La cata más desenfadada y sin complejos de enoFestival

Para acercar el vino a la gente joven nada como servírselo en su entorno, dentro de su ocio. Y para acercárselo cuando no son entendidos o nunca se han interesado por él, nada como desmelenarse y quitarse cualquier mota de ranciedad que se lleve encima.
Un ejemplo de cómo hacerlo fueron las catas de enoFestival, el festival de música independiente y cultura del vino que se celebró el pasado fin de semana en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Junto a las actuaciones de los grupos de música totalmente diversa que se sucedieron a lo largo del día, se celebraron también diferentes catas pensadas para los más inexpertos o asustadizos.
Entre las catas hubo una especialmente remarcable por las dosis de desenfado, humor y cercanía de las que sus conductores hicieron gala, titulada “Mi primera vez”. Jorge Maldonado, del que algunos asiduos al Centro del Vino de Enofusión habrán podido disfrutar en las catas de Nomacorc, y Miguel Díez, acostumbrado a dirigir las catas con gran atino en I’m the Mocker, el hermano pequeño de enoFestival que realiza catas-concierto para reivindicar el vino en el ocio nocturno.
Ante un público animado, que ya había catado algún que otro vino durante el día, los maestros de ceremonias descorcharon sus mejores caras para enfrentarse al desconocimiento, preguntas y osadía, en ciertas ocasiones, de quienes escuchaban, atentos, con una copa en la mano.
El objetivo no era otro que perderle el miedo al vino. Para ello, las voces de ambos se daban réplica. Primero uno con el toque más técnico, dando pequeñas pinceladas sobre cómo catar, hablando sobre los aromas, las explicaciones de uvas, denominaciones, pero sin demasiadas pretensiones y con una advertencia previa “tiene que oler a vino, si no, tenemos un problema” decía Maldonado entre risas y continuaba: “¿A qué te huele?¿Si no estás de acuerdo me lo dices?”. Y luego Díez, con una ducha de realidad, echaba por tierra cualquier dato o creencia con el que se hubiera entrado en esa cata: “tenéis que tirar de recuerdos, no importa a qué os huela o sepa, si no habéis olido un maracuyá en vuestra vida, no os podrá oler a eso”.
Además, en la cata se desterraron también ciertos miedos, como el de opinar sobre el vino que se está degustando. Jorge afirmaba que “el vino es cuestión de gustos, o te gusta o no”, a lo que nuevamente Miguel se sumó con un toque más transgresor: “Que sepáis que este vino se consume mucho, pero a mí no me gusta. Sí, no pasa nada por decir que un vino no os gusta”.
Una cata donde no era importante si el vino blanco que cataban olía a flores blancas o maracuyá, si el vino tinto era de Toro o de Rioja, si el retrogusto se conseguía identificar o si gustaba o no el vino, sino disfrutar con la experiencia para poder así perderle el miedo a una bebida con la que pareciéramos necesitar grandes conocimientos para degustarla.
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Susana Molina
Periodista
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Periodista especializada en el sector del vino.
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