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China desde dentro

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China desde dentro
China desde dentro

Muchos piensan que China acabará superando a lo que entendemos, de forma sintética, por mundo occidental. Y se equivocan, porque hace tiempo que nos han superado en numerosos aspectos. En mi caso, me habían contado cientos de vivencias del “Gigante Asiático”, la mayoría ligadas al comercio del vino, pero hasta hace un mes no tuve la oportunidad de vivirlo en primera persona durante casi 10 días.

Gracias a Alamesa he podido poner blanco sobre negro a todo aquello que me contaban en mi paso por Félix Solís Avantis, que cuenta con bodega propia en Shanghai desde 1998, o con la experiencia que he ido atesorando durante unos años del trato con un comercial chino con el que pude realizar la venta de diferentes contenedores de marcas de vino en mi zona.

Lo primero que más te choca allí es la aparente anarquía que reina en las calles, en el tráfico, y ese caos que hace que todo funcione de forma anárquica y la forma en la que afrontan los problemas. Desde luego, sorprende que estén menos estresados que nosotros y, como me decía la alma mater de Alamesa, Ernesto Gallud, “aquí hay que ir por partes y pedir las cosas de una en una”, en un aviso que me hizo nada más llegar al primer hotel.

En cuanto a la feria en la que trabajé en Guangzhou, Interwine, sorprende que en la mayoría de los stands españoles apenas había compatriotas, al tiempo que visualizas un recinto ferial enorme que ya querría para sí FENAVIN, aunque sólo fuera uno de los pabellones de la decena que se ven en Canton Fair. En el metro, tan sólo tienes que ponerte en la línea de puntos que se hace coincidir con la apertura de las puertas y que engarza con total precisión en los cristales de seguridad de la vía, para que una multitud te empuje, ordenadamente eso sí, al interior.

Aunque allí todo sorprende y una de las cosas que más te ponen en alerta son los olores de la propia calle, tanto los positivos como los negativos, porque las calles están llenas de vida y cada calle es un mercadillo que alterna con un centro comercial, donde te guareces de la enorme humedad y donde, gracias al aire acondicionado altísimo, te secas en un par de minutos. Allí son comerciales en sentido estricto y todo el mundo vende, hasta el punto que se dedican a vender ahuyentadores de insectos y roedores con jaulas en las que fríen a calambrazos a pobres ratas que se ponen en guardia antes de que les venga encima la descarga.

Claro que en una ciudad de más de 20 millones de habitantes y más de 80 kilómetros de lado a lado, hay zonas y zonas, porque la zona financiera de la ciudad no tiene nada que ver con alguno de sus barrios y conviven el lujo y la opulencia de quienes pagan unos 3.000 euros de alquiler en determinados enclaves con aquellos que tienen un sueldo de apenas 300 euros al mes.

Respecto a la comida, la calle es el mejor escaparate y hay muchas cosas raras y otras que no tanto, aunque hasta el más delicado puede encontrar algo que le sacie, porque a veces es más complicado soportar el olor en la calle de los bofes y el resto de casquería. Y ves cortezas de bacalao y animales desecados y peces vivos que dan los últimos estertores, mientras los arreglan continúan, desmembrados, abriendo la boca compulsivamente, como tratándose de aferrar a la vida…

Y hablando de vino, he de decir que todo lo que se ve en un Master de Comercio Internacional, como el que acabó esta semana, está muy bien, pero que la realidad es otra muy diferente, adaptable a cada mercado en concreto. Curiosamente, es mucho más importante la actitud con la que entregamos una tarjeta de visita, con las dos manos y con cierta referencia, que el resto del trato profesional. Como me comentó allí mismo un intérprete chino, “es que vosotros tiráis las tarjetas y no le dais importancia, cuando en realidad estás dando todo lo que eres”.

Y en cuanto al vino, hay de todo, y algunos se les ve que ya saben lo que es catar un vino, aunque es de suma importancia que el intérprete que nos hayamos buscado transmita, más o menos de forma fiel, lo que le queremos decir al potencial cliente, aunque es mucho más importante aún ubicar a las primeras de cambio al mismo, a fin de saber si realmente tiene poder de decisión o no.

Y en la práctica, en China, muy pocos saben inglés. Y con los que puedes chapurrear, tienes que tener cuidado en no dejarles en evidencia si tan sólo saben algunos giros y tú puedes entablar una conversación más amplia.

Y les siguen llamando los colores rojos y los relieves serigráficos y los dorados y las cajas de madera y las marcas conocidas y vinos con más azúcar residual por lo general, aunque finalmente lo importante es ser auténtico en el trato con los visitantes.

No muy lejos de allí, estuvimos también en Hong Kong, aunque esto es otro mundo. Todo es más pequeño. Y más caro. Y más cosmopolita, aunque en esencia hay aún muchas notas comunes, por mucho que renieguen algunos residentes de la antigua colonia británica.

Además, tuve la suerte de conocer a algunos empresarios españoles que han hecho fortuna allí en diferentes campos (Iluminación, confección de bolsos) y curiosamente aman esa tierra y han echado raíces.

Por lo demás, a los que me siguen habitualmente, y que han visto que he bajado mi ritmo de colaboraciones, les comentaré que he levantado el pedal del acelerador porque a veces es complicado escribir de temas de Marketing y Comunicación en el mundo del vino cuando vienes haciéndolo desde abril de 2011.

Espero haber podido compartir mi expertise, aunque a veces no se hayan entendido bien algunas críticas, porque en este mundo de comunicación a base de plasmas y las patadas a la silla desde los poderes fácticos se ha perdido la esencia del periodismo. Ahora me tengo que centrar en mi tarea de Responsable de Internacional de Alamesa, en buscar clientes como consultor de Marketing, Comunicación, Relaciones Públicas, Enoturismo y/o Comercial o en mi faceta recién estrenada de Técnico en Marketing y Compraventa Internacional y Docente para la Formación Para el Empleo. Y eso sin contar que soy catador, conferenciante… O sea todo un partidazo.

Gracias a todos por vuestra atención en esta sección, aunque colaboraré de forma menos pautada y seguiré con mi actividad en mi blog personal. Abrazos para los hombres y besos a las mujeres.

 

José Luis Martínez Díaz  
José Luis Martínez Díaz
Licenciado en CC. de la Información, miembro de la AEPEV y de la FIJEV.

 

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