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Real Decreto de la norma de comercialización. Sí, pero no…

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Se ha publicado un borrador de real decreto para modificar la norma de comercialización y regulación del sector del vino. A priori, el fin que se persigue está bien, no se puede criticar lo más mínimo. Otra cosa diferente son los medios que se quieren emplear para conseguir algunos de los puntos.

Además de pretender algo quimérico, creo que no han hablado lo suficiente con las diferentes partes del sector para que se les explique lo que puede o debe ponerse y lo que no. Pero antes de empezar, veamos los rasgos principales y fundamentales que se pretenden:

El articulo más conflictivo, a mi modo de ver, es el que dice que “Las uvas de vinificación que se destinen a bodegas para su transformación en vino sin indicación geográfica, deberán proceder de parcelas en las que los rendimientos por hectárea nunca superen los 20.000 kg/ha para uva tinta y 25.000 kg/ha para uva blanca”. Esto tal cual se dice está perfecto, no se deben permitir rendimientos como los tenidos hace un par de años de 50 o 60.000 kilos por hectárea.

Lo que pasa es que luego dice que en todas las campañas que sea necesario y a partir de enero se podrá activar el almacenamiento. Y que el exceso de producción se deberá dedicar solamente a mosto, vinagrerías o destilación.

Esto nos lleva, por un lado, a que la uva tendrá que tener dos precios y toda la uva que este año supere las limitaciones de rendimientos especificadas anteriormente se deberá pagar a un precio más barato, mucho más barato,  ya que si el destino es alcohol y como este alcohol no puede ir más que a biodiesel, el hectogrado se podrá pagar solo a unos pocos céntimos el hectogrado, entre 20 y 40 céntimos de media, en función del precio que tenga el biodiesel. Si va a vinagrerías, el efecto será mínimo ya que tampoco el sector puede tirar de una cantidad grande de vino y ante la oferta el precio también bajará. Y si va a mosto, pueden también inundar este sector y hacer que el precio baje. El mosto se vende, pero el problema es el precio en los mercados internacionales, por tanto, se debería bajar el precio bastante para ser competitivos y poderlo comercializar.

Por tanto, todo esto puede servir para hundir más el mercado. Lo que está por ver es si el resto del vino logra tener un mayor precio en los mercados, cosa que hay quien duda mucho en años de producciones altas, que es cuando se activarán estas medidas.

Otro problema, y no es pequeño, es el de la inmovilización. Se dice que si hiciera falta se podrá poner en marcha una inmovilización, el problema viene que aquí se discrimina gravemente al elaborador particular de uvas, que, a la hora de comprar y pagar la uva, no sabrá si tendrá que inmovilizar una parte de su vino. Luego, le pueden decir que tiene que hacerlo y tener un vino que ha pagado, sin poderlo vender durante equis meses, con el consiguiente quebranto económico y discriminación, por ejemplo, con el sector cooperativo que no tiene que pagar la uva.

Este extremo se debe corregir en el articulado final si no se quiere cometer una discriminación al sector privado con respecto al resto.

En resumidas cuentas, está bien intentar controlar la producción de uva, pero aquí debe haber un diferencial de precios importante, tanto como para que al agricultor no le compense cobrar menos el kilo, pero que vea que, si produce mucho, cobrará más, aunque sea a menor precio, si no, esta medida no tendrá efecto.

Hay que tener cuidado y estudiarlo detenidamente no sea que se inunde el mercado de mostos, vinagrerías y alcoholeros y sirva para hundir los precios.

Hay que intentar acotar la perspicacia, ya que en años grandes me da a mí que vamos a tener viñas de secano, que van a dar “milagrosamente” 20.000 o 25.000 kilos por hectárea, ya me entienden ustedes.

Y hay que estudiar no perjudicar a ninguna parte del sector, ya que hay una cosa clara, en esto habrá o no habrá culpables, pero el elaborador particular que abre su bodega y compra uva, no es el culpable de que una viña tenga 50.000 kilos por hectárea, por tanto, no se le debería hacer pagar los platos rotos.

RECTIFICACIÓN. – En el artículo de la semana pasada dedicado a José Ortigüela, tuve un fallo de memoria, debido, como les dije, a mi poca edad en aquellos momentos, que un buen amigo ha tenido a bien rectificarme, y es que junté, sin saberlo, a dos muy amigos de mi padre y entonces muy comentados en mi casa, como eran Ortigüela y Melquiades Entrena, que era quien realmente tenía bodegas Berberana y el vino que indicaba, Carta de Plata. Cuando en realidad eran competencia. No obstante, el articulo tanto vale para uno como para otro, ya que Entrena, fue otro de los que yo siempre he dado por llamar Caballeros del vino. Rectificado queda, pido disculpas por el involuntario error.

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