Macroferias
La semana pasada visité la Feria Internacional de Turismo de Madrid (FITUR) con el ánimo de ver alguna experiencia interesante en Enoturismo.
He de decir que, debido a las dimensiones y a lo disperso de esta feria en sus enormes pabellones, tuve la misma sensación que cuando vas a unos grandes almacenes en época de rebajas y tu cerebro no es capaz de interpretar tanto producto junto, ni tanta marca, ni tal o cual oferta. Porque, evidentemente, propuestas enoturísticas y botellas de vino había por todos sitios, aunque quedabas casi tan saturado como en un lineal de un supermercado a la hora de elegir una marca para llevar a casa.
Sin duda, se requerirían varios días para poder escudriñar y analizar toda la información sectorial que puede encontrarse, aun a costa de tener que moverse por al menos tres “macropabellones”, y el trato, por la propia disposición de los stands, no podría ser demasiado cercano.
Es cierto que renové algunos dípticos y folletos interesantes, dado que en ferias como esta se estrena material promocional y no se suele reparar en gastos, pero caes en la cuenta de que, al igual que toda la feria, todo está muy desperdigado y destacan sobremanera los expositores gigantes de las Comunidades Autónomas. Esto hace que los que vamos buscando productos de este tipo nos centremos en sólo 3 o 4 regiones, obviando que en nuestra geografía nacional tenemos vino y Cultura del Vino casi en todas nuestras administraciones regionales.
Sin tantos excesos como hace una década, algo que se puede ver fácilmente en las arquitectura efímeras de cartón piedra. Los stands no dejan de ser una gran sala de prensa para copar el espacio de una provincia en concreto, dando cuartelillo a muchos periodistas de cabeceras provinciales, sacándoles de su hábitat y propiciándoles una jornada festiva. Lo dan todo en el día de una provincia o comunidad acercándonos cada cultura, costumbres y gastronomía propia.
En el marco de FITUR, entre otras muchas cosas, se presentó también la oferta de la Torre del Vino de Socuéllamos, que muchos han querido convertir en ejemplo del despilfarro de la Cospedal en su propia región, pero que se trata de un museo más que sumar a la Cultura del Vino de nuestra piel de toro. Algunas otras bodegas han aprovechado para presentar sus proyectos, pero se me antoja imposible, visto el montaje actual, que pudiera haber un apartado creado ex profeso para el enoturismo, si es verdad que es tan importante y que puede ser el foco para que se generen en un futuro próximo decenas de miles de puestos de trabajo.
Desde luego, sería un oasis perfecto poder ver un espacio ordenado dedicado a mostrarnos la buena y, cada vez más creciente, oferta de Enoturismo en nuestro país, sobre todo cuando hay productos como “Las Rutas del Vino de España”, que vienen siendo objeto de presentaciones graduales desde hace más de una década, casi con el mismo mensaje.
Claro que hay quien me podría decir que hay ferias no tan “monstruo” como FITUR que pueden colmar las expectativas con las que me adentré en los numerosos pabellones habilitados en el Campo de las Naciones. En este sentido, la feria de Turismo Interior de Valladolid (INTUR) es una de las que se lleva la palma, a pesar de que en ella podamos tener justo la sensación contraria: que no hay demasiado movimiento. Y entonces volvemos a situarnos mentalmente en la tesitura de qué queremos: unos grandes almacenes donde nuestra vista pueda perderse, pero donde tengamos muchos más artículos; o un trato pormenorizado y directo, pese a disponer de menos referencias a la vista.
José Luis Martínez Díaz
Licenciado en CC. de la Información, miembro de la AEPEV y de la FIJEV.
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