El cambio climático supone una mayor amenaza para la competitividad de los viñedos de la mitad sur peninsular
Para garantizar la competitividad, será necesario tomar medidas de adaptación de los viñedos a las nuevas condiciones producidas por el cambio climático, en especial en los viñedos de la mitad sur, según revela un estudio realizado recientemente. Además, los expertos recomiendan que para una adaptación más eficaz, las acciones individuales de los productores deberán favorecerse con acciones políticas.
El estudio, realizado por investigadores del Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales de la Universidad Politécnica de Madrid (CEIGRAM) en colaboración con la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), ha explorado en todo el territorio español varios índices bioclimáticos que contribuyen a definir la cantidad de uva producida y su calidad, factores clave para analizar la competitividad de la producción de viñedo.
Los índices bioclimáticos estudiados describen para las 56 denominaciones de origen protegidas de vinos de España "consecuencias potenciales muy complejas para el viñedo", según explica la investigadora Ana Iglesias. Las buenas noticias en zonas muy concretas, es que el aumento de temperatura alarga el ciclo de la planta y reduce el riesgo de heladas, mejorando el rendimiento y posiblemente la calidad de la uva en zonas con vinos de alto grado de acidez por falta de maduración. Pero si el aumento es excesivo, la duración del periodo de crecimiento se acorta y esto tiene un efecto negativo en la calidad de las bayas al ocasionar un exceso de madurez y azúcares en la uva. En opinión de los investigadores, "en los Valles del Tajo, Guadiana, Guadalquivir y costa del sudeste, las condiciones futuras son un gran reto para el viñedo, sobre todo desde el punto de vista de calidad. En otras zonas productoras, como el valle del Duero, valle del Ebro, Galicia y Cataluña, las dificultades para producir vinos de calidad tal vez sean menores, pero es indiscutible la necesidad de cambiar o adaptar el cultivo al nuevo clima". Además, también resaltan que un tema clave es la dificultad de mantener el riego en la mayor parte de las zonas ya que es casi impensable que la superficie regada pueda aumentar.
El clima define la tipicidad de los vinos y las estrategias de producción de uva. Debido a esta dependencia, es necesario evaluar las consecuencias del cambio climático tanto en la calidad de la uva como en el potencial productivo de la viña, ya que parece probable que acabe influyendo en primer lugar en el rendimiento económico de la explotación, y segundo en la capacidad del sector vinícola para competir en el mercado internacional.
Las proyecciones climáticas para dentro de 50 años prevén un aumento de las temperaturas, un descenso de las precipitaciones y un gran aumento de las olas de calor y sequía en gran parte de la Península Ibérica. Pero, además, predicen efectos locales heterogéneos debido a la compleja topografía. Para poder anticiparse a los posibles riesgos para el cultivo de vid de cara a los próximos años, es necesario estudiar de forma combinada la información climática con el estudio geográfico de los principales índices de zonificación vitivinícola.
Para hacer frente a esta situación, será necesaria una adaptación de los viñedos, pero las posibilidades aunque dependen en gran parte de las acciones individuales del productor, será más que recomendable que se favorezcan con acciones políticas, flexibilizando criterios de producción para optimizar la relación clima-viñedo, recomiendan los investigadores de la UPM.
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