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El clan del oso ‘tabernario’

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Lo que no se comunica
Lo que no se comunica

Mientras las grandes bodegas de Valdepeñas se siguen frotando las manos por los pingües beneficios que obtienen campaña tras campaña, han vuelto a resonar los tambores de guerra entre industriales y productores:

veinticinco productores no han encontrado mejor forma de meterles el dedo en el ojo que creando una cooperativa que pretende ir creciendo desde unos 3,5 millones de kilos anuales iniciales, además han anunciado que se integrarán en BACO o en la Asociación “Montes Norte”.

A pesar de que los bodegueros decidieron, al postre, retirar su representatividad en el censo de los productores, aprovechando un vacío legal, la Denominación de Origen Valdepeñas, otrora la segunda indicación de calidad más importante de España, sigue peor que el Gobierno del Estado, algo que han aprovechado incluso los políticos para ganar titulares. Así, el alcalde de la localidad, Jesús Martín, ha asegurado -lanzando la piedra y escondiendo la mano- que hay una mano negra a la que no le interesa una indicación geográfica fuerte, al tiempo que pone el dedo en la llaga de que se hayan perdido en los últimos meses unos 300.000 euros de ayudas a la promoción en terceros países. Además, asegura que Valdepeñas no se ha quitado la caspa de ser un vino “tabernario”, aunque tampoco creo que sea la expresión más acertada.

Que un vino esté en una taberna es de lo más normal y, si es de calidad, mejor que mejor. Claro que tampoco entiendo cómo en un reportaje de El País publicado en días pasados se sigue hablando de chatos de vino, cuando la Hostelería de Valdepeñas se ha esmerado en lucir desde hace una veintena de años buenas copas de cristal. Seguro que el periodista no dio con el cicerone más adecuado y ha incidido en uno de los clichés que aún sufrimos.

Por otro lado, el Consejero de Agricultura de Castilla-La Mancha, Francisco Martínez Arroyo, ha asegurado que velará por que el vino de Valdepeñas con el sello de la DO sea más caro, abriendo la puerta a que en las contraetiquetas expedidas por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre se informe sobre el tipo de vino y sobre la variedad. Todo perfecto si no fuera porque, poco a poco, fue descendiendo el número de veedores del antiguo Consejo Regulador y muchos no sabemos muy bien el procedimiento actual y si realmente hay personal para velar por el cumplimiento de estas propuestas, sin contar la maraña legal en la que se han convertido las asociaciones interprofesionales en Castilla-La Mancha.

Y eso sin contar con que en el libremercado es complicado -yo diría que prohibido- poner normas sobre subida de precios, aun sabiendo que muchas de las grandes bodegas se han cargado zonas enteras, como la tradicional del Cava en Cataluña u otras zona como Rioja o Ribera del Duero, donde, antes de la llegada de algunos de los “monstruos”, todo funcionaba como un reloj.

Sí que es cierto que el nombre de Valdepeñas debería referirse al mejor vino de la zona de producción y no seguir amparando la figura del “Tinto Valdepeñas”, a pesar de que paulatinamente ha ido ganando en variedades tintas en la mezcolanza. Algunos hablaban de “Valdepeñas Superior” o “Luparia”, a pesar de que esta última sea una marca comercial.

Y sobre las cooperativas, sabemos que fue un proceso de concentración desde las cerca de 900 pequeñas bodegas que convivían hace menos de un siglo y que incluso algunas con nombres tan sugerentes como “La Invencible” fueron víctimas de estos cambios, al igual que la Armada Invencible, algo a lo que no fue ajena “La Valdepeñera”, por citar a las últimas de Filipinas.

No obstante, está claro que algo habría que hacer, porque el enfermo tiene ya importantes laceraciones de no moverse en muchísimo tiempo, en un mercado en el que las grandes marcas funcionan como un perfecto engranaje y donde en el mercado exterior es insignificante que salgas a vender como Valdepeñas, La Mancha o Vino de la Tierra de Castilla.

Eso sí, mientras tanto, no salimos de la caverna y lástima que tampoco podamos ir alegremente a la taberna, llevando al extremo el conocido aforismo “A misa no voy porque estoy cojo, pero a la taberna voy poquito a poco”.

 

José Luis Martínez Díaz  
José Luis Martínez Díaz
Licenciado en CC. de la Información, miembro de la AEPEV y de la FIJEV.

 

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