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VITICULTURA Y CAMBIO CLIMÁTICO

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La actividad agrícola será una de las más afectadas por los efectos del cambio climático. De hecho, ya se está viendo afectada por el aumento de las temperaturas, el recrudecimiento de determinados fenómenos atmosféricos o por, incluso, segundas floraciones. España, con alrededor de un millón de hectáreas dedicadas al cultivo de la vid, será uno de los países vinícolas que más deberá luchar contra estos cambios así como mediar para evitar su desarrollo.

En las conferencias tituladas “Viticultura y cambio climático”, organizadas por la Federación Española del Vino y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, se expuso la situación del viñedo español desde esta perspectiva. Se mostraron investigaciones, soluciones así como demostraciones prácticas desarrolladas por importantes grupos bodegueros españoles.

         

"las zonas más húmedas como Rias Baixas o La Rioja serían las más afectadas por la sequía" Pablo Resco

Por su situación geográfica, así como por la amplia extensión de viñedo que posee, España se verá muy afectada por los efectos del cambio climático. Sumado al negocio que supone este sector, los investigadores ven primordial informar a los viticultores y bodegueros sobre el panorama al que pueden enfrentarse en pocos años así como las medidas que deben adaptar a corto, medio o largo plazo.

Según expuso Pablo Resco, responsable técnico en COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) e investigador del CEIGRAM (Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales), los resultados del estudio Incertidumbre y vulnerabilidad del viñedo ante el cambio climático muestran cómo evolucionaría el viñedo de aquí a 20 años en función de la idoneidad de la uva, el estrés hídrico y la maduración, en cada DO española. Así, las zonas más húmedas como Rias Baixas o La Rioja serían las más afectadas por la sequía, pero la mitad sur de España, principalmente, sería la más afectada por el conjunto de las consecuencias del cambio climático, reduciéndose así las zonas donde hacer vino de calidad. Con esta información, se pretende ir por delante, prevenir e intervenir en el viñedo con diversas técnicas para mantener la calidad de la uva según vaya cambiando el clima.

Imagen que muestra el grado de vulnerabilidad de las zonas uniendo los tres factores investigados: la idoneidad de la uva, el estrés hídrico y la maduración. (Pablo Resco)

Las acciones contra el cambio climático se basan en dos: paliar los efectos ya provocados y reducir las prácticas que fomentan su avance. Se trata de conseguir un impacto positivo sobre el medio ambiente. Uno de los indicadores para ver este impacto es la huella de carbono, que mide los gases de efecto invernadero que emite una actividad de forma directa o indirecta. El sector vitivinícola fue de los primeros en medir su huella de carbono, aunque, tal y como expresó Javier Pagès, presidente de la FEV, al inicio de las intervenciones “el cambio climático afecta a la viña, al proceso de elaboración, a la comercialización y al consumidor, por ello la lucha para optimizar los sistemas debe ser en colaboración ya que se ve implicada a toda la cadena”.

En cuanto a la mitigación a pie de viña, Vicente Sotes, catedrático de Viticultura en la Universidad Politécnica de Madrid y presidente de la Comisión de Viticultura de la Organización Internacional de la Viña y el Vino, hay dos puntos clave dentro de la mitigación de emisiones que favorecen el cambio climático: aumentar los sumideros de CO2 y limitar las emisiones. Pero ambos no deben olvidar los objetivos de la viticultura que es vender vino. “El vino es una actividad económica, no es sólo poesía”, afirmaba,  y por tanto todas esas acciones deben dirigirse hacia la competitividad.

         

"El vino es una actividad económica, no es sólo poesía, y, por tanto, todas esas acciones deben dirigirse hacia la competitividad" Vicente Sotes

Una forma de aumentar los sumideros es potenciar la fotosíntesis. Al realizar este proceso, las viñas están fijando CO2, por tanto, según estén colocadas las viñas, la exposición de sus hojas al sol, etc., fijarán más o menos dióxido de carbono.  En cifras, unas seis toneladas de uva fijarían 6,6 toneladas de CO2. Por eso, continuaba, quemar sin ningún uso concreto la madera obtenida de los sarmientos y demás restos, es un error, porque se estaría liberando de nuevo.

