Poda de ‘respeto’
Hoy os voy a hablar de un concepto absolutamente novedoso y que está muy de moda, o sea, como dirían ahora los modernos, es tendencia, . Una práctica o técnica a la que llaman “poda de respeto” y, curiosamente, según mis conocimientos, no es otra cosa que podar como nos enseñaron nuestros padres o nuestros abuelos. Se podría llamar perfectamente, podar “como toda la vida”.
Poda de respeto: premisas transmitidas por nuestros antepasados
La poda de respeto se basa en una serie de premisas que nos han ido trasmitiendo nuestros antepasados. El podador, además de los criterios de producción, formación y carga, introduce otro criterio que actualmente se ha olvidado: cuidar la cepa y preservarla en el tiempo, es decir, crear viñedos más longevos y equilibrados. Esta filosofía es independiente al tipo de conducción, climatología o situación geográfica, al fin y al cabo, se trata de aplicar la lógica a la poda.
La base fundamental está en respetar el flujo de savia. Esto se consigue de dos maneras, primero haciendo los cortes sobre madera de uno o dos años y siempre en el mismo lado, para no estrangular el paso de la savia, con lo que se crea en cada brazo una carrera de secos, donde están todos los cortes, y una carrera de verdes, por donde circula la savia.
Además, se debe limitar el número de cortes y compaginar siempre, como hemos dicho muchas veces, la poda de invierno con la poda de primavera o poda en verde, precisamente para limitar el número de cortes de invierno. Lógicamente, a más brotes verdes innecesarios eliminados en primavera, menos cortes de poda en invierno; luego estos cortes se deben hacer sabiendo que en cada corte se produce un cono de desecación, que es una cicatriz que penetra en la cepa e impide el paso de la savia, por tanto, los cortes se deben separar al menos un centímetro de la base del tronco del brazo, formando lo que se llama ahora fusta de respeto, que queda estéticamente mal, pero es lo mejor para la cepa.
Evidentemente a más cortes más incidencia de las enfermedades de la madera, es por eso por lo que hay que limitar los mismos. Al final, estos viñedos son más sostenibles en el tiempo y más respetuosos con el medio ambiente. Como el criterio principal es el equilibrio, el nivel de calidad de sus uvas va creciendo en el tiempo, llegando a la perfecta armonización de vigor moderado, superficie foliar, carga moderada. Por eso siempre se cumple el binomio viñedos viejos-grandes vinos.
Ahora recuerdo cuando mi padre me decía que no repelara los cortes de la ciega hacia el pulgar, y también a uno de mis grandes maestros de poda, Antonio Mendiola, fumándonos en cada cepa un cigarrillo, quien justificaba y razonaba cada uno de los cortes de poda. Actualmente es muy común ver cómo algunos despellejan y mutilan las cepas con esas maquinas eléctricas diabólicas, a veces con un solo criterio: la producción y la mecanización. Luego nos extrañamos de que aparezcan enfermedades, malas maduraciones y desequilibrios madurativos. En definitiva, una mala poda redunda en una mala calidad del fruto.
Resulta paradójico que el hombre que lleva mas de 3.000 años dominando la vid, conduciéndola y aprendiendo a prolongarla en el tiempo, lo esté olvidando todo en 20 años. Ahora, con las actuales podas, es difícil que un viñedo viva en buenas condiciones más de 25 años.
«las hordas bárbaras de la incultura, apoyadas por los políticos y sus subvenciones, están arrancando de sus raíces una parte importante de ese viñedo viejo, patrimonio enológico y cultural»
Además, para más inri, las hordas bárbaras de la incultura, apoyadas por los políticos y sus subvenciones, están arrancando de sus raíces una parte importante de ese viñedo viejo, patrimonio enológico y cultural, que nuestros antepasados conservaron con tanta dedicación en el tiempo.
Como conclusión amigos, debemos mantener el legado de nuestros antepasados, mantener la huella de nuestras tradiciones, preservar los viejos viñedos de la barbarie del arranque, recuperar las buenas prácticas culturales en el viñedo, pensar a largo plazo y, sobre todo, ser respetuosos con las cepas, que al fin y al cabo son seres vivos agradecidos.
Enólogo
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