“Los Periodistas del Vino”

No hace muchas semanas, se publicaba un estudio sobre los medios y periodistas más influyentes en el mundo del vino en el que, no sé muy bien por qué, sólo se tenía en cuenta a los prescriptores más importantes de las principales cabeceras diarias impresas.

Sí que es cierto que los diarios siguen siendo una de las fuentes principales donde alguien ávido de información de calidad sobre vino suele ir a beber, aunque, desde luego, no hay que dejar de lado ni a las revistas especializadas –que las hay muy buenas- ni los medios y blogs que escriben sobre vinos y gastronomía en Internet. Así que el estudio quedó sesgado y cojo y no fue justo con un gran número de periodistas que vienen sembrando Cultura del Vino en el desierto desde hace décadas.

Pero quisiera detenerme un poco más en la figura de los “Periodistas del Vino”. Porque aquí confluyen varias asociaciones, la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV) –de la que soy su socio número 64- y otras entidades como la Asociación Mundial de Periodistas del Vino y Licores y la FEPET (Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo), al margen de la propia FIJEV, que es el organismo internacional de la AEPEV. En el caso de la FEPET, el Turismo del Vino, como es lógico, cobra un especial protagonismo. Además, habría que considerar las asociaciones de bloggers que surgen espontáneamente en foros de debate digitales.

Un periodista del vino, en sentido puro, sería un Licenciado en Ciencias de la Información que se ha especializado en todo lo relativo al néctar de Baco (cata, Enoturismo, Comunicación Corporativa, información sectorial…) y sólo quedaría entreabierta la puerta para aquellos que, por edad, tuvieron que buscarse otros centros educativos alternativos a las Facultades de Periodismo, que surgieron en 1971 en nuestro país. Lo demás, en mi opinión, es empezar a no cumplir el 50 por ciento de la premisa del propio nombre de esta profesión, aunque tener el título tampoco nos da licencia para pretender ser un buen profesional.

Si que han surgido profesionales que se llaman a si mismo “comunicadores del vino”, algo aún más pretencioso, porque la Comunicación es un término aún más amplio que la Información. En mi caso, cuando adquirí mi condición de socio en la AEPEV y la FIJEV, tuve que tener una madrina –en mi caso la entrañable Maestra María Isabel Mijares- y no sólo demostrar una amplia experiencia en el sector, sino poner también sobre la mesa mi libro “La Genealogía de las Bodegas en Valdepeñas”, que sería otra forma de hacer “méritos”. De todas formas, en ocasiones, las actividades de estos colectivos se quedan en efímeros encuentros anuales y en la participación en Concursos de Vinos. En este punto, creo que no debería participar ningún profesional con intereses particulares o familiares en determinados vinos o bodegas para evitar malas asociaciones.

Y debería haber, más allá de pertenecer formalmente a la FAPE, un código deontológico para evitar desmanes y mala “praxis”, porque nuestra objetividad acaba en el momento en el que elegimos para nuestros comentarios un vino y no otro o una bodega y no otra. Y sólo con un contenido serio y de calidad podremos llegar a alcanzar un prestigio que choca de lleno con las carencias económicas de los medios especializados ante la falta de publicidad y las presiones de aquellas firmas que sí lo hacen y que demandan una excesiva ganancia en comunicación.

Pero lejos de las reflexiones anteriores, no olvidemos que una buena Comunicación en una bodega debe abordar un acercamiento con los principales medios y prescriptores de vino desde la naturalidad y la sencillez, porque el mundo lo mueven las relaciones humanas, que es la principal fuerza que mueve el mundo del vino, más allá de los “lobbys” que intervienen en la fauna vínica.