Derechos de plantación ¿patada a seguir?

Esto de Europa se está volviendo desesperante, bastantes incertidumbres hay en el ambiente y añadimos una más. Si alguien quiere comprar, vender o plantar ¿qué precio le pone a la viña?, por que no es el mismo si se libera o si se restringe el derech

Si hay alguien de fuera, de Europa o del sector, a quien se le haya ocurrido invertir en una bodega ¿qué hace? no sabe de qué materia prima va a disponer, no sabe si puede plantar, no sabe qué precio debe pagar por una plantación de viñedo. Esto qué implica: parálisis. Malo.

Todos sabemos que hay bodegas tocadas, o hundidas, y todas están con problemas, peleando por salir adelante y la entrada de partners –o sea, dinero- puede ser una solución. El sector vitivinícola español, con todos los errores que se quiera reconocer, ha hecho un esfuerzo inversor en estos años pasados –para mí alegre en exceso– y estos años duros ha ganado competitividad, pero si no se aclara el panorama legal lo llevamos claro. Hay grandes grupos bodegueros, auténticas corporaciones multinacionales, que amagan, se asoman, hacen sus pinitos, pero no rematan. Por si no fuera suficiente, el “carajal” de las distintas administraciones, leyes, reglamentos constituyen una maraña tupida, arbitraria y cambiante, cuyo resultado es crear una barrera de entrada. Esto qué implica: capital que no viene. Malo.

Pero lo mismo se trata de eso, de dar una “patada a seguir”, como en rugby, y luego ya veremos. Mejor si arreglamos esto en casa y nos repartimos el pastel entre los de siempre, con el Sr. Consejero o Ministro o “lo que sea” repartiendo el maná entre el “pueblo elegido”. Esto qué implica: pasteleo. Malo.

No sé si los “derechos” se deben suprimir o no, ni tengo ningún interés ligado a ellos, pero lo que sí tengo meridianamente claro es:

• Que la globalización está ahí, no podemos pedir que otros se liberalicen y eliminen barreras y nosotros nos neguemos.
• Que para mantenerlos hay que justificar su existencia. Los organismos competentes deben determinar qué requisitos debe reunir un terreno o una zona para entrar en el club –ojo, los terrenos no los propietarios-. O sea, el cascabel del gato, pero coherente.
• Debe haber una autoridad competente para administrar esos derechos con criterio ecuánime. O sea, quien le pone el cascabel al gato.
• Que las normas sean las mismas para todos y estables en el tiempo. No marear la perdiz, cambiamos de bicho.

Son ya muchos años viendo primas de arranque, subvenciones para plantar, destilaciones… y esto no hay europeo del norte que lo entienda. Sobre todo cuando países emergentes, y mucho menos regulados que nosotros, están triunfando comercialmente en sus mercados. O les explicamos bien claro el por qué de los “derechos” y se administran de manera “neutra” o nos mandan a paseo. Esto qué implica: estamos cabreando a nuestros socios y clientes. Malo.

Parece que se pretende, con vagas justificaciones socioculturales y más o menos históricas, tener un embudo con el lado ancho para unos cuantos y el lado estrecho para el resto de los mortales y me parece que no nos lo van a consentir. Esto qué implica: que quien tiene un negocio debe asumir sus riesgos en igualdad de condiciones a los demás. Bueno.

Y vuelvo al principio, estamos en la cuarta campaña de Navidad con recesión, la exportación va dando aire al sector, en Europa siguen las vacilaciones -¿nos estarán vacilando?- y a mí me da que queremos ir de listillos y mantener el chiringuito manejándolo a nuestro antojo. Si hay catorce países, entre ellos los productores más importantes del mundo, que creen que el sistema de “derechos” es bueno será por algo, hay que defenderlo con argumentos –que los hay- y que se decida ya el mecanismo que regule la plantación de viñedo. Esto qué implica: que los políticos se pongan a trabajar. Urgente. Complicado.

Javier Escobar

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Javier Escobar de la Torre

Consultor y enólogo
Enólogo que escribe a ratos sobre los temas de los que sabe algo, o eso creo.