Detrás de un gran bodeguero

Suele decirse que detrás de un gran hombre o un hombre de éxito siempre hay una gran mujer. Y, como en la Historia, escrita tan sólo con la tinta de personajes relevantes, obviando a muchas personas anónimas y totalmente necesarias en el devenir de los acontecimientos, se suele cometer una gran injusticia.
Aplicado al gremio de los bodegueros, comentar que poco suele escribirse de las parejas de los máximos exponentes de sagas familiares, salvo en contados casos en los que forman parte activa de la compañía, como en el caso de García Carrión, donde Rafaela Corujo es la artífice de casi todas las decisiones de Marketing y de decisiones estratégicas.
Es más, hago esta reflexión porque en la víspera del Día de Navidad falleció la esposa de uno de los bodegueros más importantes de nuestro país y, pese a que he buscado repetidamente, sólo he podido leer una reseña en un medio local. Ni en las webs ni medios sociales de Félix Solís ni en los portales y medios temáticos ni en ningún sitio, porque, seguramente, así sería su deseo.
Se llamaba Lourdes Ramos Valdazo y falleció a los 67 años de edad tras una larga enfermedad llevada con discreción y con la máxima dignidad y era todo un ejemplo de Señora, siendo madre y esposa de responsable de bodega familiar. Y eso conlleva, por las obligaciones de su pareja, estar casi la mitad del año sin la presencia de su familia.
También he buscado alguna reseña en la provincia de Burgos, porque Doña Lourdes era natural de Olmedillo de Roa y una de sus vecinas más célebres, porque en un pueblo de 204 habitantes, según el censo de 2014, se conocen todos. Allí la llamaban “Loli” y la ubicación de la primera bodega de Pagos del Rey en la Ribera del Duero no fue elegida al azar, a escasos metros de la ermita de la Virgen de la Basardilla. En otra ermita, en la Basílica de la Virgen de Atocha de Madrid, ciudad en la que estudió Profesorado, se casó con Félix Solís.
Pese a las dimensiones que fue adquiriendo con el tiempo la compañía familiar, nunca abandonó la docencia, hasta su jubilación en el colegio público “Jesús Castillo” de Valdepeñas, manteniendo el mismo círculo de amistad y con total estilo, clase y naturalidad. La misma que mostraba en público en las escasas apariciones públicas en las que se dejó ver, al menos en el tiempo en el que tuve una relación más cercana con su familia. Siempre con una sonrisa, ha despertado admiración y respeto a los cientos de alumnos a los que ha dado clase e incluso a los que sólo coincidieron con ella en la comunidad escolar.
Recuerdo de forma clara el reportaje de “Comando Actualidad” en el que habló de que su matrimonio había ido más allá, juntando a Valdepeñas y a Ribera del Duero en un proyecto empresarial y alguna que otra anécdota sobre la personalidad de Doña Lourdes. Así, en una comida institucional de las Fiestas del Vino de Valdepeñas, con un embajador, el presidente de la DO y con el alcalde de la localidad, tuvimos que actuar con rapidez para solucionar un pequeño problema de protocolo. La pareja del Alcalde, que es un varón, la contabilizamos como tal y, a los postres, le entregamos, como al resto de hombres de la mesa, una botella muy especial; mientras que para las señoras preparamos un abanico que ella misma había elegido. Pues al final, visto el interés que ponía en los abanicos, decidió quedarse sin el suyo y entregárselo.
Lejos de esta anécdota, valgan estas líneas de homenaje a esta gran Señora, que, desgraciadamente, nos ha dejado demasiado pronto y que en la sombra ha sido testigo del devenir de la compañía familiar que ahora la llora. Sólo resta por reseñar la solemnidad y el respeto guardado en el duelo en su funeral, que llenó la Iglesia principal de Valdepeñas con amigos, trabajadores, familiares y representantes del sector vinatero, a pesar de que tuvo lugar el 25 de diciembre.
D.E.P. y todo el ánimo del mundo para sus familiares y amigos.
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José Luis Martínez Díaz
Licenciado en CC. de la Información, miembro de la AEPEV y de la FIJEV.
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