De Vega Sicilia, al cielo: El porqué del TopWineSpain

La decisión, sabia decisión a mi juicio, de otorgar el Premio “Don Luis Hidalgo”, a toda una trayectoria dedicada al mundo del vino, a Pablo Álvarez, consejero delegado de Tempos Vega Sicilia, por parte de la Dirección de Enofusión, en su X Edición, no es sino el reconocimiento a, probablemente, la marca española más puntera y más considerada y reconocida en los circuitos internacionales.

Vega Sicilia, que nace en 1864 de la mano de Eloy Lecanda Chaves, en la localidad vallisoletana de Valbuena de Duero, en pleno corazón de la afamada Denominación de Origen Protegida Ribera del Duero, vio la  luz con el aporte de 18.000 estacas de las variedades cabernet sauvignon, merlot, malbec y pinot noir llegadas desde Burdeos con la finalidad de obtener holandas destinadas a la elaboración de brandy, uso que cambió con el tiempo hasta convertirse en la gran bodega de referencia, especialmente a partir de 1982 cuando es adquirida por la familia Álvarez. Tres años después de la adquisición por parte del grupo Eulen, que comandaba David Álvarez, padre de Pablo, este comenzó a ejercer sus funciones como director general. A él se debe, en gran parte, la consolidación de una bodega que es santo y seña en el mundo y que exalta el nombre de España y del vino español allá donde llega.

Y la empresa no se quedó ahí, ya que amplió sus dominios a otras bodegas como Alión, también en la Ribera del Duero; Pintia, en la DOP Toro; Tokaj Oremus, en la prestigiosísima denominación húngara y Benjamin Rothschild & Vega Sicilia en la Denominación de Origen Calificada Rioja. Con las incorporaciones no muy lejanas de Antonio Menéndez, como director general; y Gonzalo Iturriaga, como director técnico, el equipo humano de Vega Sicilia, tan amplio como efectivo, se convierte en una máquina de consolidación de marca en el mundo del vino, pero también del lujo y la exclusividad.

La diferencia entre los vinos españoles y los franceses o italianos, por poner nuestros dos competidores más directos, a la par que mayores productores del mundo, radica en la cantidad de marcas que ambos países han sido capaces de posicionar en el mundo como grandes entre los grandes. En el caso de Francia desde el siglo XIX con la puesta en marcha de los Cru Classés y de los vinos de pago o terruño de Borgoña; en el caso de Italia, gracias al enorme esfuerzo realizado por los vitivinicultores del país en los últimos 20 años, tanto en diseño como en marketing. En España, sin embargo, nos hemos quedado un poco huérfanos a la hora de posicionar marcas punteras como Vega Sicilia, el gran referente de la variedad tempranillo, la uva española por excelencia.

Es cierto que en el circuito internacional hay otras marcas españolas de gran prestigio, algunas de las cuales comienzan a ser referente internacional, pero nos falta ese Top Wine Spain, que desde Enofusión comenzó a gestarse el pasado año, para ponernos a la altura de nuestros dos principales competidores. Y también, cómo no, de Alemania, Australia, Chile o Estados Unidos, que aprietan fuerte y con ganas.

José Luis Murcia

Periodista. Miembro de AEPEV y  FIJEV