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Polonia se agarra al tren del vino

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Polonia se agarra al tren del vino.

Polonia no es un país ligado al vino, aunque cuenta con una historia parecida a la de otros países de su entorno con una expansión, muy limitada, propiciada por monjes benedictinos y cistercienses y ligado a las prácticas litúrgicas. Sin embargo, el cultivo de la vid ha pasado de los jardines de las casas a las bodegas industriales de manera muy modesta.

La vitivinicultura en Polonia se extiende por todo el país, pero las cifras oficiales hablan de 560 productores, aunque solo 330 de ellos venden sus productos y algo más de una veintena con presencia en el mercado, un área cercana a las 560 hectáreas, con ligero predominio (53%-47%) del vino blanco sobre el tinto, y una producción aproximada de 1,5 millones botellas.

El renacimiento de la vitivinicultura en Polonia según un artículo del periodista Wojciech Gogolinski, uno de los grandes especialistas del sector en el país, se produce en los años 80 gracias a Roman Mysliwiec, conocido en la prensa como el “Dionisos Polaco”.

Mysliwiec fundó la primera bodega moderna en Jaslo, sureste del país, e introdujo los primeros plantones de vid para la elaboración de uva de mesa desde Ucrania, Hungría, Checoslovaquia y finalmente Alemania.

Mientras el consumo de vodka y licores fuertes cayó en 2020 un 11,8% y el de cerveza un 3,4%, el consumo de vino se incrementó un 5%, gracias a la cultura del vino y a su degustación moderada como producto hedonista.

La mayoría de las viñas polacas son muy jóvenes, casi todas con menos de diez años y tantas castas, entre vitis vinífera e híbridos importados, que sería casi imposible enumerarlas todas, aunque se habla de más de 70. Domina en blancas la riesling, a la que acompañan chardonnay, pinot blanc, pinot gris, gewürztraminer y las híbridas solaris (cruce de riesling y pinot gris con zarya severa y moscatel ottonel), hibernal (cruce de seibel y riesling), seyval blanc (cruce de seibel y rayon d´or) y johanniter (cruce de riesling, seibel, pinot gris y gutedel).

 Y en tintas, pinot noir, merlot, cabernet sauvignon y las híbridas régent (cruce de la blanca diana procedente a su vez de la hibridación de sylvanner y müller thurgau y la tinta chambourcin procedente de la seibel), zweigelt (cruce de blaufränkisch, la pinot noir del Este, y saint Laurent) y rondo (cruce de zarya severa y saint laurent).

La mayor parte del viñedo polaco se localiza en el sur y el oeste del país, en provincias como Malopolska, Podkarpacie, Slask y Lubuskie, que se benefician de temperaturas más cálidas y cuentan con más horas de insolación, pero sin  olvidar el norte donde se ubica la bodega Turnau en Baniewice, una de las mejores del país, con 34 hectáreas de viñedo plantadas y excelentes vinos de riesling 2020, en la mejor línea de los buenos vinos centroeuropeos, y el rondo-regent 2018, una explosión de fruta.

Muy cerca de Cracovia se sitúa Srebrna Góra establecida en 2009 en unas lomas que circundan el monasterio de Bielany y con extensión hasta la localidad de Przegorzaly en el frondoso bosque de Wolski. Desde 2011, la dirección técnica corre a cargo de Agnieszka Rousseau, una de las enólogas polacas más reputadas.

La propiedad se extiende sobre un total de 28 hectáreas divididas en tres grandes parcelas, una de ellas ubicada sobre el cráter de un antiguo volcán. Otra, tan importante como la anterior, se extiende por las laderas del monasterio de los monjes camaldulenses, en un paisaje de ensueño que va a parar cerca de las orillas del río Vístula, en una atmósfera de misticismo que, según sus mentores, se transmite al vino. Las uvas plantadas son chardonnay, riesling, gewürztraminer, zweigelt, siegerrabe, pinot gris y pinot noir y las híbridas regent, rondo, johaniter, solaris, seyval blanc y cabernet cortis (cruce de cabernet sauvignon y solaris).

Guillaume Dubois es un francés, con ascendencia polaca, enamorado del país que elabora en su bodega Gostchorz el, a juicio de muchos, mejor espumoso del país, su Gost Art 2016 en una propiedad de 15 hectáreas.

Una de las personas que más han contribuido a incrementar la cultura y el conocimiento del vino en el país es Pawel Gariorek, hombre de negocios, importador de grandes vinos de todo el mundo y copropietario del hotel Dwor Sierakow, un palacete que data del siglo XV, aunque con una reforma importante en el siglo XVIII y que fue adquirido por el actual propietario y su mujer en 2005. Ubicado a unos 20 kilómetros de Cracovia, en el medio de un bosque, el Dwor es un complejo enoturístico que alberga un importante restaurante con referencias vinícolas de todo el mundo, un spa con productos derivados del vino y un importante club de vinos (domwina). Todo un lujo para los sentidos.

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