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¿Brotes verdes?

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Desde ámbitos políticos e instituciones no se para de poner al vino como ejemplo de actividad productiva que está saliendo muy airosa –en términos generales- en la actual crisis, al incrementar su cifra de exportación año tras año, aunque las muestras palpables de todo esto no terminan de llegar.

Al tratarse de un sector dialéctico, que confronta intereses opuestos entre bodegueros y viticultores, el hecho de que el precio medio de la uva haya subido considerablemente en las últimas campañas, ha desembocado en una aparente paz social, que hace que no se hable de otras muchas cuestiones que subyacen en estos momentos en el mundo del vino.

Sí que es cierto que muchos bodegueros hicieron hace años una apuesta clara por la modernización de sus instalaciones, no sin aprovechamiento de grandes subvenciones, y que ahora están recibiendo los frutos de haber hecho bien los deberes. Lo que sucede es que, por lo general, poco se habla de cómo se desmantelan muchos equipos comerciales en bodegas para sustituirlos por comerciales autónomos o GPV’s (Gestores de Punto de Venta) “mileuristas” para cubrir el mercado de Distribución Moderna (Alimentación), que ya acapara más del 70 por ciento de las ventas totales en nuestros país.

La inmensa mayoría de ofertas comerciales que vienen de las bodegas obedecen al perfil de comercial autónomo, y, si puede ser con cartera de cliente, mucho mejor, aunque eso ya es pedir mucho. A esto ha ayudado la reforma laboral, que ha aflorado la verdadera cara de muchos bodegueros, aprovechándose de esta situación para fustigar más aún a los comerciales que quedan en plantilla, mientras siguen “limpiando la era”.

En la situación actual, donde se ve a la Exportación como una tabla de salvación, tan sólo se demandan algo más Export Area Manager para diferentes mercados internacionales, en especial el asiático. Lejos quedan, a pesar de que no haya pasado ni un lustro, las épocas en las que comerciales autónomos de exportación percibían varios miles de euros mensuales fijos como “fee”, al margen de comisiones, lo que permitió que muchos de estos intermediarios se centraran tan sólo en aquellas bodegas que más le interesaban, mientras seguían con la sangría a muchas pequeñas bodegas, que no amortizaban, ni mucho menos, este importante gasto.

En la actualidad, afloran muchos ejemplos en bodegas, tal y como recojo de muchos comentarios que recibo, en los que se trata de hacer todo lo contrario: aprovecharse de la situación para lograr sus objetivos sin comprometerse a nada en concreto y aprovechando esa ambigüedad para tratar de lograr resultados inmediatos por la “face”.

A la par, las grandes bodegas están viendo la forma para traerse el vino a granel en barcos desde el Cono Sur, lo que es una “puñalada por la espalda” a todos esos agricultores que ahora pueden resoplar algo más, de forma totalmente merecida. Ya ni siquiera tratan de olisquear en ese centenar –o más- de bodegas que se venden en toda España a precio de saldo, con una rebaja de un 50 por ciento con respecto a hace cinco años.

No obstante, como en el conjunto de la economía, sólo empezarán a verse esos tan ansiados brotes verdes en el momento en el que las bodegas (o en cualquier otro sector productivo) vuelvan a creer en el Marketing y la Comunicación o apuesten claramente por la imagen y la comunicación de las especifidades de sus vinos. En algunos casos, se estaría esperando a ver el momento adecuado para creer en los profesionales que otras muchas firmas decidieron quitarse de en medio, simplemente porque son “cortoplacistas” y no ven más allá de la venta del día a día.

Porque creer en muchas de estas cuestiones no es hacer que la persona que lleve Recepción vaya a llevar las Relaciones Públicas o el Enoturismo o incluso que haga las funciones de “Community Manager”, como está pasando en muchas bodegas, si no apostar por profesionales que vengan a sumar en nuestro devenir diario, sin interferir en el descanso de los trabajadores actuales.

Mientras tanto, muchos profesionales esperan a que se les dé la oportunidad de sentirse útiles, en el convencimiento de que pueden llevar al extremo la cita de Rodrigo Díaz de Vivar. “Que buen vasallo, si tuviese buen señor…”.

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