Albariño entre la tradición y la investigación. Bodegas Martín Códax
Las Bodegas Martín Códax se sitúa a las afueras de Cambados, Pontevedra, en pleno valle del Salnés, donde el albariño es una de las señas de identidad. Situado dentro de Rías Baixas, elabora vinos 100% albariño de gran calidad, aunque su actividad no se ha limitado a la mera automatización.
Bodegas Martín Códax toma su nombre del máximo representante de la lírica galaicoportuguesa del medievo, y cuya obra se encontró por casualidad a principios del siglo XX, en la guarda de un libro. El pergamino en cuestión, que pasaría a llamarse Pergamino Vindel, en honor a su descubridor, contiene las únicas siete cantigas que se conservan del poeta. Un nombre bajo el que, desde 1986, se mima un vino que durante años se ha elaborado en el valle del Salnés, para el que se cuenta con la uva procedente de las pequeñas parcelas con vides dispuestas en el tradicional sistema de emparrado, de unas 300 familias de la zona.
Valle del Salnés
A pesar del poso histórico del que bebe la bodega, tanto en su nombre como en las viñas de las que recoge el albariño, en Martín Códax, no sólo querían hacer un albariño de calidad, sino que quisieron dar un paso más investigando la mejor forma de hacerlo y por qué el modo tradicional daba los buenos resultados del vino albariño. “Aquí siempre se ha elaborado el albariño con una viticultura determinada y se ha reproducido porque era efectiva, pero queríamos saber por qué así salía bien”, declaran desde la bodega. Para ello, pusieron en marcha un viñedo experimental: Pe Redondo. Se trata de una parcela de 13 hectáreas en las que se desarrollan diversos proyectos en colaboración con instituciones gallegas y con la Universidad Politécnica de Madrid.
De este modo, se investigan las mejores vías para elaborar el vino albariño así como posibles mejoras que puedan incorporarse.
En ellos se estudia, por ejemplo, cómo afecta a la uva la disposición del viñedo, el volumen de producción, las horas de luz o la ventilación. Antiguamente, y para aprovechar al máximo el espacio, las viñas se disponían en parrales, obteniendo así dos alturas en las que poder cultivar. Una colocación que es crucial para las características propias del vino albariño, pues protege a los racimos de la luz directa y gozan de mayor ventilación, lo que aporta la acidez característica de este tipo de vinos. En experimentación se encuentran viñas en espaldera y en parrales para estudiar la obtención de las características deseadas de formas diferentes.
Viñas dispuestas en parrales
También se realizan otro tipo de estudios, como por ejemplo cómo combatir el mildiu y el oidio. Debido a la propensión a estas enfermedades en el viñedo de albariño, por las condiciones de humedad, es casi imposible desarrollar una viticultura ecológica, pero sí que han realizado avances para reducir herbicidas y otros productos químicos. Su idea, por tanto, se centra más en vías para lograr la mayor sostenibilidad posible.
Un ejemplo es el abono que realizan a partir de las cáscaras de bivalvos desechados por la conservera local y los raspones y hojas de los racimos propios. Una forma de reutilizar esos desechos, aportando gran cantidad de nutrientes al suelo, sin ningún tipo de componente químico. Un abono que, según afirman, está dando muy buenos resultados. Además de dejar una curiosa estampa en la tierra del viñedo pues se pueden apreciar pequeños trozos de las conchas de los mejillones, cuando se camina por las viñas de Pe Redondo.
Otros estudios se centran en buscar alternativas de regadío, cultivo, etc., para mitigar los efectos del cambio climático; el comportamiento del albariño con diez portainjertos diferentes; o el estudio de los precursores aromáticos en función de la situación del viñedo, entre muchas otras investigaciones, siempre enfocadas para lograr la máxima calidad de la uva así como la sostenibilidad y respeto del entorno.
La investigación no termina en el viñedo, en bodega realizan además casi 100 vinificaciones diferentes en depósitos de 100 litros, con el objetivo de encontrar nuevas formas de elaboración y poder jugar con más cartas a favor a la hora de querer expresar las características deseadas en un vino.
Investigaciones que permiten un mayor conocimiento de todas las variables (clima, suelo, disposición, vinifiacación, etc.) pudiendo así controlar la calidad y el resultado final.
Es esta curiosidad investigadora la que puede hacer mejorar de forma exponencial los vinos que, sin despegarse de la tradición, han sabido potenciar las características para lograr vinos de calidad. No es de extrañar que determinados vinos hayan experimentado un auge en ventas y fama, despegándose de estigmas obsoletos.
Entre los albariños de Martín Códax se pueden degustar:
Martín Códax: en el que se puede encontrar la forma mas ‘pura’ de albariño caracterítsico del valle del Salnés.
Martín Códax Lías: con notas a brioche y manzana asada, y untuosidad en boca.
Organistrum: el único de sus albariños elaborado parcialmente en barrica. Se logra así aromas cítricos en nariz, pero con toques tostados en boca.
Gallaecia: realizado con un alto nivel de botritis controlada, sólo se realiza en los años que se obtiene la calidad necesaria para hacerlo. Se logran toques dulces en nariz pero sequedad en boca.
Texto y Fotos: Susana Molina
Periodista especializada en el sector del vino.
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