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Andorra o la irrupción de un pequeño país en el mundo del vino

El 2 diciembre, 2015

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Cerca de 60 microproductores de vino de España, Francia, Portugal, Hungría y Andorra han tomado parte en el III Encuentro que el pequeño país pirenaico celebró durante el pasado fin de semana en el Centro Cultural y de Congresos de Sant Julià de Loria con el apoyo del Gobierno del Principado y el Comú (Ayuntamiento) de la ciudad anfitriona, en cuyo término municipal se ubican las cuatro bodegas que en estos momentos producen vino allí.

Los actos son fiel reflejo del entusiasmo que la cultura del vino produce en un país donde apenas existen una decena de hectáreas de viña que producen en total algo menos de 10.000 botellas al año. Sin embargo, la ilusión por el vino y el enoturismo ha servido para contagiar de esperanza a un Ejecutivo que sabe que tiene en el turismo una de sus principales fuentes de ingresos, y que ese turismo pide a voz en grito poner en valor las producciones autóctonas agropecuarias, la gastronomía tradicional que hunde sus raíces, en algunos casos, hasta en el siglo XI y el vino, cuya historia es lo de menos, ya que lo importante es el presente.

Pedro Ballesteros, único Máster of Wine español, reiteraba en una de sus intervenciones en los coloquios, que fueron moderados por Isabel Mijares y por quien esto suscribe, que Andorra debe olvidarse de la tradición y de si hubo vino en el país hasta el siglo XIX o si las variedades que se cultivaban eran autóctonas o importadas. Ballesteros, ingeniero agrónomo y máster en viticultura y enología por la Universidad Politécnica de Madrid, les insistía en que lo importante es que sepan coger su camino cada uno de los elaboradores y mostrar lo mejor de sí mismos y de sus terruños.

Y es que Andorra cuenta con singularidad, originalidad, paisaje y marca-país, uno de los emblemas de los que desgraciadamente adolece España por ese afán tan de nuestro país de apuntarse más a los reinos de taifas que a la marca de un país que sí es admirado fuera. El hecho de que el 15% de los turistas que visitan España confiesen en una encuesta que la gastronomía y, por ende, los vinos son el principal motivo por el que llegan hasta aquí, ha hecho reflexionar a otros, entre ellos Andorra que ve como en el caso de uno de sus dos grandes vecinos, el otro es Francia, hay cerca de diez millones de personas que vienen a comer y a beber.

Andorra, destino turístico importante por varias razones, entre ellas sus pistas de esquí, las ofertas de sus establecimientos para realizar compras y su paisaje pueden ser apoyados por una gastronomía rica y variada donde no faltan el vacuno andorrano, las truchas o las patatas. Y a ellas, desde hace relativamente pocos años, se une el vino, tan pequeño y singular como exclusivo.

El miedo incluso de que a los visitantes les resulte caro pedir una botella de vino con producción tan escasa queda relegado con los bares de máquinas expendedoras que ofrecen el vino por copas a precios más que asequibles. Se abre además la posibilidad de comer en alguna de las bodegas, de visitar sus instalaciones y alrededores y poder terminar la excursión con una copa. Y es que el mundo del vino es tan diverso que nos permite deleitarnos con marcas de las bodegas andorranas Bordá Sabaté, Casa Auvinyà, Casa Beal y Mas Berenguer, además de otras dos que se preparan para saltar al ruedo en el momento oportuno.