“Vender y cobrar, vender y cobrar…”

Inmerso en diferentes procesos de selección, no corren buenos tiempos para expertos en Comunicación y/o marketinianos del vino, porque lo que prima en las ofertas que se lanzan en los portales temáticos más conocidos son los Export Manager, en unos puestos que más parecen ser una puja por arrebatar talentos y cartera de clientes a la competencia –p

Y las pocas ofertas que hay en el sector parecen el laberinto del Minotauro para acceder a ellas. En una plaza para García Carrión se presentaron 1.300 personas que, se supone que reunían los requisitos para llevar la Comunicación y las relaciones externas de esta firma.

En otra ocasión, tras acceder como finalista a una segunda entrevista, mi entrevistador ni siquiera tuvo la deferencia de decir que me pusiera cómodo y me quitara el abrigo y la bufanda, teniendo que aguantar el chaparrón, como está mandado, y la barrera psicológica que se crea con actitudes así.

Cuento esto porque creo que puede ser enriquecedor para muchos profesionales y sus potenciales contratadotes, disculpándome de antemano por contar alguna de las anécdotas en primera persona.

Desgraciadamente, creo que, en ocasiones, no se pone en valor suficientemente a muchos profesionales del sector, porque no se mira su profesionalidad y surgen los “egos”, las cacicadas y las envidias para cerrar la puerta a magníficos trabajadores que, simplemente, no han bailado al son de “la mano que mece la cuna”, que maneja los hilos en la sombra en su zona de influencia de la forma más cobarde.

En otros casos, sorprende que instituciones de prestigio encarguen la selección a consultoras, que son las encargadas de hacer públicas los requisitos de los candidatos y que, a las primeras de cambio, responden, incluso antes de inscribirse en la oferta, que no se cumplen las condiciones. Después de repasarlas y de ver que se rebasan con creces, lo haces saber y te responden con excusas propias de un expediente X, que no vienen al caso y que pueden admitir implícitamente que hay nombres tachados.

Me cuesta creer que algunos responsables de instituciones no encajen convenientemente críticas lanzadas en esta columna y por las que, me consta, han mostrado su disconformidad pública, sin tener la gallardía de contactar directamente.

Tampoco quiero creerme, como me consta, otra situación, según la cual, un bodeguero ha amedrentado paulatinamente en el tiempo a otro para poder echar a la calle a un profesional que tuvo en su plantilla durante años, felicitándose por ello y llevando al extremo tácticas más propias de la Mafia Calabresa. Porque las cosas pueden hacerse de muchas maneras, pero, desde luego “la esposa del César no sólo debe ser honrada, sino demostrarlo”.

A veces tengo la sensación de que vivimos en un mundo de caciques, que amedrentan, calumnian, desprestigian sin motivo y campan a sus anchas y encima van por la vida aprovechándose de las buenas personas, que creen de su propiedad porque han estado en su nómina y se han desprendido de ellos como a los galgos manchegos después de la temporada de caza y porque, simplemente, tienen principios y dignidad, cosa que olvidan muchos de sus lacayos. Y lo malo es que la gente se acostumbra a estas situaciones y baja la cabeza, y traga…

La verdad es que con muchas vivencias propias y conocidas podría escribir otro libro, algo que no descarto.

Sólo nos queda el consuelo de acudir a la ayuda que nos presta la red social Linkedin, que permite poner en contacto a profesionales con los actores principales de cada sector en concreto y recuperar la información sobre ex compañeros de trabajo o de facultad. Además, podemos ver en tiempo real a quiénes se interesan por nuestro perfil.

No obstante, la situación es un poco desalentadora, porque, una tras una, la respuesta más recibida es “eso de la Comunicación y el Marketing está muy bien, pero lo que queremos es vender y cobrar, vender y cobrar”.