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España es el primer país del mundo en la ciencia del vino…

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Y no lo digo yo, está publicado en un artículo de El Confidencial. Es un denso trabajo a propósito de Spotligt, una herramienta que permite medir la producción científica de países y centros de investigación.

En este enlace el citado artículo de El Confidencial.

Yo no soy quien para entrar en los detalles sobre los sistemas de acceso y permanencia en la universidad, lo poco que sé es por amigos que trabajan y hay opiniones para todos los gustos. Pero hay dos cuestiones en las que quiero entrar en un par de artículos. De ahí los puntos suspensivos de el titular.

La primera parte que quiero comentar es sobre estos dos párrafos que siguen (las negritas son mías):

“Sus creadores (de Spotlight) dicen que pueden desvelar áreas concretas en las que España podría consolidar su posición de líder mundial creando centros específicos entre varias universidades o invirtiendo más dinero en aquellos investigadores españoles que son referencia mundial si trabajan juntos, pero que si se les considera por separado quedan diluidos en el ruido general. Es una perspectiva atractiva, pero por ahora, imposible”.

Todos conocemos una serie de organismos nacionales, o estatales, como el Instituto Nacional de Investigación Agraria(INRA) francés… aquí tenemos el CESIC y dentro de él el Instituto de las Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) con sede en La Rioja. En un vistazo rápido al web, no hay nada sobre economía –lo que está mal- y aparece con frecuencia mientras navegas “mujeres y ciencia” -lo que me parece muy requetebién-.

Si toda la investigación estuviera coordinada a través de un centro u organismo, da igual de investigación en general –como el CESIC-, que sobre agricultura en particular –como el INRA- que marcara las líneas generales y prioritarias de investigación y objetivos estratégicos que afecten a todo el sector (brettanomyces, subidas de pH, sostenibilidad, selección clonal, uso y control de pesticidas, economía vitivinícola,…) sería más eficiente pero no suficientemente eficaz.

Me explico, el mundo del vino tiene entre sus peculiaridades la diversidad; las distintas zonas de producción, los diferentes “terroires”, no permiten soluciones de tipo generalista en muchos aspectos y, por tanto, hay que particularizar investigaciones y soluciones, aunque se desprendan de una investigación más general. No hay que temer a la diversidad, sino a que cada uno haga la guerra por su cuenta.

El problema viene reflejado en el siguiente párrafo:

“El tipo de información que aporta la herramienta es incompatible con la toma de decisiones de la burocracia made in Spain. La información puede ser valiosa para las universidades, pero estas no tienen la autonomía política para tomar decisiones necesarias (cerrar departamentos que no rinden y darle el dinero a los que sí lo hacen). Al final, España (y muchos otros países europeos, que tienen una estructura similar) puede acabar desperdiciando la ocasión de aprovechar su ventaja, algo que sí hacen otros países, según los creadores de Spotlight”.

Todo podría ser de color rosa, pero no es así. En algún sitio he oído que en California –población y extensión comparable a España- hay dos universidades públicas: la California State University y la University of California con 31 campus en total. En España hay 50 universidades públicas, 29 privadas y un total de 256 campus. Pues bien, si a esto le añadimos, ministerios (de agricultura y de educación), consejerías (de agricultura y de educación), estaciones enológicas, centros o institutos regionales de investigación, centros tecnológicos, etc. el panorama es el que se describe en este artículo. Aunque asociaciones como Gienol intenten poner en común conocimiento, es muy difícil que trascienda y se “monetarice”, que se dice ahora.

Primero: hay que definir quien lidera esto a distintos niveles, nacional, regional, consejos reguladores, agricultura, universidades, interprofesionales, sindicatos agrarios, asociaciones de bodegas. Misión imposible, pero de verdad, esto no lo arregla Tom Cruise.

Segundo: hay que ver quién financia, Unión Europea, Estado, comunidades autónomas, Educación, Agricultura… otro laberinto de competencias. Por que las empresas del sector –y ya hablaremos de eso- nunca han estado por la labor.

Tercero: hay que llegar al sector, por que generalmente los investigadores que investigan, valga la redundancia, publican, en revistas de gran prestigio científico, artículos de gran valor pero no llegan a la base. Hay alguna excepción de investigadores que comunican muy bien y no les importa escribir en medios que llegan a todas las bodegas, pero a otros parece que escribir en esos medios les resta prestigio. O quizás no den puntos para las oposiciones. No lo sé.

Cuarto: ¿quién evalúa a los investigadores?, no lo digo yo, lo dice D. Luis Sanz, a quien no tengo el gusto de conocer. Estamos con lo de siempre el funcionario cuya seguridad laboral le garantiza la independencia o la pereza y seguro que de todo habrá. Pero, tareas docentes al margen, los investigadores –y no sólo los universitarios- deberían ser evaluados –y remunerados- por publicaciones científicas, tesis, tesinas y también por seminarios, charlas y comunicaciones en el ámbito empresarial. ¿Por qué no se hace?

Javier Escobar

javier.escobar@elcorreodelvino.com
http://www.linkedin.com/in/javierescobardelatorre
http://gestionenologica.wordpress.com/

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