cata de Tintos de Finca La Emperatriz 

Al igual que en los blancos la intensidad aromática de las cuatro añadas es alta y super expresiva, con las diferencias climáticas de cuatro años bien diferenciados en el clima. Los aromas de monte bajo – sabinas, jara, resinas- al igual que en los blancos, está claro que no es la variedad de uva y si el entorno singular donde se encuentran estos viñedos. El trabajo excepcional con la madera que aporta los diferentes aromas balsámicos y especiados.  

2016.- Destacan los aromas de fruta negra muy madura -cassis, arándanos, ciruela negra-, en ningún momento aparecen aromas de mermeladas, algo que no sería extraño por la edad del vino.  En boca sorprende por su elegancia, el tanino noble de fruta, el equilibrio con la acidez, la nobleza de la madera, se unen y nos hacen disfrutar. Es largo, profundo sin duda un excelente vino.  

2017.-Esta añada, a pesar de la helada que la marcó, fue bastante cálida al final y se percibe a la perfección en los aromas de fruta negra sobre madurada – cassis, arándanos, ciruela negra- aromas muy licorosos. La madera como en la añada anterior con los mismos aromas, muy bien trabajada. En boca tiene mayor carnosidad, el tanino de fruta bien maduro, con una acidez menor es un vino sin duda, más ancho con mucho más cuerpo. Aquí la fruta puede masticarse. Es muy diferente al anterior, igualmente tiene una excelente calidad. 

 2018.- Los aromas en esta ocasión tienen frutas rojas y negras, lácteos que no aparecen en las demás añadas, con pequeñas notas verdes, fruto de la añada tan desigual. Los aromas de la madera se integran a la perfección aportando balsámicos, ligeros tostados y unas especias quizás más picantes que en los anteriores vinos. En boca es de cuerpo más ligero, los taninos de fruta cubren la boca con una fantástica acidez, en esta ocasión el vino es más vertical.  

2019.- Aromas de frutas rojas -frambuesa y fresa- que se unen a la grosella negra. Balsámicos de la madera está muy bien trabajada sin camuflar lo que realmente importa la fruta -algo que les agradezco-, el regaliz y las sabinas vuelven aparecer en esta añada, alguna especia, están tímidas pero seguro que con más tiempo en botella saldrán para darnos alguna sorpresa. En boca el vino está super vivo, con taninos que piden más botella, tiempo para poder expresar todo su potencial, la sapidez alta, el suelo marca junto con la acidez que vuelve a provocar tensión. Al igual que en los blancos, esta añada coincide en muchos aspectos con la del 16. Sin lugar a duda es un gran vino que con el tiempo dará muchas alegrías a esta fantástica bodega. 

La conclusión de esta maravillosa cata es que el recorrido de Finca Emperatriz, a pesar de su corta existencia, es excepcional. Donde el amor por el viñedo, el respeto hacia el suelo, dan como resultado una uva de gran calidad, seguirán logrando grandes éxitos. 

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