Lo que no se comunica, no existe
En el tiempo de las redes sociales, del marketing de contenidos y de las innumerables marcas que copan todos los canales del mercado del vino, se hace más patente la máxima de que “Lo que no se comunica, no existe”.
Porque el mercado deja a cada uno en su sitio y es un juez impasible. De ahí que las principales indicaciones de calidad tengan que lanzar mensajes potentes al conjunto de la sociedad y que las bodegas tengan que hacer lo propio, a pesar de que, desgraciadamente, los fondos que se destinan a publicidad son ínfimos, respecto a otras bebidas con las que compite el vino.
La frase del título de este artículo la pronunció María Isabel Mijares, con motivo del nombramiento de Mérida como Capital Iberoamericana de la Gastronomía 2016, y los vinos extremeños son un ejemplo de que son unos grandes desconocidos para el gran público en nuestro país, porque el poso de recuerdo se va generando de forma psicológica a base de impactos. Y lo mismo que el posicionamiento SEO lo obtenemos en Google con noticias y eventos de relaciones públicas, que no ocupemos uno de los primeros lugares en la primera página de este buscador nos condena casi al ostracismo.
Y qué duda cabe que hay que tener en cuenta la publicidad en buscadores y en los medios digitales para llegar, cada vez más, a aquellos que buscan referencias en aplicaciones y en redes sociales sobre tal o cual vino. Más de una vez he comentado que muchos bodegueros piensan que son noticia casi en sí mismos, aunque en realidad están “ensimismados” y no caen en la cuenta de que es necesario un buen calendario de comunicación, con publicidad, presencia en guías y en concursos y con ganancias en comunicación para complementar con un plan de relaciones públicas acorde a nuestros objetivos y que contemple asistencia a ferias, presentaciones, envíos selectivos de novedades a prensa especializada y a blogueros…
Y ya en harina, es necesario comunicar lo que hacemos. Hasta tal punto llega esta moda de hablar con nuestros amigos en redes sociales, que el otro día leí algo parecido a esto: “he salido a correr una hora, pero se me ha olvidado tirar una foto y es como si no hubiéramos hecho nada”. Llevado este planteamiento al extremo, es necesario no desdeñar ninguna vía para estar en contacto con nuestros potenciales consumidores, ya sea a través de los comentarios de los principales directivos (un gusto ver la actividad de directivos como Antonio Flores, de González Byass), de instantáneas con los distribuidores y los principales clientes de una zona en concreto o con comentarios de temas de actualidad en los que nos interesa ofrecer nuestro punto de vista.
Si hasta hace unos meses, mi actividad profesional en el mundo del vino se había reducido al marketing, las relaciones públicas y la comunicación, en los últimas semanas he podido intervenir en diferentes reuniones comerciales con jefes de compra de las principales cadenas de distribución moderna. Y al final todo se reduce a algo tan sencillo como “qué es lo que ofrecemos nosotros que no ofrecen los demás”.
Y es difícil de diferenciarse con más de 7.000 bodegas y unas 25.000 marcas, porque, aunque estamos haciendo los mejores vinos de la historia, cuesta ser singulares y genuinos. Por ello, habrá que bucear en los insights de los potenciales consumidores para ver el estilo de vida que podemos satisfacer o centrar el foco en un público objetivo para un determinado vino
El nombre pintón de un vino, la historia que hemos creado en torno a él o cualquier aspecto que sea susceptible de ser comunicado es lo que puede salvarnos de ser uno más en el mercado. Dar que hablar, hacer cosas singulares y tratar todas las herramientas de comunicación de forma profesional, incluyendo reuniones con blogueros y potenciando los envíos a la prensa especializada de los nuevos lanzamientos de nuestra firma harán que el ROI que recibamos sea infinitamente superior a la inversión que realicemos.
Y no descartemos tampoco manejar un buen blog en el que nuestra línea editorial quede claramente marcada con nuestra postura sobre los vinos ecológicos, la biodinámica o el cambio climático, si este es un aspecto inherente a nuestra filosofía. Eso sí, comunicad, y sin miedo al fracaso, porque es mejor intentarlo, al menos, que ser, simplemente, uno más.
José Luis Martínez Díaz
Licenciado en CC. de la Información, miembro de la AEPEV y de la FIJEV.
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