Barcolobo, alma de Toro, corazón independiente
Llevaba un tiempo recibiendo información de los vinos de Barcolobo. Por aquí y por allá. Manteniendo el interés, pero esperando sin saber muy bien el qué. Quizás una señal que, al fin, se manifestó claramente la semana pasada en forma de invitación a una cata exclusiva en el restaurante Metro Bistró.
A veces hay que esperar el momento oportuno. Ahora sé que puedo disfrutar de los vinos de Barcolobo en cualquier ocasión, pero que si las catas tienen algún sentido es precisamente el de profundizar, el de estimular los sentidos a través del conocimiento, el de potenciar ese tipo de placer para el que no se requiere ninguna (in)formación, facilitando un contexto que nos conduce a un disfrute mucho más complejo y consciente.
Es como cuando te gusta alguien, es fácil disfrutar hasta de los momentos más superficiales, pero no es hasta que llegas a su corazón que puedes quererle de verdad. Y ese era precisamente el objetivo de la cata-maridaje que nos propusieron desde Barcolobo: conocer el corazón y el alma de unos vinos que por ubicación geográfica podrían pertenecer a la denominación de origen Rueda, pero cuya alma de Toro y corazón independiente hace que se elaboren como Vinos de la Tierra de Castilla y León. Es precisamente su posición geográfica la que los hace tan especiales, ya que cuentan con el privilegio de situarse en el corazón de la Reserva Natural Riberas de Castronuño – Vega del Duero, único espacio protegido de la Provincia de Valladolid.
Barcolobo es una bodega familiar que confía en el buen hacer del enólogo Ramiro Carbajo para analizar en finca y extraer en bodega el potencial máximo de las variedades con las que trabajan: tinta de toro como protagonista, pero también syrah y cabernet sauvignon. El porqué de elegir estas variedades, su adaptabilidad al terreno, el enfoque del trabajo en el campo, de la vendimia (que limitan a las horas de la mañana), el empleo de barricas francesas nuevas y, en definitiva, toda la filosofía de Barcolobo la fuimos conociendo nada más entrar en Metró Bistró, a través de las explicaciones pacientes y entretenidas de Ramiro Carbajo (bajo la atenta mirada de uno de los dueños de la bodega, Fernando Isidro). Explicaciones que quisieron acompañar, en un acto de generosidad y, todo sea dicho, valentía y plena confianza en su producto, de una degustación de sus 2014 en rama. Primero en sus versiones monovarietales y por último en el coupage que finalmente se comercializará.
Pudimos así apreciar el mimo aplicado a cada una de las variedades, sorprendiéndonos especialmente con la syrah, por su frescura y carácter, y porque perfectamente es un vino con el que ya podríamos disfrutar en una comida. Con la cata del coupage 2014 que estará en el mercado en unos meses, Ramiro insistió en su búsqueda de vinos fáciles, armoniosos, largos… lejos de la mentalidad de vinos extractivos que abundan en la cercana DO Toro.
A medida que escuchaba las explicaciones de Ramiro y los comentarios de mis compañeros de cata, iba surgiéndome la idea de Barcolobo como isla. No en vano el viñedo que les queda más cercano está a 10km y todo en su mentalidad, en su historia, en su concepto y el mismo origen de la bodega les hace únicos. Dentro de una tierra que, con tanta tradición, es difícil que no acabe por imponer sus reglas, Barcolobo mantiene su peculiar identidad, como isleños dentro de una gran península.
Mientras iba dándole vueltas a esto me encontré con que ya estábamos sentados en otro espacio del restaurante… ¡y vaya restaurante! Metró Bistró sí que resulta una isla dentro de la oferta gastronómica de los restaurantes que rodean la Plaza Mayor de Madrid, normalmente orientados al turismo de paso y caracterizados por el poco interés en la fidelización, por un carácter muy poco personal y la repetición de los mismos conceptos caducos que espera el guiri de postal. Metro Bistró resulta una maravillosa excepción para quienes aún disfrutamos del centro de Madrid. Y todo, por obra y arte del argentino Mattias Smith, un jovencísimo chef con las ideas muy claras y la ambición propia de esta profesión, que en su caso se completa con una total falta de pudor a la hora de crear maridajes locos e improbables con los que pudimos disfrutar enormemente.
Casi puedo decir que lo mejor de toda la experiencia fue conocer dos visiones de entender el vino y la gastronomía tan atrevidas y alejadas de miedos y conservadurismos (por desgracia tan propios de nuestro sector). Mentalidades poco comunes que solo pueden surgir de la ausencia de miedo y de la confianza total ante el producto elaborado.
Barcolobo demostró, desde la cata de sus vinos en rama, conocer muy bien lo que hace, sabiendo guiarnos hasta la presentación de las cuatro referencias que comercializan, presentadas en un orden que tampoco es el que cabría esperar:
Barcolobo Lacrimae Rerum rosado 2014. Edición limitada.
- Tempranillo 100%
- Sangrado directo a barrica para su fermentación.
- Crianza de 3 meses en barricas de roble francés.
- Color fresa ácida, limpio y brillante.
- Boca fresca y sabrosa, con largo retrogusto
Barcolobo Verdejo Fermentado en Barrica 2014
- Verdejo 100%
- Uvas de viñedos viejos de secano.
- Fermentación y crianza durante 4 meses en barrica francesa en contacto con sus lías.
- Intenso, limpio, fragante y goloso, con notas de fruta madura.
- Buen cuerpo, intenso, frutal, con una larga persistencia.
Barcolobo La Rinconada 2013
- Tempranillo 100%
- Crianza en barricas de roble francés y americano.
- Fruta fresca en perfecta armonía con la madera.
- En boca es afrutado, elegante y expresivo.
Barcolobo 12 Meses, añada 2011
- Tempranillo 70%. Syrah 20%. Cabernet Sauvignon 10%
- Crianza de 12 meses en barricas de roble francés y 12 meses en botella.
- Muy aromático con recuerdos a frutas rojas, especias y notas balsámicas.
- Redondo, bien estructurado y con gran equilibrio.
Cada uno de ellos fue presentado en un maridaje tan improbable como exquisito, a base de mantequillas aromatizadas, quesos potentes, crema de calabaza templada con un toque picante, ortiguilla del Cantábrico con tartar de algas y lemongrass, steak tartar, cerdo ibérico agridulce, etc. Mención especial para los panes, ¡ay!, los panes elaborados en el propio restaurante por cabezonería y amor hacia este producto del chef Mattías.
A veces, las bodegas quieren presentar sus vinos y no saben cómo. Por suerte, A VECES, SÍ.
Bodega Barcolobo
- Ctra. San Román de Hornija s/n
- 47520 Castronuño (Valladolid)
- Finca La Rinconada S.L.
- web: www.barcolobo.com
Metro Bistro
- C/ Imperial 3
- 28012 Madrid
- Telf.: 91 366 33 19
- web: www.metro-bistro.com
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Directora del enoFestival. Festival de Música y Cultura del Vino |
Directora de marketing y comunicación de la WBWE Amsterdam – Asia
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