¿Para cuándo una gran campaña del vino?

En días pasados, se informó del acuerdo entre el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente (MAGRAMA) y la Federación Española del Vino (FEV).

Un acuerdo marco de colaboración hasta el 31 de diciembre de 2018, aunque en ningún sitio he podido ver datos sobre la cuantía económica, aspecto clave para ver qué acciones pueden desarrollarse, a pesar de que he buscado con ahínco la forma de ver en el horizonte, de una vez por todas, una gran campaña de promoción para nuestro vino.

Como objetivos principales se citan la colaboración institucional; el intercambio de información; y se hace especial hincapié en asegurarse la presencia de representantes de la FEV en próximas acciones del Ministerio -como seminarios o jornadas de información- para incidir en su posición de lobby. Algo tan obvio que se tiene que dar por hecho, porque esa es la normalidad entre una institución gubernamental y el colectivo que aglutina a los productores que acaparan la mayor parte de la tarta de la comercialización.

En esta misma columna he reclamado con insistencia campañas sin tapujos para la promoción del vino como alimento base de la dieta mediterránea, siempre tomado con moderación, pero veo que es algo que no se termina de rematar y que se trata siempre con muchos remilgos, más allá de la lógica preocupación de que estamos hablando de una bebida natural fruto de la fermentación de la uva y que contiene alcohol.

Dejando de lado la lacra social y el estigma que viven numerosas familias por el alcohol, hay que concienciar de forma efectiva y unívoca de que el vino forma parte de nuestra cultura y de nuestra forma de ser, siempre tomado con moderación. Sólo así podremos educar a los que ahora son jóvenes y se asoman a la mayoría de edad para que no nos lo juguemos todo a la carta de la exportación.

Una de las claves: identificar qué es lo que hace que, por ley de vida, perdamos consumidores efectivos de vino y que no sepamos captar a los potenciales consumidores jóvenes, más allá de eventos sociales y cenas románticas.

Y no me cabe duda de que en España hay grandes expertos que podrían canalizar la estrategia para intentar recuperar un consumo interno que cada año es más vergonzoso, mientras que, como he dicho en otras ocasiones, nos cansamos de que los americanos nos metan por los ojos sus vinos en cualquier momento y en cualquier situación -incluido el consumo femenino de vino en una bañera, con todo el peligro que eso tiene-.

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En otro orden de cosas, sí que me parece muy positivo, además, el compromiso adquirido entre la FEV y el MAGRAMA para garantizar de forma eficiente el consumo energético y la huella de carbono en las instalaciones bodegueras y en los diferentes procesos hasta que una botella de vino llega al consumidor, ahora que estamos tan inmersos en la Cumbre de París y que incluso Estados Unidos y China, que acaparan cerca del 40% de la contaminación mundial en CO₂.

Mientras tanto, seguiré escudriñando las noticias sectoriales sobre vino con la esperanza de que, alguna vez, nuestras plegarias sean atendidas y tengamos una gran campaña de promoción del vino, más allá de los intereses de algunas firmas de apostar únicamente por sus marcas porque creen que, en un país con predilección por las marcas como el nuestro, así les irá mucho mejor.

José Luis Martínez Díaz Licenciado en CC. de la Información, miembro de la AEPEV y de la FIJEV. Artículos Relacionados