Ni botellas ni corchos para el vino ruso

Vladimir Putin ha estado mostrando un interés inusual en el vino (ruso) últimamente, aunque se declare abstemio. Particularmente del elaborado con las viñas cercanas a su «Palacio». Recordemos a Alexei Navalny, el que fue líder de la oposición y está encarcelado desde el 2 de febrero de 2021, que hizo famoso el «Palacio de Putin» en todo el mundo, gracias a sus videos de investigación.

En las últimas décadas, se han establecido viñedos, uno tras otro, en la región. Los  multimillonarios del círculo íntimo del Kremlin, consideran este «hobby» como un símbolo de estatus. «De todo lo que vi allí, lo único que me interesó fue la producción de vino», dijo Vladimir Putin en enero de 2021, en televisión. El presidente ruso también afirmó que no tenía nada que ver con el «Palacio». Pero durante el programa, admitió que había quedado impresionado por la finca vecina, perteneciente a la famosa bodega rusa Abrau-Durso. El principal accionista es Boris Titov, un amigo y asesor presidencial, que también actúa como defensor de los negocios en Rusia.

Según D. W., Titov no ha escatimado gastos cuando se trata de Abrau-Durso, que durante años ha sido dirigida por su hijo Pavel. Datos aduaneros de Import Genius, el principal servicio de información del mundo para la industria de importación y exportación, muestran que la bodega solo utiliza los mejores productos de toda Europa. Las barricas y suministros para la elaboración del vino se obtienen de los mejores proveedores de Italia, mientras que los fabricantes franceses proporcionan algunas de las botellas personalizadas.

Aparentemente la marca favorita de Putin es el vino tinto seco Usadba Divnomorskoe. Este vino se ha servido en recepciones para invitados de alto nivel, como el presidente bielorruso Alexander Lukashenko o el presidente chino Xi Jinping. Como descubrió Navalny, las uvas para este merlot crecen junto al Palacio de Putin en Gelendzhik. Un viñedo establecido por los propietarios de Abrau-Durso hace unos 10 años.

En 2019, Gennady Timchenko, un oligarca del círculo íntimo de Putin, compró la empresa Lazurnaya Yagoda, una subsidiaria de Abrau-Durso, que también es propietaria de la bodega y el viñedo. Vladimir Kolbin, identificado por los medios como el hijo de uno de los amigos de infancia de Putin, también estuvo involucrado en el acuerdo. Invirtieron mucho dinero en la producción de vino, entre otras cosas, contratando al enólogo italiano Matteo Coletti para supervisar el proceso. A pesar de las sanciones por la guerra de Rusia en Ucrania, el especialista italiano continúa trabajando en Rusia.

Sin embargo, el enólogo italiano también está afrontando dificultades. En las recepciones en el Kremlin, el vino ruso generalmente se sirve en botellas italianas diseñadas por Vetri Speciali. Después de que Rusia lanzase su invasión, la compañía dejó de colaborar con los vinicultores de Putin.

También escasean los corchos. Aparte de obtener botellas, los vinicultores del Kremlin también han tenido otro problema: bajo las sanciones, vigentes desde el verano pasado, es ilegal exportar corchos desde la Unión Europea a Rusia.

«Durante nuestra producción, utilizamos corcho natural, sin blanquear, de la más alta calidad; grado A. Para fabricarlos, primero se recolecta la corteza de alcornoques que tienen, al menos, 52 años y luego se clasifican por calidad», Usadba Divnomorskoe en Instagram, poco antes de la invasión de Ucrania.

Pero todos los principales proveedores de corcho están ubicados en la UE, y, desde el inicio de la guerra, la empresa Corticeira Amorim, su anterior suministrador, ha suspendido todas las exportaciones directas a Rusia.

Aunque, según los datos aduaneros de ImportGenius, después de entrar en vigor el embargo de la UE, Abrau Durso siguió importando corchos, pero a través de Turquía. El remitente de los papeles de aduana era la empresa turca de logística Mepline Lojistik. Esta enviaba la mercancía desde Estambul, según información publicada en D.W.

Solo queda añadir que las empresas que incumplan las normas, y no se atengan a las sanciones, corren el riesgo de ser multadas con hasta 10.000 euros.

María Giménez

Directora de La Gaceta del Vino