Y que conozca el sector…
Es nota habitual que, cada vez que hay un cambio en los responsables de marketing y de bodegas e instituciones, se trate de tirar por tierra la política anterior. De ahí que haya numerosos casos en los que se rediseña muy alegremente la imagen corporativa, se echa por tierra la página web y se derriban todo el resto de corpóreos en forma de presentaciones, originales de publicidad, “rollers”, etc.
Y con lo anterior, en muchos casos, nos quedamos en lo superfluo y no avanzamos más allá. Porque se puede ser un buen creativo o un buen responsable de marketing y comunicación, pero, en mi opinión, se lleva mucho ganado si conoce ampliamente el sector del vino, dado que creo a pie juntitas que sólo se ama lo que se conoce y es una forma en la que ir a un puesto de trabajo y no ser un mueble más, aparcado en un rincón, no vaya a ser que empiece a hacer cosas y nos haga trabajar al resto.
Y hago estas apreciaciones, porque muchos no lo tienen muy claro y no entienden que uno pueda defender un producto como el nuestro, el vino, sin ser ni siquiera un consumidor más allá de las celebraciones puntuales familiares. Un punto importante en una entrevista de trabajo debería ser una práctica en relación al conocimiento que se tiene sobre los vinos de una firma o de una denominación de origen para la que se pretende trabajar, del mismo modo que a un carnicero se le presume destreza en los diferentes tipos de corte.
Recuerdo mi paso por una gran empresa a la que llegó un nuevo director de marketing que no venía del sector y estaba, inicialmente, ensimismado en tratar de conocer los costes industriales, dado que, como él dijo en su primer día, “a todo lo que se le pueda añadir fécula o agua se puede trabajar con el precio”. No es el caso de nuestro queridísimo vino y, acto seguido, desde la propiedad me instaron a abrir varias decenas de botellas para explicar a viva voz que lo que nos ocupa es algo tan vivo y distinto que no se puede encasillar fácilmente, porque incluso en una misma marca o incluso en una misma caja de botellas nos podemos encontrar con sensaciones muy distintas.
La “evangelización” tuvo sus frutos y ese profesional empezó a amar el vino de una forma recurrente, con los dejes propios de quien empieza en este mundillo y que exagera los movimientos del vino en la copa y los gestos.
Siguiendo con mi razonamiento, la pasión es algo que no viene en ningún currículo y es muy difícil de medir por parte de consultores de empresas de selección y esa actitud hace que nos volquemos en nuestras funciones. La naturalidad que pueda ofrecer alguien que se incorpora a un trabajo especializado desde fuera es inherente a las propuestas y amplitud de miras que puede tener un equipo laboral joven, pero, poniendo todo en la balanza, me quedo con alguien que pueda organizar y controlarte una cata estricta, una degustación, que sepa cambiar de registros en las visitas con clientes y personalidades o que, por ejemplo, sepa llevar a buen término la preparación, el desarrollo y el seguimiento de una feria o de un evento determinado.
Además, en cuestión de eficiencia, un profesional especializado no necesitaría tanto tiempo para elaborar interminables libros blancos para trazar el camino a seguir, se centraría sólo en una cosa: arremangarse.
Porque una importante base de datos de contactos del sector y esa expertise no se adquiere de la noche a la mañana, por mucho que seamos camaleónicos y sepamos adaptarnos a las circunstancias.
Tristemente, he oído en ocasiones que algunas instituciones sectoriales prefieren que el candidato no tenga experiencia en el sector para no venir influenciado y poderse “criar a los pechos” de quien tutela su trabajo; o bien porque existe el miedo de que hayan podido trabajar para firmas importantes de una indicación y ahora puedan verse en el otro lado, porque “no es lo mismo llamar que salir a abrir”.
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