Seis mil hectáreas no son nada. ¿O son muchas?
Como saben, desde primero de enero de este año, la normativa de plantaciones nuevas de viñedo ha cambiado, y, ¡cómo no!, también trae su polémica.
Les recuerdo que, a grandes rasgos, cada país puede otorgar libremente, hasta un máximo, creo recordar que del 1% de lo que hay, las nuevas plantaciones cada año que podrán ponerse en cada país. El Caso es que la administración ha acordado este año la cantidad de 6.000 hectáreas nuevas para toda España que se podrán poner, repartidas por comunidades autónomas y en función de lo que se pida por cada una.
Esto ha traído una nueva polémica, y hay opiniones para todos los gustos.
Quizá donde más polémicas hay, dentro de los que están en contra, es en la adjudicación que se pueda dar en algunas comunidades, pero visto desde el prisma de algunas DO opuestas frontalmente a que el número de hectáreas se incremente. Esta opción puede traer nuevas controversias entre bodegas, viticultores y denominaciones. Estimo que lo importante no es solo la cantidad y que es mejor controlar la calidad de la uva, como control efectivo de la calidad de los futuros vinos. Es cierto que a una parte de las bodegas, que ya de por sí pueden tener problemas a la hora de comercializar los vinos, que crezca la cantidad de vino puede acrecentar ese problema, pero creo que hay que saber diferenciar, aunque en el fondo venga de la misma raíz, el final es diferente.
Por otro lado tenemos todo lo contrario, zonas y actores, que estiman que esa cantidad es poca para toda España y que se debería aprovechar al máximo lo que se nos autoriza, para facilitar a nuevos agricultores y explotaciones.
Supongo que el poder compensar o trasladar lo que no se quiera plantar en una zona, a otra en la que haya más demanda, puede estar la solución.
Yo, personalmente creo que no es esto solo lo que hay que mirar a la hora de sacar una cantidad por la administración, y del reparto de ella, Hay que estudiar el mercado, las necesidades y la problemática del mismo. Es cierto que hay zonas que demandan viñedos, y si son capaces de vender el vino que producen sin esfuerzo y sin perjudicar a otras, es válido. Pero no podemos ir incrementando a lo loco el potencial productivo que tenemos, ya que luego, nos llega una gran cosecha y ya sabemos lo que pasa. Hay que controlar mucho, y no fijarse en una cosecha o en otra, ahora, por ejemplo, llevamos dos años de cosechas cortas, lo que puede animar a que el reparto de hectáreas se incremente. Pero hemos de pensar, por ejemplo, en lo que nos pasó hace tres cosechas, con la mayor cantidad de la historia recolectada en España y los problemas que, me atrevo a decir, que casi aún arrastramos.
Por tanto una mesura en el otorgamiento.
Difícil tarea tiene la administración todos los años, ya que al inicio de cada año deben decir y comunicar qué cantidad de hectáreas se va a plantar ese año.
Quizá no sería mala idea que durante el año anterior la gente se apuntara a una bolsa creada y sobre esta base poder decidir en cada circunstancia lo que más interesa al común del sector.
Javier Sánchez-Migallón
Director Ediciones Albandea y El Correo del Vino
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