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Al vino español no le queda otra que ganar tiempo en la lucha diaria

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Los Premios Mezquita se renuevan y cambian fecha a junio
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Hay diversas causas para que el vino español no ocupe el lugar que en justicia le corresponde. Y todas ellas van más allá de las grandes producciones, de la venta a granel de más del 50% de las exportaciones o de la falta de referentes internacionales.

Las ventas masivas de vino español son relativamente recientes y la elaboración de vinos de calidad contrastada se remiten a la década de los 90 del pasado siglo, muy lejos de los 300 años que llevan en el mercado los vinos franceses o de la presencia de vinos italianos a lo largo y ancho de este mundo, gracias en buena medida a los cientos de miles de restaurantes de ese origen que abren sus puertas a diario en cualquier lugar del globo.

No se trata de que los españoles no sepamos vender. Nuestro país es líder en la exportación de frutas y hortalizas en Europa gracias a que la presencia de estas en los mercados data, caso de los cítricos, de la mitad del siglo XIX. Los años y una fama bien ganada han contribuido a ello.

Dirán ustedes que los vinos de Jerez llevan en los circuitos internacionales desde el siglo XVII y que su comercio se intensificó entre los siglos XVIII y XIX merced a la inversión en la citada localidad gaditana de empresarios británicos e irlandeses. Y pensarán también que La Rioja tiene un nombre desde que a finales del XIX se establecieron allí varias familias de origen francés que venían huyendo de la filoxera como de la peste. Pero estos hechos no son suficientes. En el primer caso, se conquistaron mercados que poco a poco se han ido apagando por el rechazo de parte de los consumidores hacia los vinos fortificados, una realidad que también están padeciendo Oporto o Marsala. Y Rioja, que se ha ganado un prestigio más que merecido en los circuitos internacionales, ha descuidado en parte su vigilancia sobre la calidad y permite que algunos de sus vinos, de dudosa reputación, se vendan en lineales de supermercado a precios irrisorios e incluso por debajo del coste de la uva; moda a la que también se ha sumado de manera entusiasta Rueda y la cabezonería de su todavía presidente de la DOP.

España cuenta en el exterior con embajadores tan importantes como Vega Sicilia, Pingus, L´Emitá, Clos Mogador, La Viña de Andrés Romero, Avrus, además de los grandes dulces, generosos y especiales de Jerez, Montilla-Moriles o Alicante, y otros muchos que son santo y seña de las mejores mesas y restaurantes. Pero esa pléyade de grandes marcas no se ha asentado en los circuitos internacionales de tal forma que sea capaz de tirar del resto de los vinos, muchos de ellos de una calidad singular a precios más que competitivos.

España tiene la misión durante los próximos años de romper esa barrera que sí han sido capaces de destruir franceses e italianos. Los primeros tenían problemas hasta hace unos años para colocar los vinos de Languedoc-Rosellón, un área considerada de vinos baratos y a granel. Pues bien, esa zona es capaz hoy de colocar en el mercado muchas botellas por encima de los 40 euros y vender sus graneles a precios medios que casi siempre superan el euro por litro; algo parecido a lo que ha ocurrido en zonas italianas como Abruzzo, Puglia o Sicilia.

El Nuevo Mundo, por su parte, ha sido capaz de crear imagen con sus vinos emblemáticos: Malbec, en Argentina; Carménère, en Chile; Tannat, en Uruguay; Pinotage, en Sudáfrica; Sauvignon Blanc, en Nueva Zelanda; Syrah, en Australia o Zinfandel, en Estados Unidos.

Nuestro reto está ahí. La presencia española en certámenes internacionales, con nuestra bandera y nuestra imagen, es más que importante. Las acciones de promoción como la Cumbre del Vino de Castilla-La Mancha debe estar más enfocada a vender en el exterior y menos a mirarse el ombligo los políticos en  los telediarios. Una reflexión a fondo y una acción común de todo el sector, ahí la Interprofesional puede jugar un importante rol, ha de ser decisiva en un escenario como el actual.

 

José Luis Murcia  
José Luis Murcia
Periodista. Miembro de AEPEV-FIJEV.

 

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