A vueltas con las denominaciones de origen

Después de la ventisca provocada en el seno de la Denominación de Origen Rueda por cuenta de los Comités de Cata y otras cuestiones, anda todo muy revuelto por la DO Valdepeñas, donde me consta que desde la Presidencia se intenta recabar el apoyo de la Consejería de Agricultura para “llamar al orden” al sector productor.
El motivo: la paralización de los presupuestos de una de las cinco indicaciones de calidad más importantes de nuestro país, ante la incomparecencia reiterada de los agricultores en las últimas reuniones. En el horizonte también se atisba el hecho de que la parte más “débil” de la balanza no se vea identificada con un presidente, Carlos Nieto, que es el representante del sector industrial y, a la vez, un destacado dirigente de una de las firmas más importantes de la Denominación de Origen.
Me comentan varios agricultores de mi entorno que no se ven representados por un Presidente que, en su opinión, ha de ser el de todos. Reclaman acciones y medidas que se fueron perdiendo en el camino con la legislación territorial, que posibilitó que fueran desapareciendo, en algunos casos, la figura de los “veedores”, a no ser que las propias denominaciones de origen decidieran erigirse en órganos de certificación, aprovechando sus recursos humanos y materiales.
Los agricultores dicen que, sin “veedores”, las grandes marcas campan a sus anchas al tener menos controles. Por tanto, se producen muchas paradojas, como el hecho de que salgan más precintas de un determinado vino que lo que pueden dar de sí las hectáreas de viñedo de la zona de producción. Así, en este mar revuelto, la ganancia de pescadores sólo se la llevan los industriales.
Claro que los agricultores, con los que se tratará de mediar con las instancias territoriales más amplias de cada organización -tal y como suele pasar de forma cíclica-, también deberían limpiar su propia cara ante la denuncia de los industriales: el anterior vicepresidente utilizó su fuerza y presencia en un comité para votar a favor de una empresa contratada a posteriori para desarrollar un estudio concreto. Se le acusa de llevarse una nómina bajo cuerda, aprovechando esa situación de privilegio y, de ser cierto, dado que todas estas informaciones sesgadas hay que tomarlas con cierta cautela, desde luego sería un cadáver político o, más bien, sindical.
Lo de la DO Valdepeñas no es más que un ejemplo de que la propia figura de las denominaciones de origen se ha visto en jaque y amenazada por decisiones judiciales como la que ha primado a las bodegas para darles la razón en cuanto a que es más importante la propiedad de las marcas que su procedencia. El ejemplo paradigmático ha sido la familia de vinos Pata Negra, aunque esta misma semana he podido ver un Beronia Verdejo.
Seguramente, las costuras han saltado porque se hacía demasiada presión normativa, dado que había denominaciones de origen que no permitían el uso de marcas que se hubieran utilizado con anterioridad en otras zonas de producción o que se hubieran comercializado en soportes no autorizados.
Lo que queda plantearse es si, con algunas de las cuestiones de las que he hablado, las denominaciones de origen tienen una viabilidad para los próximos lustros, aunque haya indicaciones que son casi engranajes perfectos y funcionan como un guante.
En el caso de Castilla-La Mancha, se hablaba de que la Administración Regional estaba intentando simplificar el número de denominaciones de origen, apostando por la DO La Mancha, a pesar de que es algo que tampoco es congruente, porque hablamos de la unidad geopolítica más importante del mundo en cuanto a viñedo se refiere y a que tenga numerosísimos microclimas diferentes, variedades y prácticas culturales que es, junto al territorio, lo que te da la singularidad de una denominación de origen.
De todas formas, es algo que iremos viendo de forma cíclica y repetitiva, al igual que las luchas dialécticas entre sectores que están en la base de toda zona de producción. Mientras tanto, como se decía en El Quijote: “Los perros ladran, luego cabalgamos”.
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José Luis Martínez Díaz
Licenciado en CC. de la Información, miembro de la AEPEV y de la FIJEV.
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