Salud y seguridad laboral en vendimia
La seguridad es una actitud, que no decaiga o nos alejaremos de ese imposible nivel de riesgo cero en lugar de acercarnos a él. Mantengamos la tensión alta.
Me acaba de llegar la noticia de un grave accidente en una bodega en Ribera del Duero con trágicas consecuencias. Vaya mi pésame a quienes forman el entorno del fallecido.
Desconozco las circunstancias y nada más lejos de mi intención que entrar en un asunto sin conocer los detalles y, mucho menos, intentar responsabilizar a nadie. Pero creo que no está de más reflexionar sobre los riesgos que entraña una elaboración para quienes participan en ella. Ya enmi colaboración de la semana pasada hice alusión a los riesgos refiriéndome a las visitas, pero creo que hay que profundizar un poco más, en particular en las vendimias.
Todos somos conscientes que una de las consecuencias del desarrollo de la sociedad es la mejora de las condiciones de trabajo, y no como imperativo legal, sino como proceso de mejora continua en nuestra empresa y en su relación con un importante grupo de interés: los trabajadores. En consecuencia, las distintas administraciones han ido llevando a cabo distintas jornadas, trabajos y publicaciones para ayudar al sector a implantar medidas eficaces. Nunca podremos evitar el error humano o, por qué no, la imprudencia; el nivel de riesgo cero sabemos que no existe pero debemos tender a él.
La salud laboral comienza por el diseño de instalaciones y equipos; ingenieros, arquitectos y fabricantes conocen sus códigos técnicos. Saben dónde hay que ventilar, dónde poner deyectores/extractores de CO2, escaleras, barandillas, guardamotores,… Las mutuas y los asesores en riesgos laborales nos hacen planes, se colocan detectores de tufo, equipos de protección personal para acceso a lugares de posible acumulación de CO2, nos dan formación. Pero lo que el día uno de vendimia es estricto, el día 15 es una molestia y el 30 un incordio. Por que toda medida de seguridad es un engorro y las protecciones igual que se ponen se quitan. Los extractores son ruidosos y, por muy automático que sean, se pueden desenchufar. Las protecciones de motores y correas desaparecen tras la primera reparación y para qué seguir.
Todos somos muy exigentes y en plena elaboración nos olvidamos de horarios y de días de descanso. El exceso de celo nos ha llevado a cometer imprudencias y a pedir, o permitir, a nuestro personal que las haga. Primero mediante jornadas maratonianas sin hacer una parada para descansar suficiente, segundo sin días libres durante semanas en lo que relajarse y recargar las pilas y, poco a poco, esto va haciendo mella en todos y acabamos bajando la guardia. Solemos insistir mucho con el personal eventual, pero el exceso de confianza de los veteranos es más peligroso.
También la seguridad cuesta dinero, hay que revisar equipos, comprobar y calibrar sondas, dar formación. Pero aquí hay que ser inflexibles y no limitarse a cumplir la ley o, al final, iremos creando un ambiente que nos aleja de ese imposible nivel de riesgo cero en lugar de acercarnos a él. Luego vienen los accidentes, a veces de consecuencias irreparables, y damos un pendulazo en sentido contario. Así que seamos lo suficientemente prudentes para mantener la tensión alta. La seguridad es una actitud, que no decaiga.
Javier Escobar
javier.escobar@elcorreodelvino.com
http://www.linkedin.com/in/javierescobardelatorre
Consultor y enólogo
Enólogo que escribe a ratos sobre los temas de los que sabe algo, o eso creo.
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