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Las claves de futuro para la DO Ribeiro

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Las claves de futuro para la DO Ribeiro
Las claves de futuro para la DO Ribeiro

Con motivo del primer Salón de Vinos de la DO Ribeiro celebrado en Madrid el 27 de mayo, y organizado por Guía Peñín, tuvo lugar la cata Diversidad, complejidad y tradición. Los vinos mejor puntuados de la DO Ribeiro», donde se dio especial protagonismo a los vino blancos envejecidos en botella, al tinto y a la joya enológica de la denominación, el vino tostado. «

Los vinos escogidos para la cata no son los únicos con altas puntuaciones pues, ahora mismo la puntuación media de los vinos de la DO Ribeiro, catados por la Guía Peñín, está en 90 puntos, donde 85 de los 146 catados para la guía 2020 están por encima de los 90 puntos. Aunque, bien es cierto que estos vinos no son tan accesibles fuera de su zona, en ocasiones por la baja producción que puede limitarse a 2.000 o 3.000 botellas, la calidad que están demostrando está sirviendo para que se amplíe el conocimiento de los vinos de esta denominación, así como su valoración en otras zonas de distribución.

Para la ocasión, Carlos González, director técnico de la Guía Peñín y el encargado de dirigir la cata, escogió 4 vinos blancos sin madera, pero con diferentes tiempos en botella, para ver su capacidad de evolución. Además, se completó con un tinto, como muestra del potencial de este tipo de vinos en la denominación y un tostado, un vino naturalmente dulce con larga tradición en la zona, pero tal vez el más desconocido. En esta degustación también estuvo el presidente de la denominación de origen, Juan Manuel Casares, quien completó con datos técnicos e históricos las explicaciones.

Vinos blancos, reinados por la Treixadura

La Denominación de Origen Ribeiro se caracteriza por sus vinos blancos, “muy aromáticos, por las variedades empleadas”, donde predominan con más de un 90% las blancas, con una apuesta clara desde hace varios años por las variedades autóctonas como la Loureiro, la Godello o la Albariño, pero donde “la Treixadura es la reina” explica Juan Manuel Casares, presidente de la denominación.

Además, ahora están empezando a valorarse no sólo como vinos del año, sino que ha quedado demostrada su buena evolución en botella, a pesar de no emplear barrica en muchos casos, gracias al trabajo de lías en bodega.

El primer vino sí que fue un vino del año: Pazo Tizón Extramundi 2018, de Pazo Tizón, con 92 puntos. Este vino se elabora con Treixadura (50%), Albariño (35%), Loureira (10%) y Godello (5%) en el Valle del Avia, y fermenta en depósito de acero inoxidable. Recién embotellado, de color pajizo con reflejos verdes, presenta notas a manzana y melocotón en nariz; correcta acidez y con toques de dulzor. Las razones para su alta puntuación, según explican desde Guía Peñín: “porque es sincero, demuestra su origen, traslada lo que hay en la viña a la botella: notas claras de Treixadura, con cuerpo y buena acidez”.

En segundo lugar, estaba Vilerma 2017 con 93 puntos. Vilerma es una de las bodegas históricas de la zona y fue de las primeras en apostar por la defensa de las variedades propias de la DO. La presencia de la Treixadura es mayor en este vino (60%), aunque cuenta con Lado (10%), Albariño (9%), Godello (9%), Loureira (8%) y Torrontés (4%). También fermentado en acero, pero con un año más en botella. De color amarillo verdoso, presenta notas herbáceas, a hinojo, y un tono más salino y mineral en boca.


Los vinos blancos de la DO Ribeiro tienen gran potencial de envejecimiento en botella, pero suelen salir más pronto de lo que debieran porque así lo solicita el mercado.


El tercer vino, elaborado por Bodegas Alanis, una de las de mayor producción de la zona (unas 300.000 botellas) era Gran Alanís 2016, con 92 puntos. Aquí la Treixadura predomina (85%) frente al Godello (15%). Mismo tipo de elaboración que los anteriores: fermentación en inox, con trabajo sobre lías, pero con dos años en botella. En este vino ya se empiezan a notar toques reductivos y de fruta compotada, redondo en boca, con acidez y recuerdo largo. “Este vino, una vez terminado, debería esperar dos años en bodega antes de sacarlo al mercado para llegar así a otro perfil de público que va a valorarlo y va a estar dispuesto a pagar más por él”, afirma Carlos González.

