Enoturismo, ¿salvación o realidad?
Desde una página web especializada (www.turismodevino.com) se ha pontificado asegurando que en los próximos 10 años se crearán en España unos 50.000 puestos de trabajo relacionados con el Enoturismo, teniendo en cuenta que de una serie de países como Estados Unidos, Suiza, Alemania, Holanda y Bélgica -según su estudio- habrá cerca de 3,6 millones d
Como menos, sin conocer más datos, me parece muy apresurado que se saquen estas conclusiones tan llamativas, que han tenido un eco muy importante en los medios de comunicación, más allá de una posible estrategia de Marketing Viral para llamar la atención Hace unas décadas en nuestro sistema de valores estaba la religión; hasta hace poco la ciencia médica; y, en la actualidad: el empleo.
Al menos, ha salido una noticia positiva, pero necesitaríamos tener más claves sobre su metodología o la ficha técnica del estudio, que es eso que nos muestran un milisegundo en televisión cuando nos presentan una encuesta electoral. En una sociedad global tan cambiante es ciencia ficción lo que pasará dentro de diez años, aunque más que frotarnos las manos por este “brote verde” se tendría que hacer examen de conciencia para ver si estamos preparados para asumir este reto.
De la realidad más cercana que conozco, la DOP Valdepeñas –tercera indicación de calidad en nuestro país-, ninguna de las cuatro bodegas más importantes –Félix Solís y García Carrión, entre ellas- ofrece visitas de forma habitual, salvo a clientes o compromisos corporativos. Ninguna de ellas abre en fin de semana. Claro que aún es más lícito no ofertar visitas que no satisfacer los servicios necesarios para un correcto desarrollo y puesta en valor del producto turístico (facilidades de aparcamiento, idiomas, itinerario seguro, servicios en el recorrido, horario amplio y en fin de semana, etc.). Ojalá y fueran ciertas las predicciones de la citada web, porque en la actualidad lo único que se vislumbra son recortes y más recortes en un sector, el del vino, cuyo balance es positivo. Vemos, por ejemplo, cómo se externalizan equipos completos de comerciales.
Desde luego, las bodegas que venden un alto porcentaje de su facturación en la propia bodega y aquellas que han apostado claramente por el Enoturismo, sin entrar en obras faraónicas que no han podido soportar, están viendo los resultados y provocan efecto llamada en las que ven una importante salida comercial a su actividad. No está tanto en tener muchos recursos endógenos en una zona, tanto como ponerlos en valor, señalizarlos y crear productos específicos para los amantes del vino, que, sin duda, eligen su tiempo libre de acuerdo a su interés en conocer zonas vinícolas que les llaman la atención. Ese tipo de turista, que sólo alcanza una cifra porcentual, lo centrará todo en su vivencia en torno al vino y si es ligada a la gastronomía, mucho mejor. No obstante, hay un número mucho más alto de visitantes que, sin ser amantes incondicionales del vino, están predispuesto a conocer sobre su Cultura y ahí es donde, en mi opinión, hay que centrar los esfuerzos.
Mientras tanto, deseando que se cumplan los buenos augurios del Enoturismo, esperamos que los portavoces parlamentarios (Toni Cantó y Alejandro Alonso, entre otros), junto al secretario general de la FEV, Pau Roca, y el Presidente de la Confederación de Consejos Reguladores Vinícolas, José Amancio Moyano, y el hostelero Quique Dacosta, conciencien al hemiciclo que el vino tomado con moderación es un alimento base de la dieta mediterránea con beneficios para la salud. Y, si no, entremos en el aspecto económico, como han hecho en Francia, donde el consumo ha bajado hasta los 57 litros per cápita (frente a los 15 de España). Y ya se sabe, “cuando las barbas de tu vecino veas cortar…”
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