Charlotte Allen, enamorada de Arribes del Duero (Parte III)

Tercera parte de la entrevista a Charlotte Allen: «Conociendo a algunos productores en este sector y también a sus vinos, no creo que sea una cuestión de calidad, sino un problema de imagen»
¿Qué opinas de esas bodegas que se suben al rol ecológico, sin serlo?
¿La hoguera? Hablando en serio, no me gusta para nada y por desgracia hay unos cuantos. Lo que no veo es una solución fácil. Para los que somos ecológicos de verdad, tenemos que llevar libros y estamos sometidos a una inspección anual. La cosa es que es relativamente fácil trapichear. Se podrían introducir inspecciones más exhaustivas o aún más trazabilidad, pero al final vamos a sufrir nosotros, los pequeños productores que ya estamos desbordados por todo el papeleo que hay que llevar. Siempre habrá gente sinvergüenza. Creo que nos toca aceptarlo y seguir nuestro camino defendiendo las buenas prácticas, con la esperanza de que los otros un día se pongan a hacerlo de verdad.
¿De todos los vinos que elaboras con cuál te identificas y por qué?
Supongo que sería el Pirita Tinto Crianza. Fue el primero vino que se hizo en el 2007 y sigue siendo el vino más conocido de la bodega.
¿Qué opinas de las actuales cifras de exportación?
Las estadísticas siempre se pueden manipular para defender cualquier argumento. Lo que es claro es que somos el número uno en términos de superficie de viñedo, también de producción desde hace 2 años y el exportador de vino más grande del mundo. Muchos hablan de que tenemos que exportar porque no bebemos vino. Producimos más o menos 40 millones de hectólitros cada año. Al no exportar, cada adulto español tendría que beberse sobre 100 litros de vino anualmente. En Francia, dónde más vino se consume, ¡no llegan ni a la mitad de esta cifra! Así que exportamos porque producimos más que lo que podemos beber. Y somos el número uno en exportación, así que estamos haciéndolo bien. Lo que duele es el precio medio por litro – en España la media es de 1,10 € el litro y en el resto de los países europeos es de 2,50 €. Aun teniendo en cuenta los costes de producción inferiores aquí, esta diferencia es inaceptable. Conociendo a algunos productores en este sector y también a sus vinos, no creo que sea una cuestión de calidad – estamos produciendo unos vinos excelentes a granel – sino un problema de imagen.
¿Qué identifica los vinos de Alfredo Maestro?
Alfredo hace vinos francos, honestos y muy puros. También tienen un toque lúdico. Alfredo nunca olvida que el vino se hace para beber y para disfrutar, no para ganar concursos.
¿Cual es tu filosofía, en relación a la viticultura?
Es la parte fundamental de mi trabajo, y donde más esfuerzos hago. Sin una viticultura de calidad, hecha con cabeza y mucho cariño, no se pueden hacer grandes vinos. Yo me considero primero viticultora y segundo enóloga. Para mí las dos cosas son inseparables. Conociendo perfectamente las condiciones de un año te permite tener una visión más completa de la uva que tienes entre las manos en vendimia y cómo tratarla.
¿Qué opina de los que piensan que un certificado ecológico es lo que identifica el vino, como informar al consumidor, es una estafa?
No creo que sea la mejor persona para contestar a esta pregunta. Nunca he utilizado el sello ecológico y nunca he intentado vender mis vinos por las redes ecológicas. Lo que sí he percibido es que el consumidor acepta con más facilidad un precio más alto para un aceite ecológico que para un vino ecológico, cuando la realidad es que los costes y las pérdidas por trabajar en agricultura ecológica son más importantes en la viña que en el olivar.
¿Qué vino sería el perfecto para ti?
Para mí la perfección se encuentra en el equilibro. Cuando no notas la fruta, el tanino o la acidez pero solo ves el conjunto en armonía, estás rozando la perfección.
¿Laboratorio o viña?
Viña siempre. El laboratorio ayuda a tomar decisiones, pero no puede reemplazar la experiencia. Y, por ejemplo, a la hora de empezar la vendimia, el paladar: en cuanto veo por los parámetros analíticos que la uva está más o menos madura, dejo de analizar y solo cato la uva, porque me fío más de mi boca.
CONCLUSIÓN
No quiero cambiar el mundo. Quiero vivir en paz, con mi entorno, con la naturaleza y con mi conciencia sin olvidar nunca que todavía hay mucho por aprender. Lo que sí me haría feliz es saber que lo que hago ha servido como inspiración a otra persona a seguir su sueño y no rendirse jamás. La vida es muy corta. Hay que vivirlo intensamente pero con humildad.

Delegada Cataluña Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino AEPEV – FIJEV.
Enóloga, Sumiller, Experta en catas, Analista de Productos Agro-alimentarios, Escritora y Poeta.
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