Para terminar la ronda de blancos: Terra do Castelo Treixadura Selección 2013 (de Terra do Castello, con 92 puntos). Este vino es un ejemplo de los monovarietales que comienzan a elaborarse en esta denominación de origen, aunque lo más extendido sean los plurivarietales. Con 12 meses de trabajo de batonage en inox, pasa 5 años en bodega antes de salir al mercado. Amarillo brillante, pero sin llegar al dorado, destacan las notas a frutos secos y hierba seca, con más complejidad; toques amielados y sabroso en boca, con un punto de amargor que evita que sea pesado.

Con estos cuatro ejemplos, se quiere demostrar la capacidad de guarda de estos vinos, que en ocasiones salen demasiado pronto a la venta, porque una vez agotada la añada anterior, el mercado ya está demandando la nueva. Por eso, para defender y promover el valor que adquieren cuando pasan determinados años embotellados, se anima o bien desde las bodegas a guardar y así aumentar su valor y poder incrementar el precio de venta, o bien desde el consumidor, que, sabiendo el potencial de mejora, puede comprar hoy a un precio moderado un buen vio que, en unos años, se convertirá en un gran vino de mayor valor.

 

Vinos tintos y las variedades autóctonas minoritarias

En cuanto a los tintos, aunque minoritarios en la denominación, llegando sólo al 5 o 7% de la producción, también pueden presumir de variedades autóctonas como la Brancellao, la Sousón y la Caiño, sin olvidar la Mencía y la Tintorera. La calidad de este tipo de vinos ha aumentado en los últimos años y empiezan a tomar más protagonismo, por eso su presidente asegura que “los tintos tendrán mucho que decir y en poco tiempo competirán con vinos de la misma gama de otras zonas”.

Casal de Armán 2017 (Bodegas Casal de Armán), con 92 puntos, sirvió de ejemplo para representar esa calidad de los tintos del Ribeiro. Además, en este caso, el vino está elaborado con Caíño Longo, Brancellao y Sousón, muestra también de la apuesta por variedades autóctonas menos conocidas y más propias de la zona, más allá de otras variedades de sobra conocidas como la Mencía o la Tintorera.

Sin madera, este tinto con color de guinda y capa media, tiene gran presencia de fruta en nariz, pero también algo de tomillo; con acidez correcta y regusto intenso, aunque no excesivamente largo en boca. “Presenta la típica frescura que identifica a los vinos tintos gallegos” explica el director técnico de la Guía Peñín.

 

Vino tostado, la joya enológica de la DO Ribeiro

Para cerrar la cata, y para no olvidar uno de los vinos más peculiares de la zona, se escogió un vino tostado, un vino que, si bien no es el más conocido por el público general, forma parte de la historia de esta región vitivinícola. Una “joya enológica del Ribeiro” como define su presidente, que cuenta con siglos de tradición. Este vino naturalmente dulce data del siglo XVII, aunque no se descarta que su historia sea mayor. Tenía un carácter social, ligado a momentos cruciales de la vida. Era una carta de presentación pues cada casa tenía su propia receta y “marca de la casa”, tan apreciada que “esa receta iba incluida en la dote de las mujeres casaderas”, explicaba Casares.


El vino tostado es "la joya enológica de la DO Ribeiro", afirma su presidente, Juan Manuel Casares.


El vino tostado se obtiene a partir de racimos recolectados de forma individual y pasificados posteriormente. En concreto, Alma de Reboreda Naturalmente dulce 2008 (Bodegas GRM), con 96 puntos, que se cató en esta ocasión, es un Treixadura 100%, pasa 10 meses en barrica francesa y no está encabezado.

Se aprecian aromas a caramelo, madera de caoba, con toques de orejón, naranja amarga, y mieles en boca, con una gran acidez, sin ser nada empalagoso a pesar de los 175 gr/l de azúcar que tiene. Según explica Carlos González, uno de los motivos para su alta puntuación es que “coincide lo que encontramos en boca con lo que hay en nariz”.

Una joya que quiere recuperar ahora su valor y que pertenece a la historia enológica de los que antes se hacían llamar vinos de Ribadavia, con gran protagonismo en las rutas comerciales con países como Inglaterra ya en los siglos XIV y XV.

 

 
Susana Molina
Periodista

 

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