Tequila (III). La plantación
A pocos kilómetros del muelle de San Blas que hizo famoso Maná, y gracias a lo que me dijeron mis compañeros de José Cuervo, sigo con la idea de expresar lo que es el Tequila.
Como ya dije, es proveniente del Agave americana, y producido en la región de Tequila mayoritariamente. El paisaje en la zona se torna azulado. México se va absorbiendo por mis poros.
El establecimiento de las nuevas plantaciones de agave tequilero se inicia con la meticulosa búsqueda de tierras aptas para su cultivo. Es como la viña. Se evalúan entorno, pendiente, pedregosidad, riesgo de heladas, tamaño de la parcela, ubicación, etc., así como las propiedades del suelo. Se observan factores como la profundidad, textura, estructura, dureza, porosidad, espacio para raíces, tipo de agua y materia orgánica.
Sobre la base de todas las características se sugieren acciones como la intensidad de labranza y la realización de obras de drenaje, y de conservación de suelo como son el “trazo de curvas en contorno” para evitar la erosión. Esta es la mejor manera de mantener un paisaje, con la mínima actuación humana posible. Además, ayuda a que el agavero sea más económico de establecer, y de que sea de la manera más equilibrada.
Una vez determinada preliminarmente la aptitud de las tierras para el cultivo de agave tequilero, se realiza un muestreo representativo de suelos para evaluar su fertilidad y detectar posibles niveles tóxicos de elementos minerales, como aluminio, manganeso o sodio.
Conocidas las propiedades del suelo se confirman las necesidades de mejoradores, es decir, abonos e intensidad de labranza. Y para cada momento se establece el tipo de fertilización y su dosis. Se emite finalmente el dictamen de aptitud de la tierra, el cual más o menos ya se va dibujando a lo largo de este estudio.
Por otro lado, la selección de hijuelos para las nuevas plantaciones es otro aspecto fundamental en el establecimiento de las nuevas plantaciones de agave tequilero. Se inicia con la selección de plantas madres sanas y vigorosas preferentemente entre 3 y 4 años de edad. Se desinfecta la herramienta para el arranque de hijuelos, así no se transfiere ninguna enfermedad. Además los hijuelos arrancados deben ser también vigorosos y libres de daños por enfermedades.
Los hijuelos se “barbean” y “tostonean”. Y no, no es que se afeiten y se pongan al sol. Lo que quiere decir es que se cortan hojas y raíces para facilitar su manejo y establecimiento en campo. Los hijuelos barbeados y tostoneados se apartan para aplicarles tratamiento fitosanitario preventivo.
Casi parece un consejo de belleza de esos que se transmite de padre a hijo:
"Hijo, siempre hay que barbear y tostonear. Barbear y tostonear…"
Arturo Blasco
Enólogo
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Foto: Cortesía de José Cuervo
Licenciado en Enología.
Master en Dirección de Marketing y Ventas.
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