Rioja Alavesa: esencia atlántica del tempranillo
Pasear por los viñedos de la Rioja Alavesa, rodeados de la Sierra de Toloño o de Cantabria, es entender que estamos ante una zona donde si el viñedo no existiera habría que inventarlo, ya que la tierra no da para más…pero, felizmente, tampoco para menos.
Villabuena de Álava o Eskuernaga tiene apenas 290 habitantes y 40 bodegas, una por cada siete de ellos. Una estadística que se repite en varios de los pueblos de alrededor y que acoge empresas de tanto raigambre y calidad que resulta difícil decidir cuáles visitar.
Un viaje organizado desde la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV), que me honro en presidir, se decantó por Izadi, en Villabuena de Álava; Murua, en Elciego y Remírez de Ganuza, en Samaniego. Sin duda, un trío de ases sin margen de error.
Izadi
Los responsables de Izadi, la bodega creada por Gonzalo Antón y un grupo de empresarios vitorianos en 1987, nos recibe en su finca El Regalo, una zona de viñedo con 3,85 hectáreas y 500 metros de altitud, que data de 1936, aunque su inscripción, años movidos en España, fuera cuatro años después. Cuenta en la actualidad con 178 hectáreas de viñedo.
La barrera de la sierra supone vivir en un área con una pluviometría media de 400-500 litros anuales frente a los 1.200 litros de la parte opuesta y una diferencia de casi cinco grados de temperatura, “un perfecto microclima al que contribuye el valle del Ebro”, según los responsables de la bodega y que lo ha convertido en uno de los Viñedos Singulares riojanos.
Aquí manda el tempranillo con un 85% del que salen las 12.000 botellas de El Regalo tinto, pero con protagonismo en las cabeceras de viura y malvasía, que conforman El Regalo Blanco, del que salen 2.000 botellas, en una zona de cultivo ecológico y ubicado en el quinto municipio riojano con mayor viñedo en vaso plantado antes de 1925.
Izadi, naturaleza en euskera, cuenta con una amplia gama de vinos entre los que destacan La Rosa Blanco, la Rosa rosado y La Rosa Negra de garnacha, su Crianza, su Selección con viñedos de más de 60 años o su Izadi Blanco Fermentado en Barrica.
Murua
Murua, perteneciente en la actualidad al grupo Masaveu, nace en 1974, se encuentra pues en plena celebración de su cincuentenario, y da un importante paso adelante en viticultura regenerativa y en certificación ecológica, a la par que incrementa su oferta enoturística ligadísima a su colección privada de arte con gastronomía y vino como núcleo central.
Aunque la familia Masaveu ya poseía viñas en el siglo XIX en Castellar del Vallés, de donde es originaria, es hace 50 años cuando Pedro Masaveu Peterson, tío del actual director general de la bodega, pone en marcha el actual proyecto que cuenta en Rioja Alavesa con 80 hectáreas y elabora 250.000 botellas anualmente con vinos tan emblemáticos como Murua Blanco FB 2022, M de Murua 2021 o Veguín Murua Gran Reserva 2016.
Además del Wine Bar, que no tiene espacio físico definido, sino que puede localizarse en diferentes partes de la bodega o la casa, Murua ofrece experiencias únicas con visita al viñedo, instalaciones y cata de tres vinos o Degustación Masaveu Bodegas, a la que se unen vinos de Fillaboa, en Rías Baixas, Pagos de Araiz y Más de Leda, además de la sidra de hielo Valverán 20 Manzanas.
También la Degustación Coleccionista con visita guiada a viñedos y bodega y cata guiada de los cinco vinos de Bodegas Murua, además del disfrute de la colección de arte (Goya, Sorolla, Alcalá Galiano, Álvarez de Sotomayor o Daniel Quintero, entre otros) o la visita a la biblioteca. O finalmente las Catas Flight con degustación pormenorizada de 3 o 4 vinos de la bodega.
Remírez de Ganuza
Las 80 hectáreas y 150.000 botellas anuales que se elaboran en Fernando Remírez de Ganuza son un valor en alza para una bodega cuya primera elaboración se realiza en 1992; eso sí, un legado de un corredor de viñedos que lleva el vino a su máxima expresión. Un ejemplo claro es su Erre Punto Maceración Carbónica del que se hacen 9.000 botellas, que desaparecen en un santiamén.
La bodega es un canto a la limpieza, a la luz y a las pinturas de Javier Remírez de Ganuza, el hijo de Fernando, que cuelgan de sus paredes. Y arte es también su Gran Reserva que en obtuvo los 100 puntos Parker con su añada 2004 o su Blanco Reserva 2016 con 10 meses de barrica y sus siete años de botella.
Y es que Rioja Alavesa es un canto al vino, la tranquilidad, la paz, el paisaje, la gastronomía, la artesanía y el paisanaje.
Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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