Château Margaux, excelencia o nada
Recientemente, en el marco de ENOFUSIÓN 2014, tuve la oportunidad de asistir a una cata de Château Margaux, una de esas míticas bodegas que forman parte del imaginario enológico.
Para la ocasión Paul Pontallier, director general y técnico de la bodega, en un castellano perfecto y con la sencillez y la humildad de los que no tienen que demostrar nada, de los mejores, intento transmitirnos la filosofía Château Margaux en la elaboración de vinos.
En Château Margaux llevan casi cuatro siglos haciendo vinos y siempre, propietario tras propietario, con la misma premisa, la excelencia. Está claro que un "terroir" apto para hacer estos vinos necesita un emplazamiento privilegiado, pero también -y en este punto insistió Paul Pontallier- mucho tiempo y mucho trabajo. Con respecto a los dos últimos aspectos, cabe decir que los vinos de Bordeaux se han privilegiado históricamente de un auge comercial que ha permitido llevar a sus vinos a la cúspide de la calidad. Como dijo Paul Pontallier, si un esfuerzo no se recompensa se abandona.
Durante la cata pudimos disfrutar del Pavillon Blanc 2011, Pavillon Rouge 2009 y 2004 y Château Margaux 2004 y 1999. No voy a haceros una cata pormenorizada de todos los vinos. Añada tras añada los vinos de la bodega rozan la excelencia y expresan el "alma" del terroir de Margaux.
El blanco, de limitada producción, es un compendio casi perfecto de sauvignon maduro, barrica bien integrada y equilibrio acidez-untuosidad óptimo. Todo esto técnicamente, ya que las sensaciones que evoca el vino durante su degustación no se pueden plasmar en este artículo, en todo caso yo no soy capaz. Con respecto a los tintos, representan en mi opinión el paradigma del estilo "rive gauche" de Bordeaux. Vinos con un color más jovial de lo que atestigua la etiqueta (como una persona bien envejecida, parece más joven de lo que es, pero no exageradamente, sin artificios quirúrgicos). Con aromas vivos, complejos y elegantes (no pretende jugar en la liga de la ostentación y la potencia). Y con una boca aterciopelada y fresca en el ataque, con una evolución tánica estructurada pero, paradójicamente, muy poco astringente y con un postgusto largo, eterno.
Para finalizar me gustaría agradecer públicamente a la organización de ENOFUSIÓN 2014. Son un verdadero animador y dinamizador del sector vitivinícola del país, y sin estas iniciativas el sector no mejora, y por ende no progresa (o viceversa).
Ricardo Velasco Pla
Licenciado en Enología. Valencia y Burdeos.
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