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…pero no nos sirve de mucho.

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Y no lo digo yo, está publicado en el artículo de El Confidencial, que ya comencé a comentar la semana pasada. Hoy toca el cómo rentabilizar el caudal de conocimiento generado por investigadores del sector vitivinícola en España.

En este enlace el citado artículo de El Confidencial.

En el párrafo que sigue (como siempre, las negritas son mías) hay algunas claves:

Pero ser número uno en ciencia no es garantía de mayor beneficio económico. Así lo advierte Vicente Ferreira, uno de esos investigadores españoles líderes mundiales en su campo, el del vino. El científico lamenta que a pesar de que los especialistas en su campo son conscientes desde hace años del liderazgo español en este área, las instituciones regionales o estatales lo desconocen. A esto se suma el problema de sacarle partido al liderazgo. “En España tenemos un sistema tecnológico que no es capaz de absorber ese impacto científico”, “Si vas a la Universidad de Burdeos verás algo que no existe en España: hay tres o cuatro empresas que costean la mitad del departamento de enología”, asegura Ferreira. Esta falta de transferencia puede explicar por qué, en la práctica, “países como Francia, Italia y posiblemente Australia van por delante de España en mercancía vendida y beneficios”, reconoce el investigador”.

Primero: el recurso de queja al desconocimiento de este liderazgo por las administraciones, posiblemente sea desinterés. Nunca falta ministro o consejero dispuesto a inaugurar un evento con un copa de vino en la mano ni a entregar unos premios. Pero el interés real en el vino está más en su influencia en el PIB regional y en el número de votos que supongan los cooperativistas.

Segundo: es cierto no hay sistema un sistema de transferencia tecnológica, para que se produzca ese impacto científico y de haberlo no es eficaz. Pero en ese sistema hay dos partes que deben tener una relación “biyectiva”, o sea que debe fluir en las dos direcciones, o haber un “feed back”, para huir de las matemáticas. Y aquí las empresas del sector fallan casi todas.

  • Por tamaño, son demasiado pequeñas aunque suelen estar agrupadas.
  • Esos grupos están para hacer “lobby”, defender intereses y eso está muy bien, pero ninguna tiene un “comité técnico/científico”, ni ganas que se les ven. Es más, en alguna iniciativa por parte de la administración, la dejadez de la mayoría de las empresas implicadas era indignante; se estaba “por quedar bien” y por si había alguna subvención que pillar. De poner un euro ni hablamos.
  • Entre los grupos grandes hay de todo. Un ejemplo, el grupo Torres está llevando a cabo un trabajo espléndido de recuperación de variedades autóctonas en Cataluña, que piensa extender en el futuro. Tuve la ocasión de catar algunos vinos de este proyecto en Enofusión y me quedé impresionado como reflejé en mi blog, pero en el web de Torres ¡No hay mención a la I+D+i!

Tercero: al hilo de lo anterior, parece que la I+D+i no vende, cuándo debería ser una herramienta más del marketing, cómo el marketing solidario o las fundaciones culturales. También es cierto que las universidades y escuelas de negocios, que preparan a los profesionales que acabamos en el sector, deberían hacer mayor, o algún, hincapié en el marketing del vino y aplicado a pymes. Mucho caso “Apple”, mucho caso “Starbucks” y mucha multinacional, pero poca pyme.

Y dejo para el final este párrafo que me parece sintomático:

“En España, la solución a los problemas que hacen aflorar este tipo de análisis no se ha afrontado en décadas, pero existe… Para Ferreira, una de las soluciones sería valorar más la vertiente aplicada de la ciencia, por ejemplo, dándole la misma importancia a que un investigador haya publicado en tal o cual revista a que tenga una patente en su sector a la hora de recibir ayudas públicas. Es un cambio fácil de hacer sobre papel, pero que requiere otro cultural. “Yo soy el primero que he descuidado esta faceta”, reconoce, “porque tengo 150 estudios publicados y una sola patente que además no es de mi campo”.

¿Que una publicación da más “puntos” que una patente? ¿Qué debería dar los mismos? No salgo de mi asombro, debería dar muchos más, y si se comercializa poner al investigador en un pedestal.

No es un problema cultural, es un problema de actitud –de falta de actitud-; de falta de ambición, como ciudadanos, como empresas, como investigadores y como administración. O sea como país. Mucho trabajo tienen los de la “marca España”, convencer a los de dentro y venderlo a los de fuera.

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