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Montilla-Moriles se reinventa entre tradición y vanguardia

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Vista de viñedos de la D.O. Montilla Moriles / Foto: D.O. Montilla Moriles

Las tierras albarizas que se extienden sobre la Sierra de Montilla y los Altos de Moriles, donde nacen los vinos de calidad superior encierran varios misterios, entre ellos el verdadero origen de la variedad pedro ximénez que, leyendas aparte, la mayoría de los ampelógrafos actuales se inclinan a pensar que su origen está cerca de las vides de carácter mediterráneo.

Aunque la rentabilidad del olivar de producción intensiva le ha hecho retroceder de forma alarmante en los últimos años, cerca de 2.000 familias, muchas de ellas en régimen de minifundio, cultivan las 4.850 hectáreas de la Denominación de Origen Montilla-Moriles en los 18 municipios cordobeses que abarca y de ellas dependen de manera directa alrededor de un centenar de empresas.

Cerca de 2.000 familias cultivan las 4.850 hectáreas de la Denominación de Origen Montilla-Moriles en 18 municipios cordobese.

La producción de esta DOP, una de las más prestigiosas de España, fue en 2020 de cerca de 24 millones de litros, aunque un año antes apenas llegó a los 20 millones, y exportó 1,2 millones de litros, apenas un 5% del total con mayor predicamento en Países Bajos, República Checa e Inglaterra.

Como la mayoría de los parajes vinícolas del mundo con personalidad propia, Montilla tiene también sus peculiaridades, unas peculiaridades que producen un vino único e irrepetible en unos suelos de carbonato cálcico y gran ondulación, que no serían aptos para otro cultivo que no fuese el olivar, elevadísimas temperaturas que en verano se apalancan durante el día en torno a los 40 grados y al sempiterno canto de las chicharras, ausencia continuada de precipitaciones y un profundo olor a jara.

Podríamos haber elegido otras visitas pero, en esta ocasión, hemos optado por tres bodegas y un lagar con historia que permiten pasar un buen par de días de disfrute en Montilla y alrededores. Moriles queda para otro día.

Lagar Blanco

Miguel Cruz Marqués es uno de los más reputados enólogos de la denominación de origen, un estudioso de los vinos de Montilla-Moriles, didáctico en sus explicaciones y defensor a ultranza de los vinos tradicionales elaborados con las ventajas que nos da la tecnología actual. A su juicio no es concebible que algunos establecimientos cordobeses defiendan como producto genuino “el fino turbio con olor a caño”, una de las mejores formas de espantar al turismo de calidad y de poner en duda las virtudes del fino, uno de los vinos más singulares y universales de España.

Su finca Cuesta Blanca, cuya cota roza los 700 metros de altura, es un compendio de albarizas que, en algunos cortes, ofrecen un blanco profundo que se mezcla con olivos, almendros, higueras y nogales. Allí, en Lagar Blanco, una antigua cooperativa que cayó en el olvido y fue rescatada por Miguel, reposa el vino en tinajas tradicionales hasta que el propietario saca a la calle su producción que se sitúa en 60.000 litros en total.

Vinos y vinagres de Lagar Blanco. Foto: Lagar Blanco

Alvear

Alvear, la bodega más antigua de Montilla-Moriles, ya que data de 1729, cuenta entre sus vinos más interesantes con el Fino Capataz, uno de los finos más originales de la zona con tonos herbales, salinos, de flores marchitas e incienso y una boca con aromas salinos, yodados, aceitunados y algo amargosos. Pero una de sus joyas es el Amontillado Solera Fundación 1729 de color dorado viejo con aromas punzantes de avellana y notas maduras en boca, así como tonos de panadería y semillas de amapola. Y qué decir de sus PX, desde los de año, pasando por los de añada, una de las pocas bodegas que lo hacen, o los viejos viejísimos.

Entre esas elaboraciones se encuentra el Fino Lagar Blanco, un compendio de flor de azahar, tonos almendrados, levaduras, ligera salinidad y una amplia boca llena de matices, tantos como los que aporta su amontillado con tonos a piel de naranja confitada o su excelso palo cortado, toda una rareza en Montilla, ya que su ubicación más habitual es la del Marco de Jerez. En él se conjugan la miel de flores, el aroma a azahar, la confitura de naranja y los tonos de frutos secos. Y es momento de destacar su vino de tinaja, un canto a los grandes mostos de pedro ximénez.

Cata de vino Alvear. Foto: Alvear

Lagar La Inglesa

Lagar La Inglesa, propiedad actualmente de Antonio Doblas Alcalá, respira historia por los cuatro costados. El edificio data de principios del siglo XIX y alberga algunas de las botas de vino generoso más antiguas del mundo. El edificio fue adquirido por Antonio Doblas en 1974 a la familia Alvear a quien pertenecía desde 1807 en que la mandó construir Diego Alvear y Ponce de León, casado en segundas nupcias con Luisa Rebecca Ward, más conocida como La Inglesa. Su primera esposa y sus hijos murieron en el galeón Nuestra Señora de las Mercedes, hoy de nuevo en boga por la serie de Alejandro Amenábar, mientras el marino montillano y su primogénito se libraron de una muerte segura al encontrarse en otro navío.

En el palacete se encuentran los libros de registro de la expedición que fueron utilizados en los juicios de Estados Unidos para rescatar los restos del cazatesoros Odyssey para el patrimonio español.  El lagar cuenta con grandes vinos que van desde el fino en rama o el fino pasado, espectacular, a los excelsos amontillados que parten de la solera fundacional de 1927.

Barricas en Lagar La Inglesa. Foto: redacción

Bodegas Robles

Es en ese año 1927 cuando arranca Bodegas Robles, una de las bodegas montillanas de mayor tradición. Sus actuales mentores, con Francis Robles a la cabeza, les dieron una vuelta a los productos y apostaron por los vinos ecológicos, además de por otros productos como vinagres, gelatinas y reducciones. Heterodoxo donde los haya, pensando siempre en el consumidor, especialmente en las nuevas generaciones, es de justicia resaltar su fino Piedra Luenga Bio o su oloroso del mismo nombre. Y fiel a sus principios de innovación, Robles, con buena parte de sus viñedos en Santaella, apuesta por espumosos con crianza elaborados con px y unos vermús elaborados con influencia andalusí.

Botas en Bodegas Robles. Foto: Bodegas Robles
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