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Destilación obligatoria y el agua como el problema y la solución

La vendimia ya está aquí (y yo con estos pelos)
La vendimia ya está aquí (y yo con estos pelos)

Antes de nada, veo preciso indicar que el objetivo primordial para cualquier empresa, no importa el tipo de negocio, debe ser producir aquello que es vendible, comercializable, si no, no vale. Comercialicemos.

Escribo este artículo para exponer mi opinión sobre el debate que se está produciendo sobre la destilación obligatoria. Y es que, sinceramente, creo que se está planteando un problema donde no lo hay. Lo que existe es una contrariedad coyuntural, puntual (hay informaciones de estimaciones de cosecha a nivel internacional, donde la producción mundial no está desfasada), y es cierto que va añadido a una reconversión de viñedo que, por diversos motivos, no se está ajustando totalmente a los fines por lo que se inició. Pero todo radica en EL AGUA. Y tiene solución. Me explico.

Quiero dejar claro que cuando hablamos de esta cuestión no estamos hablando de todo el panorama vitícola nacional, baste como ejemplo positivo el equilibrio ejemplar entre producción y consumo conseguido en la DO Rioja, donde con grandes dificultades pero con altura de miras, consiguieron un acuerdo que les está valiendo ya casi una decena de años. Por otro lado, regiones como Valencia y Murcia, atraviesan desgraciadamente una sequía atroz y por ello hay viñedos que se están secando.

Por lo tanto, el problema en este caso lo tienen allí donde se está aplicando el riego de la viña de forma muy intensiva.

No pretendo con este artículo dar una solución, ni una lección técnica, sólo aplicar el sentido común y mi visión sobre el medio en el que me muevo desde hace más de 30 años, por aportar un punto de vista más, en este debate.

Recuerdo que, en el olvidado Estatuto de la Viña y del vino de 1970, estaba prohibido el riego en toda España (salvo excepciones puntuales); así de sencillo y de impensable en estos momentos. Esta es una realidad de donde venimos y que no debemos perder de vista.

Fue en 1996 (que no hace tanto), cuando se levantó ese veto, derogando los artículos 42, 43 y 44 de dicho Estatuto. Hasta entonces las espalderas eran viñedos exóticos para nosotros y los que visitábamos otros países lo veíamos además como un viñedo imposible de traer a muchas zonas de España.

Complementariamente, en la época que hemos atravesado desde entonces hasta ahora, tenemos datos históricos de comercialización, tanto en envasado como de ventas a granel para exportación, sobre todo estos últimos años. Esto es lo que tenemos que mantener y mejorar.

Con expresiones rimbombantes como programas de reconversión, modernización del viñedo, viñedos mejorantes, se ha conseguido que la espaldera sea una consecuencia paisajista. Hay que tener en cuenta que la morfología, comportamiento y necesidades de la vid en espaldera son totalmente distintas a las de vaso, con unas consecuencias que, en mi opinión, sólo estamos intuyendo.

Ya se sabe el dicho de “dame agua y basura y me río de los libros de agricultura”, esto se ha aplicado aquí con una virtuosidad digna de pasar a la historia. En poco mas de 10 años, nuestra realidad ha cambiado radicalmente, pasamos de viñedos con una producción 3.000 kg/ha a viñedos que producen 20.000, 30.000, y más, en muchos casos. En una carrera donde la frase “tonto el último” se está aplicando claramente. Si a la hora de vender la uva no hay limitación por kgs/ha, ni diferenciación por calidad y el recurso más importante, EL AGUA, se está utilizando en dosis muy importantes (que hablen los técnicos especialistas, cuánta agua hace falta para conseguir 20.000 kg/ha), al final lo que tenemos es una sobreproducción en unos tipos de uva muy definidos. Y si no se pone freno, este problema no habrá hecho más que empezar.

En cualquier caso, el problema no viene de todo el viñedo, pero ejerce su influencia, no sólo sobre sus vecinos, no sólo sobre la región, no sólo a nivel nacional, sino sobre todo el sector a nivel internacional, por lo tanto estamos obligados a atajar de raíz y con objetivos a largo plazo. No es tan difícil. La clave: EL AGUA.

Producciones de 30.000 kg/ha no se consiguen sin regar, ni con riegos de apoyo, qué nombre más perverso “el riego gota a gota”, que sonando como algo suave y casi caritativo, en algunos casos, disfraza riegos de muchos m3 por hectárea.

Cualquier técnico sabe que para producir más de 15.000 kg/ha, nos vamos a consumos mucho mas altos de los estipulados como riegos de apoyo. No esquilemos nuestro futuro hidrológico para producir algo que no se vende.

Este es un tema que escuece, muy delicado. Se dice que las guerras del futuro vendrán por las necesidades o el control del agua; y qué vamos a decir de España, con los planes hidrológicos nacionales que no terminan de salir por intereses políticos en la mayoría de los casos.

Para el futuro no hay que sacar más leyes prohibitivas, sólo hay que cumplir las que hay establecidas, con un control adecuado de dicha legislación y de su cumplimiento por parte de todos.

Hablemos claro, el inconveniente actual en España viene principalmente de Castilla-La Mancha y en parte de Extremadura (que significan el 65% de la producción de toda España). En Castilla-La Mancha existe “el acuífero de la Mancha Occidental”, que, para el que no lo sepa, es un milagro (si no, sería un desierto), que hay que cuidar como cuidamos a nuestros hijos, porque también es nuestro futuro. Dicho acuífero está en estos momentos en máximos históricos de volumen (como ejemplo, se pueden visitar las tablas de Daimiel y las lagunas de Ruidera), ya digo, es el momento de cuidarlo como oro en paño, si cuidamos las extracciones de agua, estaremos solucionando varios problemas a la vez. Los problemas de rendimientos altos del viñedo y no sobreexplotando el acuífero. No es tan difícil.

De esta forma tendremos una viticultura que será la envidia del sector mundial en calidades, con una homogeneidad en el tiempo que es lo que buscan los compradores internacionales y estaremos dando un equilibrio de extracciones al acuífero, que es el futuro de nuestros hijos.

Años ha, se logró una reducción muy importante de cultivos de alta necesidad hídrica (maíz, alfalfa, etc.), que motivó una sobreexplotación del acuífero. Ahora toca una regulación, intentar llegar al equilibrio.

No me gustaría que nadie me malinterpretase. El riego de viñedo, el gota a gota, bien gestionado transmite seguridad, mejora el estado fisiológico del viñedo, mejora el equilibrio de la planta y produce un aumento de la calidad de la uva, una planta con fuerte déficit hídrico no puede proporcionar un buen fruto. Mi artículo no trata sobre esta cuestión. Pongámosle el cascabel al gato.

 

 

 

 
Vicente Sánchez-Migallón
Expresidente Unión Internacional de Enólogos.
 

 

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