El Vino y la Pirámide

Pese al titular, no hablaré de Egipto, ni del Valle de los Reyes, ni de Keops, Kefrén y Micerino y de todas las pirámides y faraones que recitábamos de niños…

Sólo de cómo queda el vino en la Pirámide de la Dieta Mediterránea, después de diferentes actualizaciones para dar gusto a todos los países regados por el “Mare Nostrum”, a pesar de que más bien nos valdría estar dentro de una propuesta gastronómica y cultural que englobara a los países productores tradicionales para hablar sin miramientos del vino y de sus propiedades.

Como si de un postizo se tratara, el vino -para no enfadar a los musulmanes, que culturalmente no pueden beber alcohol, teniendo en cuenta que el propio Corán dice algo así como que “en cada uva de un racimo, habita el demonio”- se ha metido con calzador en el lateral superior izquierdo de la pirámide, que es como estar en el tercer anfiteatro del Santiago Bernabéu. Al lado del icono de la copa puede leerse: “vino con moderación y respetando las costumbres”.

Claro que lo que ya es “mataor” es leer la recomendación novena de la Dieta Mediterránea, cuya primera frase es: “El agua es la bebida por excelencia en el Mediterráneo”. No creo que haya que ir a estudiar a Salamanca para escribir esto, porque, digo yo que el líquido elemento no sólo será importante en el Mediterráneo…

Al menos, en la página web, que está patrocinada por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, luego se matiza y se amplia que “el vino es un alimento tradicional en la dieta mediterránea que puede tener efectos beneficiosos para la salud consumiéndolo con moderación y en el contexto de una dieta equilibrada”. Se incide, como debe ser, en el consumo con moderación y durante las comidas.

En lugar de ubicarnos en un lateral superior, al lado de productos que se deben consumir sólo dos veces al mes según la Organización Mundial de la Salud como las carnes rojas, sin duda, la bebida milenaria que nos une tendría que estar en la base de la pirámide y, en lugar de recomendaciones tan obvias como la vida misma, se debería hablar, por ejemplo, de la paradoja francesa. Por si alguien no lo sabe, se asocia un menor número de enfermedades coronarias en nuestro país vecino, a pesar de que abusan de productos muy grasos como el “foie” o determinados casos, relacionándolo con un consumo medio per cápita mucho mayor.

Desde luego, en la base de cualquier acción que se emprenda hay que ir con mucha mano izquierda con las instituciones, porque el vino tiene alcohol y tenemos que educar y comunicar sus ventajas, siempre tomado con moderación, aunque para quedar bien con muchos países que no aceptan el vino, en mi opinión, hemos hecho demasiadas concesiones. Como se dice popularmente, “para ese viaje no necesitábamos alforjas”.