Sustituir variedades para adaptar las viñas al cambio climático
Una investigación desarrollada por la Universidad de Alcalá sugiere que una reorganización de dónde se cultivan ciertas variedades disminuiría la pérdida de regiones vitivinícolas, por las consecuencias del cambio climático. La merma se reduciría a la mitad, en un escenario donde aumentara 2ºC la temperatura, y en un tercio si la subida llegara a 4ºC.
Así se desprende de un nuevo estudio (Diversity buffers winegrowing regions from climate change losses), liderado por Ignacio Morales-Castilla, investigador de la Universidad de Alcalá, que acaba de ser publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Debido al aumento de temperaturas y a los cambios estacionales, las regiones del mundo aptas para la viticultura podrían reducirse a la mitad, de acuerdo con una investigación liderada por el profesor de la Universidad de Alcalá (UAH) en Madrid, Ignacio Morales-Castilla. Si las temperaturas aumentasen hasta llegar a los 2°C, las regiones del mundo que actualmente son idóneas para la viticultura podrían disminuir hasta en un 56%; si se llegase a los 4°C de calentamiento, hasta el 85% de esas regiones dejarían de ser aptas para producir buenos vinos.
Si las temperaturas aumentasen hasta llegar a los 2°C, las regiones del mundo que actualmente son idóneas para la viticultura podrían disminuir hasta en un 56%; si se llegase a los 4°C de calentamiento, hasta el 85% de esas regiones dejarían de ser aptas para producir buenos vinos.
Las regiones vitivinícolas con climas más fríos, como Alemania, Nueva Zelanda o el Noroeste del Pacífico estadounidense, no se verían afectadas negativamente en el escenario de 2°C de calentamiento. ‘Esas regiones más frías sí pasarían a ser adecuadas para el cultivo de variedades mejor adaptadas al calor, como Merlot y Garnacha. Por su parte, el cultivo de variedades de climas más fríos, como Pinot noir, podrían expandirse hacia latitudes mayores’ dice Ignacio Morales-Castilla. Por el contrario, las regiones más cálidas en la actualidad (Italia, España o Australia) se enfrentan a mayores pérdidas, si no se adoptan medidas.
La vid es una candidata ideal para estudiar si la diversidad puede ser una solución para aumentar la resiliencia de la agricultura al cambio climático, al ser un cultivo extremadamente diverso, con más de 1.000 variedades y plantadas en diversidad de condiciones ambientales, con información sobre las cosechas bien documentada desde hace siglos, y ser enormemente sensible a los cambios en las temperaturas y las estaciones que se prevén con el cambio climático.
«A la hora de predecir los impactos del cambio climático sobre la agricultura, el vino actúa de forma parecida a un canario en una mina, ya que la vid está muy estrechamente ligada al clima», asegura Benjamin Cook
«A la hora de predecir los impactos del cambio climático sobre la agricultura, el vino actúa de forma parecida a un canario en una mina, ya que la vid está muy estrechamente ligada al clima», asegura Benjamin Cook, de la Universidad de Columbia y el Goddard Institute for Space Studies de la NASA, y coautor del estudio. Los resultados obtenidos, además, podrían ser válidos para ser aplicados a otros campos más allá de la viticultura.
En este estudio se ha investigado, hasta qué punto, el uso de la diversidad de vides podría dotar de mayor resiliencia climática a la viticultura. Se han centrado en la fenología (repercusión del clima sobre las fases clave del desarrollo) de 11 variedades de vid distribuidas globalmente: Cabernet-Sauvignon, Chasselas, Chardonnay, Garnacha, Merlot, Monastrell, Pinot noir, Riesling, Sauvignon blanc, Syrah y Ugni blanc.
Los cambios de temperatura producidos durante el proceso de maduración afectarían a la calidad de los vinos. Según los investigadores, “si se alcanzan los 2°C de calentamiento global y no se implementan medidas de adaptación, el 56% de las áreas vitivinícolas del mundo podrían dejar de ser adecuadas para la viticultura”. En este escenario, si los productores reemplazasen las variedades más vulnerables por otras mejor adaptadas al clima futuro, las pérdidas se reducirían al 24%.
En el escenario donde se alcanzaran 2ºC más, si los productores reemplazasen las variedades más vulnerables por otras mejor adaptadas al clima futuro, las pérdidas se reducirían al 24%.
La monastrell o la garnacha, por ejemplo, serían firmes candidatas para sustituir a la pinot noir en Borgoña, o la primera, a la cabernet sauvignon y la merlot en Burdeos. Aunque los propios autores de la investigación admiten que hay obstáculos legales, culturales y financieros para llevar a cabo el remplazo de variedades.
Pero también advierten que el remplazo de variedades disminuye su efectividad conforme aumenta el calentamiento. Con 4°C de calentamiento, la diversidad tan solo sería capaz de evitar un tercio de las pérdidas (del 85% al 58%).
Igancio Morales-Castilla trabaja ya en la recopilación de datos, para ampliar más variedades en la investigación, que permitan generar predicciones para variedades autóctonas de España y Portugal que puedan ser utilizadas directamente por los productores. Para ello, ha puesto en marcha el proyecto Iberian Future Wines, en el que colabora con expertos en viticultura del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA).
Redacción La Gaceta del Vino
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