El sector del vino tiene un grave problema con los destilados

Casi como de puntillas, con muy poca publicidad, se está discutiendo en la UE una cosa que puede influir enormemente en los vinos a granel en años venideros.

Nos estamos jugando el poder destilar o no más de 6 millones de hectólitros. Esto es la producción de 125.000 hectáreas aproximadamente, y conlleva muchos jornales y puestos de trabajo, tanto directa como indirectamente, además de la posible desaparición de gran parte de nuestras alcoholeras.

Por hacer algo de historia, (aunque sin profundizar en detalles técnicos, ya que estos se tratarán la semana próxima), esto viene de Francia que, desde hace años, empezó a utilizar fraudulentamente como materia prima los subproductos de la vinificación para producir destilados y aguardientes de vino.

En España, desde hace un año aproximadamente, podemos ver en nuestros supermercados lo que antes era brandy con la misma marca, la misma etiqueta… pero debajo, en letra no muy grande, en lugar de brandy, pone bebida espirituosa. Esto significa que el alcohol que lleva no tiene por qué ser de vino, de hecho, y por precio, no lo es, es de melaza, de maíz, o de cualquier otro vegetal.

Pues bien, ahora, amparados por Francia, y apoyados por la FEBE española, se pretende que pueda poner brandy, pero hacerlo con cualquier tipo de alcohol. Igualmente Se podría utilizar el alcohol que quieran para el Jerez, y se quiere subir a este carro el Oporto. Lo primero que se notaría es la bajada de calidad, se quitarían las soleras, en fin, que lo que es el Brandy, en pocos años pasaría a la historia.

Desde estas páginas queremos hacer reflexionar a quien apoya esto, la FEBE (Federación Española de Bebidas Espirituosas) y a todos los estamentos, políticos, autonómicos, nacionales y europeos, que se lo piensen muy bien antes de hacer este desaguisado, que, económicamente les puede venir muy bien, pero que desvirtúa la esencia de algo muy nuestro.

Quizá, como mal menor, la solución venga por la cohabitación de ambas cosas, aunque la destilación lo notaría enormemente, pero que hubiera una clara distinción en la información de la etiqueta entre lo que procede de alcoholes no vínicos a los alcoholes vínicos, que la gente no se crea, como pasa ahora mismo en multitud de ocasiones, que quien va a comprar una botella de su brandy de toda la vida, resulta que, a buen precio, se está llevando la misma botella, la misma etiqueta, pero abajo con una pequeña leyenda que pone en lugar de brandy, bebida espirituosa, sin que una gran mayoría sepa cuál es el verdadero cambio.

Ayer, martes 26, hubo una reunión en Bruselas para empezar a discutir esto, aún no tengo noticias de lo que sucedió, pero desde El Correo del Vino, animamos a todos los estamentos, asociaciones, sindicatos, etc. a que hagan lo posible por parar este despropósito del cual nos arrepentiremos enormemente recordando los años en los que, de todos es sabido, las alcoholeras son las que nos han sacado las castañas del fuego.

Javier Sánchez-Migallón

Director Ediciones Albandea y El Correo del Vino