¡Bares qué lugares!
Para que no nos pille el toro nos hemos metido en el burladero y ahora no podemos salir. Habrá que ver cómo nos las apañamos para poder seguir con nuestra vida mientras el miura sigue engallado en el centro del ruedo (nuestra vida).
No son tiempos para frivolizar, tampoco para cortarse las venas, pero para muchos el vino es nuestro medio de vida, nuestro mundo, nuestra pasión; para muchos más es una afición, un gozo, una manera de alegrar su vida, de compartir, de socializar. El puñetero miura mira a izquierda y derecha, hacia cualquier cosa que se mueva mientras escarba en la arena, amenaza con arrancarse de manera violenta… Así que ¡todos quietos!
El consumo “social” lo tenemos mal; en bares, pubs, terrazas está vetado. Ahora nos acordamos de ese camarero atento, del dueño del bar de toda la vida que te pide opinión sobre un vino que acaba de llegarle. Las charlas con los amigos mientras tomas relajada o animadamente, unos vinos y unos pinchos hablando de lo divino, lo humano, fútbol, gobierno…
A veces nos han parecido unos pesados o unos plastas, nos hemos quejado de que la copa no era fina, de que tardan en atendernos estando atestados y ahora estamos esperando a que el miura salga arrastrado por las mulillas para lanzarnos a los bares. Si es que mantienen el puesto de trabajo o el garito abierto.
Una semana llevo sin pisar ninguno y se me está haciendo eterna.
Consultor y enólogo
Enólogo que escribe a ratos sobre los temas de los que sabe algo, o eso creo.
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