Cosecha 2020, lo difícil viene después
La cosecha 2020 ya está en bodegas y cooperativas. Objetivo conseguido tras un año muy difícil, climatológica y anímicamente. Se ha obtenido una cosecha, en términos generales, normal en cantidad (aunque con desequilibrios entre zonas) y con una calidad más que razonable aunque sea pronto para evaluarla de manera global.
La verdad es que me gustaría escribir sobre calidad o enología, pero la crisis vinícola la tenemos delante y el panorama no es precisamente optimista. Si hace un año Brexit y aranceles eran las amenazas más acuciantes, ahora el fantasma de la covid-19 ensombrece el sector hasta niveles desconocidos. Lo que en marzo fue una sorpresa, ahora no debería serlo en la misma proporción, pero parece que no aprendemos y este plural nos concierne a todos.
Si el primer confinamiento hubo que aceptarlo con resignación, lo que está sucediendo ahora sí que debería haberse previsto. En el lejano marzo todos nos quedamos en casa entendiendo que no quedaba más remedio que aceptar una medida medieval, el confinamiento de contagiados y sanos, en pleno siglo del desarrollo tecnológico y científico. El desastre económico está a la vista, pero, insisto, no hemos aprendido nada.
Las autoridades, todas y en todos los países, volvieron a las viejas recetas: destilación y almacenamiento improvisados, con plazos muy justos y recursos limitados, que sólo podían ser interesantes para los grandes productores; y precios desfasados para los pequeños que apuestan por la calidad. En este sector todos son necesarios, que no se olvide. Pero ninguna ayuda para facilitar la comercialización, para la apertura de nuevos canales, para profundizar en los que ya existen.
Los productores a lo suyo, que no es poco: cuidar la viña en un año difícil y trabajar ajenos al entorno. Sólo cuando esperan a vendimiar se acuerdan de que hay una cosa que se llama precio. Todos los años lo mismo, levantan la voz a las puertas de la vendimia que es cuando más presionados están. Ruido sindical y pocas nueces.
Las bodegas, y no sólo ellas, esperando al verano, a la apertura de la hostelería y la llegada de los turistas. Mientras tanto mucha red social y mucho vídeo mono, no está mal porque ahí están los consumidores del futuro, pero muy pocas –y dispersas- iniciativas para los consumidores de hoy. Comprar vino online sigue siendo complicado, falta de tienda en el web, tener que cargar con seis referencias idénticas…Ninguna iniciativa conjunta por parte de grupos de los pequeños productores de vino de pueblo o zona, los consejos reguladores a lo suyo. Lamento ser negativo pero la crisis está aquí, la tenemos a la vista, el primer cierre sonado Osborne en Malpica de Tajo con el arranque de 1.000 hectáreas de viña -un drama para la zona- ha llegado y no sabemos qué vendrá después.
El alivio relativo que supuso la hostelería en verano poco a poco languidece, se cae el alma a los pies al pasear por Estafeta un sábado por la tarde; y las autoridades “colaborando” o cierre a cal canto o cierre temprano y toque de queda.
Aquí los viticultores miran al bodeguero, los bodegueros a la(s) administración(es) y andan pasándose la pelota, como si las empresas y autónomos no fuesen personas que cada día tienen que comer, enredados en sus juegos de poder y “relato”, mientras miran las encuestas.
Desolador.
Consultor y enólogo
Enólogo que escribe a ratos sobre los temas de los que sabe algo, o eso creo.
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