Aunque es cierto que la madera sería una sumidero de carbono, otras investigaciones apuntan a una mayor fijación por parte del suelo con cifras que dejarían en cantidades anecdóticas a la madera.

De todos modos, “el viñedo es un paisaje vivo”, tal y como afirma Robert Savé, coordinador de Viticultura y Enología en IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias), además de ser un sumidero de dióxido de carbono “sirve como regulador de flujos de agua, igual que un bosque, hay que reivindicarlo como estructuras de madera, un lugar del que se obtiene beneficios”.

Gráfico que muestra captura de CO2 según estructura (Robert Savé)

Savé, además, explica que “por nuestro modo de vida hemos introducido más energía en el sistema y eso ahora se traduce en que haya segunda floraciones, por ejemplo”, por ello, comenta que “hay que aprovechar estas condiciones climáticas para nuestro beneficio” y además recuerda que todos estos cambios ocurren porque existimos, y por tanto las políticas de mitigación no sólo se hacen a favor del medio ambiente, sino por nuestra propia supervivencia.

         

"Por nuestro modo de vida hemos introducido más energía en el sistema y eso ahora se traduce en que haya segunda floraciones, por ejemplo, por ello hay que aprovechar estas condiciones climáticas para nuestro beneficio" Robert Savé

Algunas de las medidas adaptadas en las viñas, para adaptarse a la nuevas condiciones climáticas y el aprovechamiento de los recursos, son la recuperación de uvas autóctonas, la adaptación de biotipos específicas para cada zona, la utilización de especies adaptadas a las nuevas condiciones o aquellas que permitan un retraso en la vendimia. También el aprovechamiento de determinadas orientaciones y tipos de suelo. Y en bodega: uso de energías renovables como la geotermia (aprovecha el calor del subsuelo) que supone un 35% de ahorro, edificación sostenible, control de la energía mediante sistemas informáticos, uso de sistemas más eficientes a la hora de producir frío y calor, además de en los procesos mecánicos, utilización de barricas con certificado PEFC o disminución del gramaje en las botellas.

Campaña para Wineries for Climate Protection

Muchas de estas prácticas se recogen en la declaración de adhesión a Wineries for Climate Protection, proyecto internacional para la búsqueda de soluciones y mejoras prácticas para las bodegas, cuyo principal objetivo es reducir la huella de carbono por botella producida en un 20%, en 2020. Grupos como Bodegas Torres o Freixente están adheridos. Según Miguel Torres, presidente de Bodegas Torres, “si se empieza a luchar contra el cambio climático en España, beneficiará a la calidad de sus vinos, además de dotarlos de prestigio.”

         

"Todo está escrito sobre el cambio climático así que quien quiera actuar sólo tiene que ponerse en marcha" Javier Sanz

Las bodegas, dentro o fuera de este proyecto, están cada vez más concienciadas en la necesidad de este tipo de medidas. “Todo está escrito sobre el cambio climático así que quien quiera actuar sólo tiene que ponerse en marcha”, afirmó Javier Sanz, director del Área Técnica de González Byass. Pero, como apuntaba Eduardo Mas, responsable de QSE de Grupo Codorniu “se necesitan metodologías para ser sostenibles y adaptarse a los cambios producidos por el cambio climático. Pero es costoso, por eso hay que facilitar el acceso a las empresas.”

Tal vez, la nueva partida anunciada en estas jornadas por la directora general de la Oficina Española de Cambio Climático (OECC) del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Susana Magro, de 12 millones de euros para proyectos concretos de adaptación al cambio climático, incluida en los Presupuestos Generales del Estado para 2015, sea un comienzo positivo. Pero se topa con la petición de Pau Roca, secretario general de la FEV, para “evitar políticas esquizofrénicas”, ya que no servirá de nada si no se permite una flexibilidad en las políticas de replantación.

Aunque, como apuntaba Carlos Moro, presidente del Grupo Matarromera, “Si todo esto no se tradujera en hacer un mejor vino que el que se hacía antes de los cambios, no serviría de nada”.

 

 

 
Susana Molina
Periodista

 

Susana Molina

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