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El Bag-In-Box® como envase (I): los materiales y su control

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Bag in Box para vino / Foto: Smufit Kappa

Estamos todos al corriente de cómo el envase Bag in Box ® ha evolucionado de ser un recipiente usado para vinos de calidades económicas a ser adoptado para vinos de mayor precio y popularizarse en países de alto poder adquisitivo y segmentos de mercado con un determinado modelo de consumo. También sabemos de sus ventajas medioambientales –a pesar de la demonización del “plástico”- y que ha sido el único en crecer en volumen, y precio, en un año tan complicado como el pasado.

Esto está muy bien, pero enólogos, directores de calidad y de producción se encuentran ante el reto de cómo controlar el envase y su posible influencia en la calidad del vino y del proceso de envasado. Ya que se trata de un envase realizado con materiales distintos a los tradicionales, cuya superficie de contacto con el vino es elevada y fabricados por empresas de tamaño y estructura con las que no estábamos acostumbrados a tratar; si bien es cierto que estas disponen de controles internos serios y acompañan sus envíos de documentos con especificaciones y el resultado de los mismos.

Aunque se trata de un envase con décadas en el mercado se echa en falta un control previo y preventivo por parte de las bodegas, lo que supone un inconveniente y, aunque se puede confiar en la solvencia de los proveedores, nunca está de más poder testar los materiales antes de su uso en línea y no limitarse a control “forense” de calidad cuando el vino está en el mercado. El sector ha tenido suficientes malas experiencias como para no actuar con precaución y más cuando te juegas tu vino de calidad, tu marca y tu reputación. Ya no se trata de un producto de marca privada o baja calidad o de dar un “pelotazo”. Por eso me he puesto en contacto con Smufit Kappa para despejar dudas y aclarar conceptos acerca del envase Bag-in-Box.

Materiales presentes en el Bag-in-Box

Así pues, comencemos por los materiales. Una bolsa se compone de tres elementos:

Los films, que suelen ser dos por cada cara y pueden llegar a 3 para bolsas de alta capacidad. El film más interno, el que está en contacto con el vino, suele ser un solo material (polietileno); mientras que el exterior es un film complejo, metalizado con barrera poliéster metalizado o film transparente, con barrera Etileno-Vinil-Alcohol (EVOH) y que es el que protege al vino del oxígeno ambiental.

Luego está el gollete: Pieza de plástico rígido (polietileno), que va soldada a los films de una de las caras de la bolsa y es la que permite la inserción del grifo.

Y este último, el grifo dispensador, ensamblado a partir de varias piezas de distintos materiales polietileno, polipropileno y elastómero.

El diseño o espesor de estas bolsas no cambian en función de alcohol, pH, SO2 u otras características del vino. Dado que no es un envase para vinos de guarda, el espesor y propiedades de la barrera al oxígeno son los adecuados para asegurar la conservación hasta 1 año. Muchos fabricantes han determinado estos parámetros en base a múltiples estudios de vida de producto, tanto internos como en colaboración con bodegas.  No olvidemos que muchos de estos son multinacionales que trabajan con grandes grupos bodegueros a escala mundial.

Hay que tener en cuenta que no es recomendable para vinos con más de 1 g/L de CO2. Hay dos motivos, al ser envases relativamente grandes que no suelen consumirse inmediatamente después de la apertura, el espacio libre que deja el líquido consumido pasa a ser ocupado por el CO2, de manera que el vino iría perdiendo “aguja”. Además, si durante el almacenaje o el transporte hay temperaturas altas, el CO2 disuelto pasaría a fase gas, la bolsa se hincharía y se deformaría la caja contenedora.

Formato Bag in Box para vino/Foto: Smufit Kappa

Controles de calidad sobre el Bag-in-Box

Uno de los elementos que más preocupan en todos los envases es la estanqueidad, por lo que la calidad de las soldaduras es clave. Lo normal es que las bolsas que forman parte del Bag-in-Box sean sometidas a estrictos y rigurosos controles de calidad para su buen funcionamiento. Parte de estos ensayos y sus parámetros son confidenciales o exclusivos. Algunos de los tests que se realizan son de estallido de la bolsa, de estanqueidad y de resistencia de las soldaduras. Aunque hay muchos más:

Sobre las bolsas: ensayos mecánicos como resistencia a la tracción, elongación, coeficiente de fricción, ensayo de impacto (Dart Drop Test). Transmisión del oxígeno: en nuevos films, el test Gelbo

Sobre los tapones y golletes: fuerza de cierre, resistencia a la tracción, dimensiones, resistencia al agrietamiento, apertura y cierre de los grifos, estanqueidad. Por ejemplo, los grifos Vitop® pasan por más de 120 inspecciones.

Todos estos controles están estandarizados, incluyendo a los suministradores de materia prima, trazados e informatizados para responder de manera rápida en caso de incidencia alimentaria.

En las fichas técnicas aparece el detalle de las características de cada bolsa, dimensiones, componentes y materiales, permeabilidad a O2, pruebas a las que se someten las bolsas, trazabilidad y condiciones de almacenaje y uso de las bolsas. Por lo que se emiten certificados de conformidad. En Smufit Kappa, su sistema de gestión de calidad permite trazar la historia de cada uno de los componentes de la bolsa desde la materia prima y todas las incidencias relacionadas con la fabricación de cada una de ellas. Esta herramienta está a disposición de sus clientes para resolver cualquier no conformidad.

Así pues, hay dos alternativas: buscarse un proveedor y confiar plenamente en él o bien buscar laboratorios externos que puedan controlar materiales que hasta ahora nos eran ajenos. Otra oportunidad para que el sector dé un paso adelante.

Pero no todo depende de la bolsa, el proceso de llenado es responsabilidad de la bodega y lo veremos aquí; sin olvidarnos de las trasferencias de oxígeno, migraciones, evolución… en el próximo artículo.

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