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La ley del mercado

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El precio de la uva sube y sube en determinadas zonas de nuestro país, justo cuando muchos agricultores se quejan de que hay demasiada escasez de fruto en el caso de mi querida Castilla-La Mancha. Y es que, como suele decirse, no se puede tener todo.

La perplejidad que muestran algunos en la subida en las referencias de las célebres “tablillas” no hacen más que reflejar las poderosas leyes del mercado, según las cuales ante la escasez de una materia prima, los precios suben. Y, puntualizando que el precio que se paga siempre se suele romper por el lado del más débil, ese lado más enclenque, al menos en mi zona, se alzaba en pie de guerra hace unas semanas y reclamaba algo que, por los hechos consumados, se ha venido desarrollando por sí mismo en los últimos días.

Y digo yo: si los agricultores primaran la calidad, y los bodegueros estuvieran dispuestos a pagar ese plus, ¿no sería una forma de autorregular el mercado y de no estar mirando tanto a la producción?

No se tendría que esperar a que la situación final desemboque en un precio por la materia prima mayor, algo que se tendrá que justificar ante muchos compradores de grandes cadenas o distribuidores, porque la calidad de la uva es lo que tiene que estar presente en toda transacción económica entre agricultores y elaboradores, siempre que estemos pensando en vinos con los que pretendamos alcanzar valor añadido.

En Valdepeñas en concreto, como una de las grandes novedades, ha abierto sus puertas la Cooperativa Vinícola de Valdepeñas, acaparando el nombre de una de las firmas que más fama alcanzaron hace un siglo y ocupando las dependencias en plena Autovía de Andalucía que ocuparon las antiguas Bodegas Espinosa. Se ha integrado en DCOOP y no somos ajenos a todos los pasos que se han ido gestando con acuerdos entre cooperativas de Castilla-La Mancha para que se hagan aún más fuertes de lo que son. Sin duda, otra forma de tratar de defenderse de las implacables leyes del mercado y que, por ejemplo, en mi zona habían acabado con firmas de tanto relumbrón como la antigua Cooperativa “La Invencible”, que acabó por doblar la oreja ante la pujanza de las grandes bodegas de la comarca.

Al final, los bodegueros, por mucho que tengan que velar por sus intereses, necesitan materia prima para llenar sus depósitos y para asegurarse una producción lógica que no les haga depender de terceros, por mucho que numerosas compañías adopten esta última estrategia, más cuando nos echaríamos las manos a la cabeza del vino a granel que acaban vendiendo firmas con famosos, deportistas o nobles en su accionariado.

Dejo a un lado las palabras de parte del sector productor que cada año muestra los trapos sucios del sector en una zona concreta, algo que puede acabar en un desprestigio aún mayor de nuestra indicación de calidad. Aparecen palabras como “fraude” o se echan las manos a la cabeza sobre prácticas que todos conocemos y que no son monopolio de una zona en concreto, porque, como he dicho en varias ocasiones, “con la energía nuclear se hace electricidad, pero también bombas”.

Como suele decirse, antes de airear determinadas cosas con tanta veleidad y tan alegremente, deberíamos pensar qué repercusiones podría tener para nosotros mismos. Habría que ir pensando en “lavar la ropa desde dentro”, teniendo en cuenta que, al igual que políticos de diferente signo acaban tomando cañas en bares, muchos representantes sindicales acaban la jornada entregando la uva a aquellos bodegueros con los que han tenido durante el día un enfrentamiento tan hostil.

Habría que pensar en primar la calidad desde el inicio del proceso, aunque eso para algunos agricultores a los que se les habla de la poda o la vendimia en verde sería como amputarle una extremidad. Sólo así, no pensaríamos tanto en la cantidad y un agricultor, siempre y cuando se le pagara adecuadamente -y todo lo que se le pague a un viticultor me parece poco…-, podría defender su uva y el bodeguero aprovechar toda esa potencialidad. Mientras tanto, es el mercado el que impone su propia ley.

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