Entre opacidad y transparencia
Parece que la cantidad de escándalos que están aflorando en este país lo están llevando a una catarsis, casi autoflagelación, y palabras como transparencia están en boca de todos.
Es curioso que en las cartas de añadas de las distintas zonas de producción no hay cosechas malas o muy malas, salvo alguna que fue bebida hace decenios. También llamaba la atención que las comunicaciones “oficiales” decían siempre que las condiciones eran ideales para la maduración perfecta de la uva. Y daba igual que hiciera calor o lloviera, año tras año la avalancha de noticias decían que todo era perfecto. Había terror a la verdad, mientras –a Internet gracias- uno podía enterarse de si las tormentas habían hecho daño en Italia, o las heladas en Chile o el frío en Francia, aquí nada: "condiciones ideales para la perfecta maduración de la uva” y tan frescos.
Pero este año parece que las cosas van cambiando, valga como ejemplo una de las zonas vitícolas más importantes, o la más importante, como es la D.O.Ca. Rioja. En este mismo medio, a primeros de octubre escribía sobre el peligro que corría la uva, todavía mucha, en el campo y agradecía a la Estación Enológica de Haro el que hablaran sin eufemismos sobre las expectativas de la cosecha, fui testigo de la charla. Pues bien, parece que el ejemplo ha cundido y en el apartado de vinos de la edición digital del Diario La Rioja se han podido ver notas como esta del día siete de octubre “El boletín de maduración avisa de posible botrytis”, o artículos como este “La lluvia y la carga de las viñas frustran buena parte de la expectativa de calidad de la añada” del día 15. Esto era casi impensable, basta con poner “botrytis” en la hemeroteca del citado diario. Aunque siempre hay quien no le parece suficiente, como a Antonio Remesal, con quien estoy de acuerdo en buena parte de sus apreciaciones, aunque no de todas sus conclusiones. El Consejo y la Enológica han sido más claros que nunca, pero el viticultor, o el enólogo, saben lo que tienen en el campo y este año el riesgo era máximo. Más ácido se muestra Mario Tejada en su entrada “Más putas que en vendimias” –que no va de amor mercenario-, aunque como bien dice es el jefe el que decide si corta o no corta y no el Sr. Lecea.
De otro ejemplo de trasparencia se hacía eco el Director de este medio la semana pasada. Obviamente dar los datos de una cosecha cuando se está vendimiando la siguiente no parece lo óptimo. Pero cuidado con llegar al striptease. Vamos que si de lo que se trata es de informatizar los libros oficiales de bodega con entradas, salidas y existencias a fin de mes; y que los datos globales sean públicos, por zonas o regiones, color de vino y poco más, perfecto. Pero decir si está en venta o vendido o para embotellar, no parece lo más apropiado, simplemente porque se puede mentir y manipular el mercado sin posibilidad de sanción.
A ver si lo que pasa es que los agentes o players del sector le tienen aversión al riesgo y quieren que alguien les asegure que siempre van a ganar. El símil que hace Javier de un as más en la baraja es elocuente. Los negocios se hacen conociendo bien el mercado, y eso es un valor añadido de los buenos profesionales, y este siempre será volátil. No será mejor preguntarse ¿para quién es bueno que se sepa que hay muy poco?¿Para quién es bueno que se sepa que hay mucho?¿Siempre va a ser bueno para mis intereses? A ver si va a pasar como con la dichosa destilación.
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Químico Industrial y Enólogo
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Consultor y enólogo
Enólogo que escribe a ratos sobre los temas de los que sabe algo, o eso creo.
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