El vino al saco del alcohol: Cuando un tonto coge una linde…

Poco antes de las elecciones de 2011, el ahora presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, apareció con María Dolores de Cospedal, en olor de multitudes, para decirnos que los socialistas se querían cargar el vino y que tenían afán prohibicionista.

Prometían entonces que, cuando ellos llegaran, el sector del vino se iba a encumbrar y lo iban a potenciar como pilar de la dieta mediterránea.

Pues bien, llegaron al poder y se achicaron cuando los prebostes de esa Fundación, que gracias a ella han vivido de puta madre, decidieron que había que sacar el vino de ahí, de la pirámide la Dieta Mediterránea, no sea que nuestros amigos del turbante (imagino que se referían a democracias tan consolidadas como la de Arabia Saudí, Kuwait, Irán o Afganistán) se iban a enfadar por su aversión a las bebidas con alcohol.

Y de tanto acercarse a la realidad talibán, todo se pega, ahora proponen, como en su día las huestes de Zapatero (amigo Alejandro Alonso las hemerotecas siguen existiendo aunque a los políticos no os guste y el senador por Castellón Juan Bautista Cardona, para nuestra desgracia, también), que el vino y la cerveza queden equiparados en el mismo saco al resto de los alcoholes y por qué no a la cocaína y al crack. ¡Toma ya defensa del sector vitivinícola!

Eso sí, nos dice Cospedal, como en su día Alejandro Alonso, que estemos tranquilos que ni ella ni presidentes como el de La Rioja van a permitir que tal disparate salga adelante. Solo faltaría eso. Pero mi pregunta va más allá, si Rajoy es tan partidario del vino como dice por qué permite que salga un borrador de las características del que aquí hablamos sin que su autor o autores no hayan sido despedidos fulminantemente del PP y se ponga sus nombres en el telediario de máxima audiencia en cuerpo de letra 72 para, educadamente, invitarlos a irse a vivir a Arabia Saudí de asesores del monarca.

¿Por qué el PSOE mantiene en sus filas a un maestro que equipara una cultura milenaria y un alimento, considerado así por el Parlamento de nuestro país, y las Presidencias de los Gobiernos de Argentina y Uruguay, con las drogas? ¿Imaginan que sus hijos son adoctrinados por el tal Cardona en la escuela desde una óptica tan neutral como la que porta con respecto al vino?

Tenemos que comenzar a ser serios y a exigir responsabilidades a aquellos que no pasa un día sin que nos amarguen la vida ¿Para qué sirve, entonces, el Grupo Parlamentario por la Cultura del Vino si luego tenemos que aguantar tarascadas como esta? Justo en un país que autorregula el consumo con programas como Wine in Moderation y que tiene que aguantar su ausencia en las sobremesas por si daña a la infancia mientras a la misma hora se proyectan sin pudor películas de psicópatas, asesinatos en masa, violaciones y violencia gratuita, especialmente en los dibujos animados ¿A qué estamos jugando?

Y se permite además que los contrarios al vino puedan pregonar a los cuatro vientos los supuestos perjuicios del vino mientras se prohíbe taxativamente dar divulgación a los miles de estudios médicos que hablan sobre el efecto beneficioso de un consumo moderado. Como dice la sabiduría popular: Cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba, pero el tonto sigue. Y tenemos tontos hasta en la sopa.

José Luis Murcia Periodista. Miembro de AEPEV-FIJEV. Artículos Relacionados

José Luis Murcia

Periodista. Miembro de AEPEV y  FIJEV