Menos prohibición, más educación
Nuestros políticos dan un paso adelante, enarbolando la bandera del vino en el Congreso, y dos atrás. No sé si es ese afán de prohibir por prohibir, pero la verdad es que el solo anuncio de que se va a restringir, de forma más que probable, la publicidad del vino en Internet y en televisión haría que en países como Francia todos se pusieran en pie
Porque más que una cuestión coercitiva, debería ser algo propio de la Educación. Se habla de que se quiere implantar una asignatura, dentro de la polémica y cíclica reforma educativa, una asignatura de Gastronomía. Pues bien, el vino, que está considerado por ley como un alimento, debería ser una parte importante de ese proyecto curricular dentro de esa materia o incluso promover otra sobre Cultura del Vino.
Y ese miedo que se tiene con los excesos de los jóvenes, que, desgraciadamente, no suelen venir unidos al consumo de vino y si al de bebidas alcohólicas más dañinas, se debería atajar desde la educación. Implicando a nuestros futuros consumidores en todo lo que tiene que ver con la Cultura del Vino, más allá de que viven del sector miles y miles de familias y que incluso algunas zonas de nuestra piel de toro serían auténticos desiertos sin los mares de viñas verdes que se dibujan desde la primavera al otoño. Seguramente, con esta educación habría menos lacra de alcoholismo, porque el vino es una bebida social, que cuando se bebe en soledad se asocia a otras problemáticas, porque, como suele decirse.
Así que menos “Viva el Vino” y que se pongan nuestros políticos a promover el consumo moderado de vino, no sólo defendiendo los paisajes del viñedo, sino que se les vea como brindan y como beben vino, como hacen en el programa “El gato al agua”, que parece que acapara casi todas las botellas y el “product placement” de vino de nuestro país ante el posible miedo de que puedan asociarnos a la “extrema derecha”, porque el vino es uno de los productos más democráticos y accesibles en cuanto a precio que hay.
Por lo tanto, controvertidos políticos, no hagan manifiestos, den ejemplo y hablen sin tapujos de las bondades del consumo moderado de vino por sus propiedades antienvejecimiento, antiestrés y favorecedoras de una mejor salud cardiovascular. Incluso se han publicado recientemente estudios en los que se dice que el consumo de una copa de vino en las comidas puede equivaler a un buen tiempo de ejercicio por sus propiedades vasodilatadoras.
No den un paso adelante y otro atrás, sean claros en sus planteamientos, donde administraciones autonómicas han llegado a hacer leyes que iban en contra de leyes nacionales que apuntaban no sólo a los alcoholes destilados, sino también al vino y a la cerveza. Porque Internet no es sólo patrimonio de los jóvenes y, con la debida educación, no sé qué daño puede hacer la imagen de una botella de vino o un spot televisivo. La publicidad en el vino ya estaba de por si encorsetada y ha sufrido un montón de cambios y acertadas prescripciones, como la de incluir el lema de “El vino sólo se disfruta con moderación”.
Bastante tiene el sector para defenderse de cuestiones concretas como las represalias que pueden llegar del mercado chino como para tener que renunciar a espacios publicitarios más acordes con los tiempos que corren. Porque lejos han quedado los tiempos en los que la publicidad sobre vino ocupaba tan sólo los espacios nocturnos de emisoras de radio, junto a los puros y el Coñac.
Y recuerden todos que lo importante, más que prohibir, es la Educación, porque, como dice el aforismo, “El vino, cuando no es Cultura, es Alcoholismo”.
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