Se busca prescriptor de vinos…
“Se busca profesional en el mundo del vino con capacidad para formar, enseñar, escribir y transmitir el entusiasmo por la Cultura del Vino, en general, y por las peculiaridades de nuestra zona de producción, de nuestra bodega y de nuestros vinos, en particular…”. Esto es lo que deberían buscar las grandes bodegas para diferenciarse con garantías en un entorno bélico en el que conviven a empellones más de 7.000 bodegas y unas 25.000 marcas.
Grandes profesionales del sector, como el único Master of Wine español, Pedro Ballesteros, o el experto Juancho Asenjo se han pronunciado en unos términos parecidos como una de las formas de transmitir las singularidades de cada terruño que integra cada indicación de calidad, cada bodega y cada marca de vino. Y es que en esta línea apelamos a trabajadores con aptitudes, pero, sobre todo, con actitudes, que demuestren un saber hacer que sólo pueda ser superado por la naturalidad y la fuerza con la que el propio bodeguero habla de su bodega y de sus creaciones.
Desgraciadamente, no todas las bodegas disponen de grandes maestros de ceremonias, como Antonio Flores, o de sumilleres o profesionales expertos propios con los que atender mesas en ferias y salones sectoriales o en encuentros con clientes de nuestros distribuidores. Y eso sin contar con que puedan formar a nuestra red de ventas, al personal que desarrolla nuestras acciones en nuestro punto de venta o a los profesionales que atienden a nuestros clientes en ferias o presentaciones.
Estos embajadores de marca tienen que tener, ante todo, una trayectoria impoluta, además de un importante tirón por su devenir laboral y por su agencia de contactos, labradas a golpe de interacciones continuas desde hace años con periodistas especializados, prescriptores, líderes de opinión y, desde hace unos años, también con blogueros y wine lovers.
De este nicho de mercado ya beben algunos profesionales, que, poco a poco, van identificándose con diferentes marcas, aunque desde luego nunca puede ser lo mismo que tener a un prescriptor (entendido como formador, maestro, escritor y amante de los vinos) in house, máxime cuando la independencia de quien cobra por algo o que incluye sistemáticamente vinos de unas cuantas bodegas en sus acciones puede ponerse en duda.
Por el contrario, desde algunas bodegas se riza el rizo y se demandan profesionales de marketing y comunicación que también tengan experiencia en diseño gráfico, que debe ser algo como “saber y valer para todo”. Es decir, que en los portales de empleo de vino -y es algo que se puede chequear- se busca a alguien que “lo mismo te cosa un huevo que te fría un calcetín”. No puede haber un chico o una chica para todo.
Y en este panegírico hacia grandes figuras del mundo del vino deberíamos caer en la cuenta de que un prescriptor de vinos debería aglutinar los tres saberes: “el saber”, tener conocimientos sobrados de la materia; “el saber hacer”, pudiendo desarrollar todo tipo de catas, eventos, etc.; y, por último, “el saber estar”, demostrando en todo momento los arrestos para desarrollar sus funciones de la forma más diligente.
Desgraciadamente, la profesionalidad es algo difícil de explicar y requiere cierta distancia a la hora de poder analizar cómo se desarrollan los trabajos en el ámbito laboral. Pero es algo que se advierte a la legua y una vez que te topas con alguien de garantías no lo tendrías que dejar nunca escapar, porque son una rara avis.
Y no olviden que si alguien, ya sea en una visita a una bodega, en una cata, en una feria o en cualquier otra situación, nos persuade y nos transmite entusiasmo en todo lo que hace, ese ya es un buen prescriptor, porque los mejores transmisores del boca a boca de nuestra compañía han de ser nuestros propios trabajadores como forma inicial para propagar todo lo que nos hace genuinos y auténticos.
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